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Ha llevado nuestra historia a varios confines del mundo, dijo el rector Enrique Fernández

El poeta Hugo Gutiérrez Vega recibió el doctorado honoris causa de la UAM

Vivimos momentos trágicos en un país asfixiado por la mentira, la manipulación y la violencia patológicamente cruel y la pobreza de las mayorías, dijo el director de La Jornada Semanal

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Hugo Gutiérrez Vega, ayer, al recibir el doctorado honoris causa de manos de Enrique Fernández Fassnacht, rector general de la Universidad Autónoma MetropolitanaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de diciembre de 2011, p. 6

Por su trayectoria como catedrático universitario, diplomático, periodista y creador escénico, el poeta Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, Jalisco, 1934), fue distinguido por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) con el doctorado honoris causa.

El rector general de esa institución de educación superior Enrique Fernández Fassnacht, y Luis Tovar, coincidieron en destacar la labor literaria de Gutiérrez Vega, la cual se conforma por más de 35 libros de poesía traducidos a 10 idiomas, además de sus ensayos y más de 13 libros en prosa.

De igual manera, subrayaron los 35 años que Gutiérrez Vega dedicó a la carrera diplomática, vinculada a la cultura, en países como Grecia, Italia, Gran Bretaña, España, Estados Unidos, Brasil y la ex Unión Soviética.

“Si pudiéramos definir en un solo concepto a este fecundo e infatigable creador, de inquebrantable vocación cultural –apuntó el rector de la UAM– lo nombraríamos como uno de los mexicanos de nuestro tiempo que ha llevado nuestra historia, tradiciones, letras, ideas, emociones y saberes a distintos confines del mundo. Siempre con gracia y elegancia, siempre con el afán, como él afirma, de ‘rendir culto a la verdad’.”

Por volver al humanismo

Tras la presentación y semblanza, Hugo Gutiérrez Vega, director de La Jornada Semanal, agradeció la distinción como un honor y una responsabilidad, para luego de manera amplia reflexionar en torno a los momentos de zozobra y violencia que vive nuestro país, a causa de las decisiones y política del gobierno federal encabezado por Felipe Calderón.

Hoy día, dijo el poeta, “vivimos tiempos trágicos, en un país asfixiado por la mentira, la manipulación, la violencia patológicamente cruel, la pobreza de las mayorías y el crecimiento propiciado por el modelo neoliberal de la extrema miseria, ésa que tiene como panorama terrible, la propia miseria.

Vivimos tiempos de zozobra y desasosiego. La falta de credibilidad en el gobierno y sus propagandistas tiene un fundamento indiscutible, en el hecho de que la mentira ha sido entronizada en la vida pública como una forma natural y cotidiana de comunicación.

Respecto de la educación pública, laica y gratuita, expresó: Me preocupa la persistencia de los gobiernos priístas como panistas, en mantener el modelo neoliberal, el cual gestiona sólo el beneficio de un pequeño grupo de miembros, así como los medios de comunicación de masas, que “actúan como manipuladores de la cada vez más debilitada opinión pública y los banqueros y sus desorbitadas ganancias, que nos recuerdan la frase de Bertolt Brecht: ‘Es más delito fundar un banco, que robarlo’”.

Gutiérrez Vega deploró entre otras cuestiones que la violencia en México sea un sangriento hecho cotidiano, que se traduce en miedo e impide la vida civilizada. Sufrimos un grave proceso de deshumanización, destacó.

Esa violencia, criticó, “es el sangriento fruto de una guerra que desde sus inicios fue una equivocación trágica, un error de cálculo, una siniestra orden de Estados Unidos cumplida con mentalidad de tablajero, y un empecinamiento en el error que nos faculta para definir esta etapa como el sexenio sangriento.

“La historia nos enseña –continuó– que militarizar la convivencia social es invariablemente un error muy peligroso. Vivimos momentos de confusión y de fallido pragmatismo y ante estas escuálidas realidades debemos afirmar los valores de la imaginación y de la utopía”.

Para revertir esa situación, según Gutiérrez Vega, se requiere “cambiar el modelo neoliberal y tender a la reconstrucción del estado de bienestar, en cuya ingente tarea juega un importante papel la sociedad civil.

“Se trata –concluyó el poeta– de un esfuerzo pluriclasista, que incluya a las desposeídos, a los obreros despedidos o explotados, a los empresarios medios y pequeños, a los escasos grandes empresarios nacionalistas, a los estudiantes, amas de casa, científicos y los pocos políticos que profesan una genuina vocación de servicio a la comunidad. Es necesario, finalmente, retornar al humanismo, exaltar la dignidad humana, las libertades esenciales y la instauración de la justicia social.”