n varias ocasiones hemos hablado de los viejos barrios de la antigua ciudad de México, que en su mayoría tienen antecedentes que se remontan a México-Tenochtitlan. Es interesante advertir como las cuatro parcialidades en que se dividía la ciudad mexica continúan conservando características que las distinguen entre sí: Cuepopan, Moyotlán, Atzacoalco y Zoquipan, también llamado Teopan, los cuales a su vez albergaban varios pequeños barrios. En este último se encontraba una importante zona comercial que sobrevivió en la urbe española y que actualmente conocemos como La Merced.
Su relevancia se debió a que lo cruzaba una importante acequia que desembocaba en el famoso desembarcadero de Roldán, vía por donde llegaban cientos de canoas a surtir de verduras, flores, frutas, aves, pescados, granos e innumerables mercancías más, que venían de los pueblos de Xochimilco, Santa Anita, Tláhuac y sitios mas lejanos, que iban a estos lugares a embarcar mercancías para su venta en la metrópoli azteca.
Esta efervescencia comercial propició un importante desarrollo urbano que incluyó la edificación de varias instituciones civiles y religiosas destacadas, como la alhóndiga, el arzobispado, la imprenta, la universidad; hospitales como el del Amor de Dios, cuyo edificio se convirtió, en el siglo XIX, en la Academia de San Carlos; el de San Pablo, hoy Hospital Juárez, y el de San Lázaro, para los leprosos; colegios relevantes: San Ildefonso y el Máximo de San Pedro y San Pablo; varios conventos y templos de importancia: Jesús María, la Soledad, la Merced, Balvanera, San José de Gracia, la Santísima, San Pedro y San Pablo.
Asimismo muchas personas sobresalientes escogieron el rumbo para vivir. En una ocasión hablamos de la información que nos proporciona La Guía Completa de Forasteros, editada en 1864, que menciona a un ministro de Estado, un regente del Imperio, tres miembros del Estado Mayor y siete de la Junta Superior de Gobierno. Además de 10 notarios y muchos intelectuales y profesionistas. Habla de 29 miembros de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, aproximadamente la mitad de los profesores universitarios y de la Academia de Bellas Artes, 51 médicos y 111 abogados.
Posiblemente a alguna de estas personas perteneció la casa que se encuentra en la esquina de Regina y Correo Mayor, que se distingue porque en la esquina luce una cruz de gran tamaño, labrada como media caña en la misma piedra que cubre la fachada. Se cuenta que por muchos años conservó restos de pintura color verde. Investigando sobre el Tribunal de la Inquisición, nos enteramos de que ese tipo de cruz, pintada de verde, era el distintivo que portaban en el sambenito algunos de los penitenciados del nefasto tribunal, durante el paseo público con el que se pregonaba su crimen y futuro castigo. El sambenito era una especie de escapulario de lienzo o paño, que cubría el frente y espalda del individuo hasta arriba de las rodillas.
Paradójicamente la cruz verde
se volvió un amuleto protector, que se popularizó entre cristianos nuevos
, que la ostentaban en el lugar más visible de la finca para que no cupiese duda de la fe cristiana de sus moradores. Por este símbolo, ese tramo de la calle durante varios siglos se llamó Cruz Verde.
En la misma calle de Regina, en el número 160, se encuentra el Restaurante-Bar Chon, afamado por su cocina prehispánica, que desde hace décadas prepara el célebre Fortino Rojas, quien por cierto, vive felizmente en el rumbo, ni más ni menos que frente a la primorosa capillita de Manzanares. Prepárese para degustar flores de crisantemo, tortas de ahuautle (hueva de mosco acuático), jumiles (chinches de monte), acociles (camaroncitos de agua dulce), gusanos de maguey, huitlacoche, ancas de rana, venado y muchas más, además de platillos mexicanos mestizos, como unos ricos sopes o una sopa de migas. ¿Que le parece de postre un pastel de amaranto o un flan de chicozapote?