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El director de El nombre de la rosa presenta su nueva cinta, Black Gold, en Marrakech

El cine permite mirar culturas diferentes: Jean-Jacques Annaud

La naturaleza es parte de mí... descubrí que podía abrir mi corazón a través de ella, comenta el realizador francés en entrevista

Mis cintas han tenido un presupuesto alto y un tema difícil

Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 5 de diciembre de 2011, p. a12

Marrakech, 4 de diciembre. Jean-Jacques Annaud es uno de los cineastas más exitosos de Europa. Títulos como El nombre de la rosa, El amante, El oso, Siete años en el Tíbet, Blanco y negro en color (premiada con el Óscar a mejor cinta extranjera en 1978) y La guerra del fuego, entre otros, sin contar los más de 500 comerciales que ha rodado, lo hacen uno de los franceses más reconocidos en el mundo. Es comandante de la Orden Francesa de las Artes y las Letras, entre otros reconocimientos.

Ahora, el Festival Internacional de Cine de Marrakech –que se desarrolla en esta ciudad marroquí desde el pasado viernes y del que él fue presidente del jurado hace dos años– es el contexto en el que el egresado de la escuela parisina de cine Louis Lumiére y de la Sorbona (en literatura) ofreció una clase magistral.

Previamente a ese encuentro con cinéfilos del Magreb, el realizador galo ofreció una entrevista a La Jornada en la que expone las razones de su quehacer, el porqué de su reciente cinta Black Gold (Oro negro, exhibida fuera de competencia), así como del protagonista preferido de algunas de sus películas: la naturaleza.

La mejor forma de comunicarse

Por medio de esta expresión se puede abrir los ojos de las personas hacia culturas diferentes. Es para mí, probablemente, la mejor manera de comunicarse entre las personas. Hace muchos años, cuando mi papá y mamá me llevaban al cine, supe que por medio de una pantalla gigante podía trasladarme mágicamente a otros lugares. Ahora disfruto estar físicamente en esas regiones que descubrí luego de ver cintas de (Akira) Kurosawa. Pero también gozo estar con los actores y el equipo de producción en cualquier parte del mundo, asegura Annaud, quien debutó como director y guionista a mediados de los años 70 con Blanco y negro en color, sátira bélica desarrollada en la Primera Guerra Mundial, quien posteriormente filmó El cabezazo, sobre el mundo del futbol.

La guerra del fuego, protagonizada por Ron Pearlman y narrada en tiempos prehistóricos, le concedió popularidad. El filme ganó el Óscar por mejor maquillaje, aunque El nombre de la rosa (basada en la novela del Umberto Eco) confirmó su estatus internacional. En El oso (del libro de James Olivier Curwood) destacó a la naturaleza como esencia de sus historias.

–Coméntenos sobre ese personaje protagónico que aparece repetidamente en algunas de sus cintas: la naturaleza.

–Es parte de mí... y debería serlo de todos. Cuando era estudiante, como a los 21 años, en un viaje a Camerún descubrí que podía abrir mi corazón a través del poder de la naturaleza. Conduciendo un automóvil por horas (y acompañado de colegas de la Sorbona, pretenciosos e intelectuales) en medio de la nada comencé a escuchar los sonidos de los árboles, los gritos de los babuinos, el de cada insecto que se cruzaba en mi camino. Supe entonces que los humanos no éramos muy distintos de las gacelas o de los búfalos. Estaba tan impresionado que me involucré con la inmensidad del cosmos. Supe que quería ser como Alexander von Humboldt (naturalista y explorador alemán), porque eso me recordó de dónde venía, me hizo regresar a mis instintos.

Annaud, nacido en 1943, gusta de realizar adaptaciones literarias como El amante (del texto de Marguerite Duras), Siete años en el Tíbet (de Heinrich Harrer), protagonizada por Brad Pitt, pero también ha abordado contextos sociales como en Enemigo al acecho, en la que recrea la batalla de Stalingrado, en plena Segunda Guerra Mundial. Con Dos hermanos vuelve a exhibir la madre naturaleza: los actores principales son dos tigres. En Su majestad menor muestra una comedia mitológica con dos actores esenciales del país galo: José García y Vincent Cassel.

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Jean-Jacques Annaud, durante la entrevista con La JornadaFoto Juan José Olivares

Comenta: “Las cintas que he hecho siempre han tenido un presupuesto alto y un tema difícil. Cuando acabas la producción, la gente dice ‘qué interesante’, pero cuando comienzas se pregunta el porqué del tema. Por ejemplo, con El oso se cuestionaban quién haría el papel del oso. Con El nombre de la rosa, la pregunta era quién vería una historia de monjes de un monasterio del siglo XVI, con un protagonista que hizo el papel de James Bond (Sean Connery). ‘¿Para qué quieres el dinero?’, me decían. ¿Para ver gente desnuda corriendo por el campo (La guerra del fuego)? Considero que hay gente que comprende esas historias porque se crea un tipo raro de comunicación. Esos filmes pueden traer cierta información y abrir el corazón por medio del conocimiento de otras culturas o aspectos de la vida”.

En su reciente película Black Gold, protagonizada por Antonio Banderas y ambientada en los años 30, muestra el origen de una nación.

Explica: “Surgió de mis deseos de registrar temas del mundo. Es una investigación. La historia es ésta: al comenzar otro proyecto en Libia, me encontré con un viejo amigo que tenía una novela: era una historia perfecta, la cual tenía gran número de elementos históricos similares a los de mi investigación, relacionada con la creación de Arabia Saudita. No me gustan mucho los temas que muestran realidades tangibles del ser humano, pero bueno, hice El nombre de la Rosa; refería a siglos atrás, como ficción. En este caso lo que me atrajo fue la vida de un joven príncipe que se enamora y sufre una transformación”.

La intromisión, el problema

–¿Qué opina de la nueva guerra por el petróleo?

–La guerra del petróleo es ahora por la obtención de dinero. El problema es la intromisión. Lo que pasa hoy día con algunos países, sabemos cuáles, es el interés –o intromisión– por algunas regiones, debido a la riqueza, no sólo del petróleo, sino de minerales y otros recursos. En mi cinta no hablo de esas intromisiones, sino de la construcción de una civilización.

Agrega: La solución a esas intromisiones es el respeto. Creo que el problema actual es la falta de respeto a las diferencias entre los humanos, sobre todo en esa región de Medio Oriente, donde se pelean porque no abren su corazón. Es un problema global que durante siglos ha mostrado la miseria, lo que para los humanos debe ser catástrofe. Debemos concentrarnos en las ventajas de la modernidad en vez de resaltar las diferencias entre las culturas. Los países que centran su riqueza en el petróleo deberían ver las ventajas, que poseerlo puede ser positivo para su población.

Abunda sobre la importancia de las películas de ficción: Cuando ves un documental es como dar parte de una razón intelectual a un problema. Por ejemplo, si trataras de abordar el tema del narcotráfico en México verías emociones y peligro. Esperar dos horas y saber que la explicación de tu trabajo es el traficante, pero la influencia del cine de ficción me parece que es el efecto real de la comunicación.