El partido fue trabado con llegadas de ambos lados; Liborio Sánchez sigue en gran plan
Querétaro mostró su vocación ofensiva y no se dejó intimidar por el calibre de los jugadores del conjunto de la UANL
El Bofo falló una de las oportunidades más claras de anotación
Viernes 2 de diciembre de 2011, p. a17
Querétaro, Qro., 1º de diciembre. Nada para nadie. El primer duelo de la serie semifinal entre Gallos Blancos y Tigres terminó con empate sin goles. Trabado, de vaivén continuo, peleado en la media cancha, con ambición pero con poca fuerza de piernas el partido tendrá que definirse en la cancha regiomontana.
Algunos destellos del poderío felino, un error imperdonable del Bofo y la intervención portentosa del arquero del Querétaro, Liborio Sánchez, dejan la incertidumbre de cuál será el próximo finalista del torneo Apertura 2011.
En la media cancha es donde nace el futbol, donde se pelea cada palmo con defensas atentas a que no llegue ninguna jugada de peligro; delanteras ávidas de pelotas que puedan convertirse en anotación. Fieles a esa doctrina, ambos cuadros hicieron del centro del terreno un verdadero campo de batalla. La ambición fue notoria en los dos semifinalistas.
Pero si hubo un equipo que demostró el suficiente carácter para merecer estar en esa instancia, ese fue Querétaro. Este jueves salió con una vocación ofensiva, como si aquel espíritu que portaba José Saturnino Cardozo en su años goleadores hubiera influido en la escuadra. Ahí está por primera vez en su historia ese club pequeño, pero al que no parece intimidar el calibre de Tigres, cuya plantilla le alcanza como para dos cuadros de titulares, plagados de nombres vistosos y botines prodigiosos.
Apenas iniciado el duelo, Carlos Bueno calentaba la pierna rumbo al arco de Tigres. Ajustaba esa derecha peligrosa y mandaba la primera pelota que tocaría el portero Enrique Palos, bajo el arco universitario.
Con el arsenal que tienen los felinos, no podían esperar para responder y Héctor Mancilla trató de devolver la insolencia calibrando la puntería. Puso la mirada en el sorprendente Liborio Sánchez y dirigió su primer proyectil de la noche, pero sin la fuerza suficiente como para poner en aprietos al cancerbero queretano.
Con la lucha tan trabada en el centro del campo otros jugadores empezaron a figurar. Lucas Lobos trabajaba preciso para ganar terreno en el cuadro visitante. El Bofo entonces hacía su parte para no dejar atrás a los Gallos.
Precisamente Bautista, ese jugador intermitente, capaz de mostrar lo mejor y lo peor de un delantero, fue el primero en tener oportunidades claras de gol. Ambas precisas, las dos nulas. Una, tras una falta de Querétaro contra Manuel López Mondragón, cuyo cobro fue interceptado por la cabeza certera del Bofo. La pelota entró, pero el árbitro asistente ya había levantado el banderín señalando un fuera de lugar.
La segunda, un error imposible ante el portero, una recepción impecable y una resolución lamentable. Lo mejor y lo peor, como el propio Bofo. Sólo algunos visos del hambre de estar en la final de ambos equipos. Un primer tiempo para mostrar músculo. Así se fueron al descanso, para reordenar estrategias y recuperar el pulso.
En el complemento Tigres salió con ánimo de hacerse del partido. Empezó a avanzar con la pelota pegada a los pies, por lo que los Gallos tuvieron que ordenarse para resistir los embates de la delantera universitaria.
El cuadro de la UANL salió a la carga: Jorge Torres Nilo decidió atreverse con el balón y sirvió para Danilinho, quien recetó con una zurda asesina rumbo a la meta queretana. Liborio Sánchez hizo una de esas atajadas que lo ubican entre los guardametas más interesantes y espectaculares de la liguilla.
Casi al final la pelota seguía en un vaivén dramático, Tigres pisaba el área de los Gallos para medir a Sánchez e inmediatamente venía el contragolpe para probar a Enrique Palos.