El investigador lanza La conspiración... con el sello Suma de Letras
Sábado 31 de diciembre de 2011, p. 6
No es igual el siglo XIX que el XXI, pero sí se parecen en México en diversos aspectos negativos, advierte el escritor e investigador José Luis Trueba Lara, quien menciona como ejemplos los pleitos, el divisionismo, la incapacidad del Estado para vincularse con la sociedad y para ponerse de acuerdo sobre un proyecto de nación.
Y cuando eso pasa, la desgracia se asoma
, agrega Trueba Lara en entrevista a propósito del lanzamiento de su novela histórica La conspiración; las sociedades masónicas y el nacimiento de una nación (Suma de Letras).
–Su crítica a varios héroes de la Independencia es fuerte, en particular a Agustín de Iturbide.
–A ese y a otros personajes como Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y Santa Anna habría que verlos con cierta calma. Son muy peligrosos y yo no los invitaría a cenar a mi casa –dice.
–Desconcierta pensar que, en gran parte, la Independencia se concretó por el interés de los sectores conservadores monárquicos en romper con la España reformista y crear un imperio mexicano, no una República.
–México nace rompiendo con la Constitución de Cádiz. Es decir, si algo no le favorece a este país desde su nacimiento es justamente la idea liberal; nacimos con el ideal conservador. Después de la Independencia se inicia la tradición liberal, pero es un liberalismo que tiene dos vertientes: una populachera, con la gente de Guerrero, la gente del pueblo que está metida en el poder, y otra estadunidense.
Las logias fueron las primeras organizaciones prepartidistas
, dice Trueba Lara. Es un espacio casi democrático, porque se reúnen a discutir sin matarse, un espacio que permite tomar decisiones conjuntas de minorías. Los masones nunca son mayoría, su poder está en ser una minoría intelectual y políticamente activa, una elite, un grupo de caudillos y generalotes. Eso varía según sea el caso.
–¿Por qué tomar los círculos secretos como uno de los ejes centrales de la novela? ¿Tuvieron mucho peso en el país?
–Muchísimo. Pensemos en el poder en aquella época: México acaba de nacer, y el primer problema es qué país vamos a crear. Es una nación llena de caudillos armados que no saben todavía de la existencia de partidos políticos, de la estructura de un Congreso y que deciden organizarse de la manera que les resulta más sensata: la logia.
La masonería se convierte en este espacio donde los caudillos, los militares, los hombres fuertes, se pueden encontrar por varias razones. De entrada, te da discrecionalidad, algo que va a ser fundamental para concertar acuerdos políticos. Lo mismo ocurre con la posibilidad de comunicarse, porque estas logias radiaban a otros lugares del país y del extranjero.
–Además plantea que en México se reflejaron las diferencias entre círculos secretos de otros países.
–Claro, círculos extranjeros que representan los intereses de otros países. En las primeras logias, los escoceses y los yorkinos, está el germen de todas las luchas entre republicanos y monárquicos, entre liberales y conservadores. Toda la coloratura política del siglo XIX nace en esos grupos.
–Hay un aspecto en la novela que parece que hablara del presente mexicano: el divisionismo, las disputas políticas e ideológicas.
–Sí. Cuando uno voltea a ver los grandes pleitos de principios del siglo XIX en nuestra nación, pareciera que se está viendo una escena semejante a la de hoy: este pleito partidista que termina hartando a la sociedad, esta incapacidad del Congreso de ponerse de acuerdo. En el siglo XIX la sociedad optó en varias ocasiones por un dictador.
Si hay una lección para el Congreso actual es que en el siglo XIX fue tal el fracaso, la incompetencia legislativa, que ellos acabaron quizá siendo los causantes de nuestros más entrañables caudillos y tiranos. No es igual ayer que hoy, pero sí se le parece. Si el Poder Legislativo no es capaz de funcionar, la desgracia se asoma.
–¿Cómo han evolucionado estos grupos secretos, siguen existiendo?
–Por supuesto, pero ya no pueden funcionar igual. En el siglo XIX contaban las minorías, conforme fuimos llegando al siglo XX éstas van perdiendo fuerza. Surgen nuevas instituciones que ya no tienen que ver nada con las logias: los partidos, los sindicatos y las instituciones públicas. Además, la disponibilidad de información es otra causa que las debilita.
Por último, la confusión entre la buena educación y la conspiración. En el siglo XIX hubo muchas conspiraciones masónicas, hoy ya no. La masonería comienza a ser debilitada desde el porfiriato y hoy es una asociación fundamentalmente de servicio a la comunidad.