Las Pastillas del Abuelo es una banda argentina que hace un rock inteligente, con letras con intención de significar algo. Su característica es la fusión de géneros como reggae, candombe, chacarera, jazz y country. Han ganado notoriedad, al margen de otros fenómenos musicales mediáticos, por sus cuestionamientos. Ahora está en México para realizar una breve gira que la hará presentarse este miércoles a las 20 horas en el Foro Alicia, en la colonia Roma, donde debido a la falta de electricidad el viernes pasado se tuvo que posponer la presentación.

Todos los calificativos son válidos, hasta aquellos que señalan que no somos buenos. Hay personas que dicen que tenemos demasiada letra difícil de comprender, sin estribillos pegajosos. Nuestras canciones tienen su tiempo de elaboración, con un estudio previo, pero, sobre todo, están hechas a partir de preguntas, las cuales se unen a los compases, dice Juan G. Fernández Piti –voz de la agrupación– cuyo nombre surgió de una sesión divertida en la que jugamos a dejar fluir ideas disímbolas.

Muchos no se preguntan nada

Fernández Piti abunda: Si con una rola detonas un cuestionamiento, es válido. Pero hay que decir que mucha gente no se pregunta nada, lamentablemente. Para nosotros son esenciales las preguntas porque así sabemos si estamos satisfechos con nosotros mismos, o cómo hacemos para estar mejor en una área, en qué nos superamos.

Los integrantes de Las Pastillas del Abuelo han actuado en escenarios de Buenos Aires, como el Luna Park –una suerte de Palacio de los Deportes– y en estadios, como el Malvinas Argentinas; también han tocado en su vecino Uruguay, y en México ya se presentaron en el Vive Latino. Su discografía comienza con Por colectora. Le siguieron Las pastillas del abuelo, Crisis, Versiones y Desafíos.

El músico comenta: “Cuando empezamos los retos eran enormes, diferentes a los de ahora. Por ejemplo, hoy tratamos de crear estribillos compactos que no estén en cualquier lugar de la pieza, y de hacer letras que tengan sentido como obra conceptual. Nuestros primeros discos son como vómitos de canciones con sentido. En Crisis el reto fue hacer algo conceptual desde la nada, y Desafíos responde a preguntas de Crisis. Ahora no son vómitos, sino lágrimas de emoción y tristeza, pero sigue habiendo sudor y sangre. Dejamos nuestras vísceras y si la gente las toma, es su responsabilidad”.

Los siete músicos del grupo (Diego Bozzalla, guitarra, coros; Fernando Vecchio, guitarra; Alejandro Mondelo, teclado; Santiago Bogisich, bajo; Juan Comas, batería; Joel Barbeito, saxofón, y Fernández Piti) cursaron estudios profesionales en sus instrumentos, lo que los dotó de gran solidez, seguridad y un perfil sonoro pulido.

Haber ido a la escuela de música juntos nos ha ayudado a desarrollar diversos estilos muy armónicos, como la bossa nova, el tango o el jazz. Entonces, quedan dentro de uno aires de esos géneros, a los que robamos parte de su esencia. Nos hizo averiguar la fuente de los artistas que desarrollan ese tipo de música y profundizar. Dan ganas de averiguar quiénes son los mejores en cada uno de esos estilos, para después incorporarlos. Fusionar es algo que aprendimos de bandas como Bersuit Vergarabat y Los Piojos. Cuando vamos a Uruguay las rolas con detalles de candombe son bien recibidas. Por eso digo que sólo ofrecemos aires de esas músicas; jugamos, por ejemplo, a ser Bob Marley y si lo logramos en 20 por ciento, ya es hermoso, afirma Fernández Piti.

Con una transmisión en vivo desde el auditorio Julián Carrillo de Radio UNAM y su frecuencia 96.1 FM comenzó la segunda visita de la agrupación, cuyo segundo concierto se llevó a cabo en El Plaza Condesa el pasado sábado, cuando fueron invitados del español Nacho Vegas. Luego del Alicia (Cuahtémoc 91-A), en el que también se actuará Liber Teherán, se presentará el próximo día 24 en el Baúl, en Toluca, y el 26, ofrecerá un concierto gratuito en el Tianguis del Chopo, al mediodía.