En el DF, el mundo del revés
La polémica encuesta
El PRD, un manicomio
ire usted que a estas fechas el mundo, cuando menos en lo que toca a nuestro país, y al DF en particular, está al revés. Ahora resulta que los azules de Acción Nacional van a pedir a la ciudadanía de la capital que les ayude, mediante su voto, a encontrar al representante de ese organismo para la elección de jefe de Gobierno, lo que hizo feliz a Demetrio Sodi. Mientras, en el PRD se anulan las precampañas, se borran del método de elección interna los debates, no habrá elección universal y se deja en manos de las encuestadoras, con todo lo que ello implica, poner el nombre del candidato amarillo.
Sí, todo indica que así será, pero no todo es miel sobre hojuelas, como explicaría el clásico. En el PRD continúa una guerra sorda en la que los frentes se recofiguran, y se crean alguna especie de bloques que sugieren problemas mayores en el futuro de la elección. Por lo pronto, la idea de Manuel Camacho y Jesús Zambrano de lograr la unidad de los candidatos para tener un acuerdo que planteara un proceso interno de terciopelo, abortó.
Para empezar, en la reunión en la que estuvieron casi todos los posibles, salvo Pablo Gómez, se les informó, por boca del propio Zambrano, según nos cuentan, que el Consejo Estatal, de donde debería surgir la forma para elegir al sucesor de Marcelo Ebrard, no tendrá mayor participación en el proceso. En ese encuentro también estaba el presidente del PRD en el DF, Manuel Oropeza, quien parece estar de acuerdo con el camino que se eligió en este trance.
Entonces así, planchadito el acuerdo para la convocatoria, se pidió a los presuntos responsables de la candidatura que firmaran una carta en la que se hablaba de la unidad en torno a las decisiones de las que allí se les informó. Rápidamente se formaron dos bloques. En el primero, Alejandra Barrales (a quien más le conviene la encuesta; ganó ocho seguidas), Carlos Navarrete y Miguel Ángel Mancera aprobaron la propuesta. Es más, con mucha seguridad, la presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del DF, porque sabe que ella es, o porque sabe que ya no, abandonó el lugar y explicó que estaba dispuesta a firmar cualquier acuerdo que allí se tomara.
En el otro lado de la discusión, Benito Mirón, Joel Ortega, Laura Velázquez, Martí Batres, Porfirio Muñoz Ledo, Gerardo Fernández Noroña y Mario Delgado se incoformaron con el método. Para empezar establecieron que la encuesta no podía ser en las fechas señaladas –a la mitad de enero– porque no habría tiempo para sortear las inequidades que hasta ahora ha desatado el proceso mismo, y pidieron que la fecha de la encuesta se ampliara para ofrecer mayor equidad en la contienda.
La propuesta fue rechazada y entonces Laura Velázquez, Muñoz Ledo y Fernández Noroña se unieron a la idea de Camacho y Zambrano, porque advirtieron que si se ampliaba la fecha para realizar la encuesta, también aumentarían las desigualdades, dado que los recursos de que disponen algunos de ellos no son los mismos que los de otros, y el bloque volvió a cambiar.
Quedaron entonces, del lado rebelde, Ortega, Mirón, Batres y Delgado. Ortega fue sólido en su postura. Señaló las inquedidades, puso en entredicho su registro para la candidatura, y desde luego se negó a firmar cualquier documento que hablara de la unidad en torno a los temas que allí se habían tratado.
Luego, Benito Mirón hizo una crítica completa a todo el proceso. Se inconformó con las formas con las que se inutilizó al Consejo Estatal, con las fechas en las que propuso la encuesta, con la encuesta misma y con la supresión de los debates en los que se debería poner en relieve el proyecto de gobierno que propone cada uno.
Total, aunque se dijo que todo iba bien, dentro de la olla amarilla hierve el descontento. Por lo pronto, hoy Joel Ortega ofrecerá una conferencia de presa para dar a conocer su postura en contra del proceso de selección, y su idea sobre lo que eso significa para las izquierdas del DF. ¡Es un manicomio!
De pasadita
Nos dicen en la Policía Federal que sus miembros no usan uniformes negros ni están destacados en Tepito, como dijimos en la entrega anterior. Nos informan que a quienes vimos cuidando, si así le podemos llamar, los puestos de piratería en el gran tianguis de Tepito pertenecen, por la descripción hecha, a elementos de la policía judicial del DF. ¿Entonces, de qué se trata, señor procurador Mancera?