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El asesino de muertos, nueva novela del escritor, espejo de la violencia en México

Sumar individualidades para cambiar la situación del país, propone Carlos Aldir
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de enero de 2012, p. 5

Si no tomamos conciencia de que en un sentido o en otro, en un grado o en otro, todos formamos parte del sistema violento que detestamos de México, no podemos pretender alcanzar una salida, dice el escritor Juan Carlos Aldir Doval, quien agrega que la suma de las individualidades generaría un cambio en el país.

Aldir Doval (1971) acaba de publicar su primera novela, El asesino de muertos (Lectórum), espejo de la realidad violenta de México y en la que el lector percibe desde el primer párrafo varios de los elementos con que el narrador tejerá su historia.

Por ejemplo, se entera de que el protagonista, Esteban, pronto se convertirá en asesino, conoce su perfil básico, el tono general de la historia y que la voz narrativa principal –aparte de otras cuatro en primera persona– buscará interactuar con el lector. El cómo por encima del qué.

–Matar para sobrevivir a la crisis socioeconómica y de valores, ¿ése sería el tema de la novela?

–Sería una manera de verlo, quizá no la única. La crisis de valores está manifiesta, porque al personaje central le resulta aceptable asesinar a otro a cambio de dinero. Eso es un trastocamiento de los valores en su nivel más profundo: imaginar que matar a una persona no tiene implicación ética.

–Se ha dicho que estamos en decadencia. ¿En su novela estamos en la decadencia de la decadencia; es un espejo de lo que pasa en México?

–Somos decadentes y lo seremos en función de no tomar conciencia de lo que pasa en el mundo. La novela propone hacer una reflexión de los hechos que vemos cotidianamente. No creo que la decadencia sea peor que en otras épocas. Simplemente es importante que se tome conciencia de que cada acción que llevemos a cabo puede convertirse, o no, en un acto decadente, un acto que vaya incluso en contra de la naturaleza humana y de su entorno social.

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Todos formamos parte del sistema violento, afirmó Aldir Doval

–Los malos en la novela tienen también rasgos de humanidad. ¿Se diluye la frontera entre el bien y el mal?

–Más que eso, se pretende interiorizar en el personaje. Todo mundo tiene claroscuros, depende de cada quien cuál predomina. El propósito era explorar que todas las personas, por muy abominables que parezcan sus acciones, tienen sus motivaciones, sueños, anhelos y deseos. Pueden no ser entendidos por los otros y ellos a su vez no entender a los demás, pero eso no quiere decir que no sean humanos igual que los otros.

Aldir cuenta que comenzó a desarrollar ese tema hace algunos años, cuando ya tenía a los personajes y las atmósferas muy bien perfilados, pero que el argumento completo le quedó claro al percatarse de que la violencia estaba cada vez más cerca del individuo común.

Mi propósito fue explorar qué sucedía cuando un individuo común de pronto se ve involucrado en una trama criminal. ¿Cuáles son sus transformaciones interiores, en qué momento las situaciones que vive se transforman? Esa era mi manera de explorar qué pasa cuando la violencia nos toca en lugar de que nosotros la busquemos.

–Podría pensarse que el protagonista se beneficia de la impunidad, pero eso sería relativo.

–Sí. Esa impunidad en relación con la justicia física, policiaca, es terrorífica, porque él en ningún momento está preocupado por ella, ni siquiera le pasa por la cabeza terminar en la cárcel. La impunidad es uno de los grandes problemas que padecemos. Por otro lado, la verdadera impunidad con la que se enfrenta es en relación con él mismo.

Sobre otras intenciones con el lector, comparte: Aspiro a que en esta novela estén los elementos para que cada quien pueda hacer una reflexión y sacar su conclusión del mundo, de México y de la circunstancia que nos rodea. Con eso me daría por bien servido.