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Mezcalito fue el tema que abrió el concierto en el Auditorio

Lila Downs celebró la sabiduría indígena de Oaxaca con su canto
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Con Cucurrucucú, paloma, Lila downs hizo un homenaje a Lola Beltrán
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de noviembre de 2011, p. a17

El pasado viernes, en el Auditorio Nacional, la cantante oaxaqueña Lila Downs hizo sentir el alma de su estado, su historia, su pasado juarista, el tequio comunitario, pasado y presente, tradición y modernidad.

Downs es hoy por hoy la representante número uno de la vertiente de fusión. La sonoridad tradicional es punto de partida, trabajado por Paul Cohen, director musical y compañero de vida de Lila. El resultado es explosivo, emotivo, directo al corazón del público.

Mujeres con vestidos típicos oaxaqueños resaltaban entre la concurrencia. Sus flores estampadas, grandes, rojas, bordadas por manos indígenas, daban un toque de originalidad contagioso. Si bien Lila Downs viaja constantemente al extrajero con su grupo para presentar su trabajo, nunca se ha desarraigado.

Solidaridad

Por el contrario, cada vez más hunde sus raíces y por medio de fundaciones ayuda a sus paisanos necesitados, que son muchos. La música es el centro creativo, siempre el punto de partida.

Eran casi las nueve de la noche y una gritería y silbatina exigían que la artista comenzara su concierto. Así fue. El primer tema fue Mezcalito, alegre, un homenaje a la bebida que sabe a humo, espirituosa y que conforme se va tomando va para arriba. La borrachera es superlativa y nada la detiene. La Banda Tierra Mojada le dio un aire de Guelaguetza. Paul Cohen ha captado muy bien ese estruendo armónico de la música bandosa o de bandera que se oye a lo largo y ancho del país, en quioscos, en plazas, en fiestas.

Siguió con Tu cárcel, composición ochentera de Marco Antonio Solís, michoacano que fue líder de Los Bukis.

Con Zapata se queda, Lila reafirmó sus convicciones. La estética visual mostró en las pantallas al caudillo del sur a caballo, cananas y su mirada indígena, fija, siempre interior.

La iguana fue uno de los temas más aplaudidos. Unos danzantes ejecutaron la pieza; estiraban el cuello, hacían como que trataban de huir, nerviosos. A final de cuentas la canción habla de una iguana que se cayó de la escalera.

Sabemos que celebrar la sabiduría indígena de nuestro país es buena cosa. Es un motivo de orgullo mexicano. Se los agradezco profundamente, expresó Lila Downs.

La Martiniana, variante de La Sandunga, que es uno de los himnos oaxaqueños. Downs acomoda su voz a las necesidades de cada tema. Los tonos suben o bajan y denotan el trabajo y la disciplina.

Fue al norte de México con La reina del inframundo. En un performance una mujer sale de un capullo.

Una ranchera emblemática: Fallaste, corazón, de Cuco Sánchez, quien para Jaime López es mejor letrista que José Alfredo Jiménez.

Con Cucurrucucú, paloma rindió homenaje a Lola Beltrán. Alargó el fraseo hasta el punto de arrancar aplausos y vivas. Solamente un día contagió con su alegría jarocha. Vámonos, josealfrediana en la que ella le dice a él que ya se calme, que no sea celoso, que si no se da cuenta de que entre todos los hombres él es el elegido. Así… hasta Cruz de olvido, de Záizar, que es un adiós sentimental definitivo.

De nuevo la raíz: Dios nunca muere, otro himno oaxaqueño. Lila lució un atuendo de tehuana.

Sobrevino Pecadora, que cantó a dueto con Ilya Kuriaki. Lo que se oyó estuvo pesado.

Sin pausa

La noche no tuvo pausa con Paloma negra y La cumbia del mole.

Se acercaba el fin del concierto, titulado Pecados y milagros, a su vez nombre del nuevo disco de Downs.

Tras una gritería que pedía otra y otra, regresó con Laila, Arenita azul, La Llorona y El feo. Se despidió con Tacha, acompañada por la Banda Tierra Mojada.

Fue el cierre ad hoc para un concierto con la cantante a la que Chavela Vargas considera su heredera, pues le toca continuar con la tradición de acariciar el alma con la fuerza de la voz.