Yokohama, 18 de diciembre. Barcelona es una máquina implacable. Lo supo un rival más, esta vez Santos de Brasil, que cayó 4-0 en la final del Mundial de Clubes, cuya máxima figura, Neymar, no eludió la realidad. Simplemente admitió que ayer ante el cuadro catalán presenciaron una lección de futbol.

Hoy, aquí, aprendimos a jugar, confesó el atacante con absoluta sinceridad ante un equipo que desplegó ese estilo dinámico, de múltiples toques, vistoso y vertical que tiene hipnotizado a todo el planeta. Una escuadra que –como afirmó tras el duelo el entrenador santista, Ramalho– casi nadie puede vencer en la actualidad.

Ese cuadro azulgrana, descomunal en sus resultados en casi todos los torneos en los que participa, confirmó que hoy nadie le supera en el mundo y que otra vez pisa fuerte al llevarse el quinto título de seis posibles en 2011.

Pero no sólo el Barça confirma lo que ya todo el mundo sabe a estas alturas, pues su estrella, el argentino Lionel Messi, también exhibió la magia que sale de sus botines, con los que consiguió marcar un doblete en esta final.

Los goles cayeron con la precisión de un engranaje puesto a punto, bien aceitado, marcado por quienes tenían que hacerlo. Leo, a los minutos 17 y 82, Xavi Hernández (21) y Cesc Fábregas (44) hicieron los tantos que dieron el segundo título al cuadro culé en el Mundial de Clubes. En 2009 consiguieron el primero ante Estudiantes de La Plata de Argentina.

Los culés completaron la hazaña

Barcelona ganó este año la liga española, la Copa de Campeones y las supercopas de España y de Europa, hazaña completada con este título en Yokohama, lo cual lo convierte en el único equipo que ha conquistado el torneo dos veces. Sólo se le escapó la Copa del Rey, en la que cayó 1-0 ante Real Madrid.

Gracias al juego colectivo, Barcelona hizo olvidar ausencias de la talla de David Villa o Alexis Sánchez y prácticamente borró del campo a su rival. Con una delantera formada por Messi, Fábregas y Andrés Iniesta presentó un equipo sin atacantes puros pero enormemente ofensivo.

Un concierto de pases y relevos condimentó una victoria asegurada en la primera mitad y sostenida en el complemento con un control de la pelota incesante.

Hoy aprendimos que se puede ser ofensivo jugando con un sistema táctico 3-7-0, que en Brasil sería un sacrilegio, dijo un atónito Ramalho, cuyo plantel apenas pudo entrar en contacto con el balón.

En poco más de un cuarto de hora de juego, todos los reclamos de los japoneses por las ausencias de Messi en las ruedas de prensa se redujeron a la admiración por una nueva maravilla técnica del argentino.

En una jugada con marca registrada azulgrana, Xavi controló el balón con el taco, asistió en carrera a Messi y el argentino convirtió por encima del cuerpo del portero Rafael.

Santos se pasaba el tiempo persiguiendo las sombras azulgranas, mientras el equipo español deslumbraba con un coctel de pases al hueco y reflejos. Una serie de 33 toques en dos minutos, apenas manchada por un despeje de cabeza de Arouca, significó el segundo gol del Barcelona.

¿La fórmula? Pase al corazón del área de Dani Alves y definición imparable de Xavi con el empeine.

Fábregas también se quiso sumar a la fiesta y, después de haber estrellado un tiro en el palo, amplió la ventaja azulgrana al final del primer tiempo, cuando se aprovechó de un segundo rebote concedido por un desesperado Rafael y definió con un tiro suave junto a un poste.

Ya en el complemento, se mantuvo el guión y Barcelona no hizo más que exponer la abismal diferencia futbolística respecto del cuadro brasileño.

Dos buenas intervenciones de Víctor Valdés en un mano a mano ante Borges y Neymar se contrarrestaron con un tiro en el palo de Alves y con la fresa del postre aportada por Messi en la definición del cuarto gol de su equipo.

El mejor jugador del mundo recibió una nueva asistencia del lateral brasileño y, con un gesto táctico encomiable, dejó en el camino a Rafael y definió con la meta vacía.

Tras la derrota, la estrella brasileña Neymar, quien no pudo anotar ni guiar a su equipo al título mundial admitió que el equipo español les había dado una lección de futbol.

La sensación del club santista no tuvo empacho en reconocer lo que era evidente: “Nos pasaron por encima. Barcelona es como una máquina, tiene jugadores fantásticos.

Sabíamos que ellos eran los favoritos y lo han demostrado. No puede decirse mucho más. Simplemente aprender de esto, hay veces en el futbol que para ganar hay antes que perder.

El centrocampista Ganso, del Santos, sostuvo: Si Barcelona juega así es un equipo imbatible.

En el vestidor culé hay una suerte de conciencia de lo que ocurre con el equipo y la historia que está construyendo. Xavi Hernández, por ejemplo, no quiso escatimar en la descripción de lo que está haciendo el cuadro culé: Esta generación seguirá muchos años y seguirá ganando.

Mientras, el argentino Messi, parco como suele ser, se limitó al aquí y ahora, sin reflexiones de mayor calado histórico.

“Fue un partidazo desde el primer momento, el equipo se mostró muy superior. Fue lindo volver a convertir, pero lo mejor es volver a ganar un título. Como ha dicho Pep Guardiola, estamos haciendo historia”, señaló.

El partido lo dedicaron al lesionado David Villa –todo el equipo con camisetas de apoyo al Guaje por la reciente fractura que sufrió.

Así, los azulgranas se sacudieron el maleficio intercontinental en Japón –donde perdió las finales disputadas en 1992 y 2006– y ofreció una nueva edición de su reinado futbolístico mundial.

El Barça se ha enfrentado a los mejores del mundo y ha ganado. Algún día llegará un equipo que pueda hacerle frente, pero ahora es muy difícil porque está en un gran momento, vaticinó Ramalho, pero ese hipotético equipo del que habla el entrenador de Santos parece que ni siquiera ha sido imaginado.