La necesidad de refundar la política social / III
Lugar y función de la política social en la ideología neoliberal
e las cifras de evolución de la pobreza en México entre 1968 y 2010 que mostré en la entrega anterior (16/12/11) derivé la conclusión que durante la vigencia del modelo neoliberal (desde 1983) ha aumentado la pobreza en México. Cualquier intento de deslindar la responsabilidad de la política económica y de la social en tal aumento revelaría una concepción en la que estaría ausente la convicción de que la posibilidad de reducir la pobreza radica exclusivamente en la articulación virtuosa entre ambas políticas. Rasgos esenciales de la ideología y práctica neoliberal es que separa tajantemente dichas políticas, subordina la social a la económica, centra ésta en interferir lo menos posible en la operación de los mercados y deja a la política social una función compensatoria (una ambulancia que recoge a los heridos por la política económica) pero acotada a la pobreza extrema. Otra manera de expresar lo anterior es que en el neoliberalismo se da rienda suelta a la regla fundamental del capitalismo: la subordinación de los valores de uso a los valores (que se manifiestan como valores de cambio). Mientras los valores de uso están asociados a las necesidades humanas y, por tanto, a la vida humana misma, los valores de cambio en el capitalismo están asociados a la plusvalía, la ganancia y la acumulación de capital. Mientras los primeros están al servicio de la vida, los segundos están al servicio de la codicia insaciable del capital. Subordinar los valores de uso a los de cambio equivale a subordinar la vida humana (y la naturaleza) al capital. (Véase gráfica que muestra el suicidio humano: evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero).
La política social en una sociedad capitalista está emparentada con el nombre de esta columna: la economía moral, como rezaba el epígrafe de esta columna que tuve que eliminar por restricciones de espacio, “es convocada a existir como resistencia a la economía del ‘libre mercado’: el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente”. En contraposición con la economía del libre mercado, la economía moral toma en cuenta a los seres humanos y sus necesidades. Como lo explica el historiador británico E.P. Thompson, autor principal del concepto, economía moral describe la manera en la cual, en comunidades campesinas e industriales tempranas, muchas relaciones económicas
eran reguladas de acuerdo con normas no monetarias. Por un tejido de costumbres y usos existentes hasta que son amenazadas por racionalizaciones monetarias, y se hacen concientes como economía moral”. Ejemplos de esas normas no monetarias son el concepto de precio justo
y la regla que prevalecía durante el periodo Tudor en Inglaterra (siglo XVI) que sólo permitía a los vendedores de alimentos en mercados locales vender a los comerciantes cuando ya habían sido atendidas las demandas familiares. Regular el funcionamiento de la economía (por ejemplo: jornada máxima de trabajo, salarios mínimos, control de precios, subsidios) y el establecimiento de una política social (por ejemplo, servicios educativos y de salud gratuitos, seguridad social) son dos maneras complementarias de impedir que la codicia capitalista destruya la vida humana. La política laboral es una política que es, al mismo tiempo, económica y social y que simboliza el carácter inseparable de ambas. Nótese que la gratuidad de servicios va frontalmente contra la lógica del valor, pues desmercantilizan estos servicios: le quitan su carácter de mercancía y les devuelven el de valores de uso sociales.
En el neoliberalismo, la economía no se regula pues ello significaría interferir en el funcionamiento óptimo de los mercados, impedir que la mano invisible del mercado convierta la codicia capitalista en el máximo bienestar social posible. Por ello, la política económica se ‘limpia’ de todo propósito de bienestar social directo: el único propósito legítimo es propiciar el funcionamiento óptimo de los mercados. Los funcionarios de la política económica y ésta deben ser socialmente insensibles. (En México, eso se ha llevado al extremo de convertir el crecimiento económico en un objetivo casi inexistente, en el mejor de los casos presente pero subordinado a la estabilidad de precios y cambiaria y al equilibrio fiscal). Por tanto la política económica queda tajantemente separada de la política social. La política laboral queda clasificada como parte de la económica y los salarios se usan como ancla de la inflación. Por lo que hace a la política social, ésta no debería interferir con los mercados y no debería desmercantilizar. Su única función debería ser la de apoyar a los pobres extremos para que estén en condiciones de jugar el juego del mercado y, por tanto, para que la igualdad de oportunidades (que junto con la libertad conforman los dos valores centrales del neoliberalismo) pueda realizarse. Por tanto, la política social neoliberal no debe ofrecer educación gratuita a todos en establecimientos públicos (ni salud, ni seguridad social), sino debe transferir a los pobres extremos vouchers con los cuales éstos paguen las colegiaturas a las empresas educativas que deberían operar las escuelas. Ésta es la utopía neoliberal a la que, a pesar de la crisis, que demostró de bulto que los mercados no se autorregulan, sus seguidores siguen aspirando. En esa utopía, la política social tendría una única función: distribuir transferencias monetarias y vouchers a los pobres extremos. Naturalmente, esa ventanilla única estaría subordinada al monto de recursos que la política económica considerara conveniente para la economía destinar a estos fines. La condición de subordinación de la política social es absoluta: el neoliberal ingenuo que creyera que la ventanilla única calcularía periódica y autónomamente el número de personas en pobreza extrema, así como el monto requerido para cada persona, y que la SHCP obedecería el requerimiento financiero, no habría entendido que la subordinación de las necesidades humanas al capital debe respetarlo siempre.
Cuando el pensamiento neoliberal puro se mezcla con teorías sobre las causas de la pobreza extrema (por ejemplo, la de capital humano: son pobres por su escaso capital humano) se generan políticas neoliberales como la del programa Oportunidades en la cual se busca elevar el nivel educativo más allá de lo que las familias desearían espontáneamente para sus hijos; se crea entonces un mercado de asistencia escolar: se le paga a la mujer responsable del hogar porque sus hijo(a)s asistan a la escuela, hasta terminar la preparatoria.
En síntesis: para la ideología neoliberal la única función de la política social es de apoyar a los pobres extremos para que puedan jugar el juego del mercado. Está aislada de, y subordinada, a la política económica; y no incluye la política laboral. Naturalmente, en cada país en que domina el neoliberalismo, enfrenta ciertas restricciones que explican su modus operandi particular. Por ello, el modelo más puro sólo es posible en las dictaduras, como la de Pinochet en Chile.
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