raíz de la clausura del relleno sanitario en el Bordo Poniente, los problemas que aquejan la disposición de los residuos sólidos en la ciudad de México se han manifestado en toda su crudeza. No es un problema menor ni circunstancial. Autoridades y ciudadanos enfrentamos una cuestión que requiere soluciones de fondo y que afecta en grados diferentes a todos los municipios de la zona conurbada.
Agravado por el incremento de los residuos en la época de fiestas decembrinas, el problema no desaparecerá con las medidas coyunturales que se están adoptando. En el mejor de los casos se aplazará un posible colapso del servicio.
Por su dimensión, este asunto atañe tanto a las autoridades capitalinas como a las del estado de México y al gobierno federal y provoca situaciones negativas a los habitantes de las dos entidades más pobladas del país. Si bien la carga mayor está en los hombros de la actual administración de la ciudad, las soluciones que se encuentren deben responder a una coordinación de los esfuerzos de todos los involucrados.
Mientras no haya los recursos financieros que permitan aplicar tecnologías modernas, se impone la utilización de rellenos sanitarios, que bien operados y con supervisión adecuada, pueden contribuir a remediar este problema durante muchos años. A la larga, el empleo de nuevas técnicas es insoslayable, y con el paso del tiempo su costo se reducirá. En este sentido los proyectos del gobierno encabezado por Marcelo Ebrard son un avance significativo, pero poco viables sin una gran inversión para la cual no tienen respuesta las finanzas capitalinas.
La enorme dificultad que tanto daña a este servicio en el Distrito Federal es la carencia de sitios apropiados para la disposición de los residuos. Debido a ello se utilizó un predio ubicado en terrenos federales para construir el relleno sanitario que funcionó desde 1994 a la fecha. En municipios mexiquenses del área conurbada hay minas de arena o de tepetate que concluyeron su explotación y que pudieran ser utilizadas como rellenos sanitarios. Los que actualmente funcionan en esa entidad son demasiado pequeños y en un corto plazo se saturarán, lo que da pie a la oposición de los gobiernos municipales mexiquenses a recibir los residuos de la capital.
Las primeras planas de los periódicos y las noticias televisivas han destacado las fallas en el servicio con consecuencias para la salud, el medio ambiente, el tránsito vehicular y la imagen de la ciudad. Pero no debe olvidarse que la clausura del Bordo Poniente ha impedido a los municipios mexiquenses y a innumerables pequeños recolectores de basura (algunos de ellos utilizan todavía carritos tirados por animales de carga) que depositen allí sus residuos con muy bajo costo. Ahora deben trasladarlos a los rellenos autorizados por el gobierno del estado de México, todos ellos privados, que cobran una cuota muy alta por cada tonelada que reciben. Los gobiernos municipales no tienen un presupuesto que les permita sufragar este gasto y por esta causa son omisos en la vigilancia de los canales y los bordes de las estructuras hidráulicas adyacentes, que se convierten en depósitos de basura, provocando su azolve e inundaciones, como las que padecieron varias veces en este año los habitantes de las colonias del oriente.
Si no hay pasos firmes para coordinar la acción de los gobiernos del DF, del estado de México y el federal, la situación se politizará, en detrimento de una solución coherente. En un año de elección presidencial puede provocar que se empantane en denuncias y reproches mutuos, olvidando la necesidad de dar una respuesta apropiada a la mayor brevedad posible.
Existe la tentación de privatizar este servicio, incluyendo el manejo de los rellenos sanitarios. Hay que señalar al respecto que ha sido permanente la participación de la iniciativa privada en muchos aspectos, pero el control y supervisión del conjunto de actividades había estado bajo la responsabilidad gubernamental. No conviene que sea de otra forma, por el peligro que representa el manejo poco escrupuloso de los residuos que más dañan al ambiente y a la salud: los biológico-infecciosos y los industriales. Los primeros se han atendido por el Gobierno del DF aplicando concienzudamente las normas vigentes; los segundos no han tenido la misma atención por parte del gobierno federal, que es el responsable de vigilar su manejo. Esto representa un riesgo que en algunos casos puede ser muy alto y muy grave para la población.
Existen otros aspectos que lo reducido del espacio periodístico impiden abordar. Sin embargo, es indispensable señalar que una solución integral debe dar respuesta urgente al manejo de los residuos de la construcción, muchos de los cuales son arrojados a las barrancas, en camellones y jardines citadinos, provocando un elevado daño ecológico.
* Ex director general de Servicios Urbanos del Gobierno del Distrito Federal