La ausencia de lluvias en verano se agudiza con la falta de nieve en el invierno
Algunos ejidos tienen agua para sólo una semana, según indígenas
Sábado 21 de enero de 2012, p. 2
Chihuahua, Chih., 20 de enero. La emergencia en la sierra Tarahumara se agravará aún más por la falta de agua. Todo mundo aquí lo advierte. Los aguajes donde se surten las comunidades rarámuris agonizan ante la prolongada sequía que azota la región y se prevé que estarán completamente secos hacia finales de abril o principios de mayo, al comienzo de la época más calurosa del año.
Los principales afectados serán los niños, que de por sí ya padecen los estragos que resultan de la combinación de una mala alimentación y una higiene deficiente: manchas en la piel, enfermedades gastrointestinales e incluso en la comunidad de Cosararé se han detectado varios casos de sarna entre los menores.
Triste recuento
Un recorrido por la sierra, entre Carichí y Tehuerichi, permite observar los lechos de arroyos y riachuelos secos o con uno que otro espejo de agua que no durará hasta el verano; árboles y arbustos quemados por las heladas y extensas áreas de pastos muertos.
La propia comunidad de Tehuerichi, que dispone de escuelas, albergue infantil y servicio médico con instalaciones para agua corriente, se surte del líquido en los remanentes de un río que la cruza. Y si no llueve en los próximos meses, para el verano estará completamente seco.
La ausencia de lluvias en el verano se agudiza con la falta de nieve en el invierno. Aunque puede haber temperaturas históricas de menos 20 grados centígrados.
Al no haber lluvias en el verano ni nieve en el invierno, los pozos se no se recargan y los escurrimientos que alimentan riachuelos y arroyos de la sierra se desecan.
Misión imposible
La atención del gobierno del estado a la inminente crisis del agua, se prevé difícil en extremo: ¿Cómo se le hará llegar el líquido a toda la población indígena que se encuentra dispersa en extensas zonas, muchas de ellas de difícil acceso?
En ese sentido, Ismael Díaz, coordinador operativo de la Coordinadora Estatal de la Tarahumara, hacía notar en una entrevista reciente que sólo en el municipio Guachochi hay mil comunidades indígenas y en Guadalupe y Calvo, mil 500.
Hay que decir que el problema no se reduce a las comunidades indígenas de la sierra. En Creel es común la falta de agua en casas, hoteles y establecimientos comerciales de su centro urbano. Mientras que en los poblados mestizos de las llanuras aledañas a Chihuahua capital ya se observan los efectos de la sequía. Es el caso del ejido ganadero de El Charco, situado a las afueras de Chihuahua, donde ya es posible localizar tiraderos de reses, muertas de hambre y de sed. La macabra ironía del asunto es que dicho cementerio de vacas se encuentra junto a la represa a la que el ejido debe su nombre. Erigida para el acopio del líquido en la temporada de lluvias; en otros inviernos suele encontrarse casi llena, ahora, según cuenta don Leonorio, habitante de la localidad, no tiene agua para más de una semana.
De acuerdo con el propio Leonorio, un septuagenario con 50 años de vivir en El Charco, la situación está obligando a los ganaderos a malbaratar sus vacas, él mismo lo ha hecho.
Así, un animal que en condiciones normales costaría 5 mil pesos o más, lo llegan a vender en mil 500 pesos o menos. De lo perdido lo que aparezca.
María Teresa Peti Guerrero, integrante de la Consultoría Técnica Comunitaria con una larga historia de lucha contra la destrucción los ecosistemas de la Tarahumara, reconoce la gravedad extrema del problema y coincide con otras opiniones en el sentido de que en pocos meses la situación resultará desastrosa.
Federico Mancera Valencia, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia y estudioso de las sequías en Chihuahua, afirma por su parte que la sequía atípica
que ahora enfrenta la entidad, no es un desastre natural, es resultado de las acciones del ser humano; en todo caso es un desastre socionatural.