De Broadway para México llegó al Auditorio Nacional el musical Mary Poppins, que inició temporada el pasado 18 de enero y la concluirá el próximo 5 de febrero. Es presentada por Disney y Cameron Macintosh. El pasado jueves se realizó una función para prensa e invitados especiales, quienes siguieron la historia a partir de la versión original del inglés, subtitulada al español. En 12 años, esta propuesta ha sido vista por millones de personas y es un negocio voyante. En el Auditorio Nacional, ante cientos de niños acompañados por sus padres, transcurrió la función con una gran respuesta del público. Algunos se saben paso a paso, acto tras acto, e incluso detalles poco advertidos por la mayoría.

En las pantallas se ven aspectos de lo que en macro se observa en el escenario, lo cual ofrece otra perspectiva. No todos son letrados en la lengua de Shakespeare y se agradecen los subtítulos. Una mamá colocó a su pequeña hija sobre sus piernas y le leyó los parlamentos. Esa escena tierna se rompió cuando desde la clandestiinidad alguen exigió silencio. Esto es para la reflexión.

Mucho público veterano que ha visto musicales y puede opinar por comparación, e incluso dentro de la doxa comparar con lo que hace Morris Gilbert, de Ocesa Teatro, en este género que muchos no soportan.

No faltó quien ostentara supuestos privilegios de viajero y que en voz alta dijera que vio esa puesta en tal o cual ciudad del orbe, como Londres.

En este caso, la compañía proveniente de Broadway es una de las seis que de manera itinerante se presenta en el mundo con esta historia supercalifragilísticaespiralidosa. Sustantivos más, adjetivos menos.

En sus antecedentes, este musical se sustenta en la película de Walt Disney, estrenada en 1964, basada en la serie de libros del mismo nombre y que firmaba P. L. Travers (esto en información tomada de Internet).

La cinta es un musical que mezcla actores reales con secuencias animadas. En el Auditorio, en una pantalla se pudo ver un cielo azul y el vuelo poppinesco sombrilla o paraguas protectores por delante. Esta Mary no le pide nada a la encarnada por Julie Andrews, quien ganó un Óscar por ese trabajo.

La trama es simple, pero los gags provocan risas y hasta carcajadas. Se cuenta que en Londres, hacia 1910, una típica familia inglesa de buena posición, aparentemente perfecta, tiene problemas con sus hijos, descuidados por sus padres, y hacen una pesadilla de la vida de cualquier niñera que contratan. La llegada a la casa de Mary Poppins cambia la vida de la familia para siempre, sobre todo la de los pequeños, Jane y Michael, quienes verán resueltos sus problemas gracias a las soluciones mágicas de su nueva niñera. En sus aventuras no faltará Bert, amigo de Mary.

El único propósito de la niñera es hacer feliz a la familia y demostrarles qué es lo más importante. Mary Poppins fue nominada a 13 Óscares, de los cuales ganó cinco.

En el caso de la puesta en esscena, que se presenta en el Distrito Federal es protagonizadan por Nicolas Dromard y Megan Oterhouse, quienes para obtener el papel compitieron con miles de actores. Megan Oterhouse, quien hace de Mary Poppins, ya había estado en México como turista.

La obra dura dos horas con un intermedio de 15 minutos.

Al final de la función del pasado jueves no se escucharon comentarios negativos, todo lo contrario. Algunos dijeron que volverían a ver esta propuesta teatral familiar con música en vivo, vuelos entre las nubes y una de las palabras más largas de las que se tenga memoria: supercalifragilísticoespiralidoso (en un musical).