Park City, 27 de enero. Con un retrato mordaz del actual sistema de salud estadunidense, un documental presentado en el festival de cine independiente de Sundance intenta demostrar que existen soluciones para dar prioridad a los pacientes y que al mismo tiempo reduzcan los costos.

Escape Fire, de Matthew Heineman y Susan Froemke, compite por el gran premio del documental en el festival estadunidense, que se prolongará hasta el domingo en Park City, en las montañas de Utah (oeste).

La película parte de una constatación inapelable: Hoy día, tenemos en Estados Unidos un sistema de gestión de la enfermedad, no un sistema de atención de salud, dijo Froemke.

El costo del seguro de salud representa actualmente 20 por ciento del producto interno bruto de Estados Unidos. Los estadunidenses gastan 300 mil millones de dólares al año solamente en medicamentos, casi tanto como el resto del mundo. Sin embargo, el país no lidera los ranking de salud pública.

Estados Unidos y Europa tomaron caminos diferentes después de la Segunda Guerra Mundial, señaló el cardiólogo Steven Nissen, uno de los muchos expertos que aparecen en el documental, y luchador incansable contra los gigantes farmacéuticos.

Mientras Europa optó por un seguro de salud administrado por el Estado, Estados Unidos tiene un sistema muy extraño, con compañías de seguros de salud que rembolsan dinero a centros de salud esencialmente privados, y un minúsculo sistema de atención dependiente del gobierno, dijo.

Esto nos llevó en una dirección completamente diferente, dominada por la ganancia y no por la atención en salud, dijo.

El documental explica cómo funciona el sistema de remuneración de los médicos desarrollado por las compañías de seguros para alentar a los profesionales a atender a la mayor cantidad de pacientes en el menor tiempo posible, favoreciendo la prescripción excesiva de medicamentos, sin haber podido hacer una evaluación clara de los síntomas.

Nuestro propósito era realmente entender por qué el sistema no funciona y cómo los grupos de poder en el sector privado no quieren que las cosas cambien, comentó Heineman. Pero hay gente en todo el país que está tratando de reparar el sistema.

Los cineastas entrevistaron a profesores, médicos y directores de empresas que quieren promover una nueva forma de practicar la medicina, generalmente menos costosa y menos intrusiva.

Un ejemplo es el de un soldado herido y traumatizado tras regresar de Afganistán, que logró poco a poco deshacerse de los 32 medicamentos que le habían prescrito, siguiendo un programa de acupuntura en un hospital militar.

O el caso del doctor Dean Ornish, famoso por su trabajo en la prevención de enfermedades cardiovasculares por medio de cambios en el estilo de vida, entre ellos la dieta, en un país donde 65 por ciento de la población tiene sobrepeso.

El documental también muestra el testimonio del jefe de la cadena de supermercados Safeway, cuyos costos de seguro de salud se mantuvieron estables, cuando los costos medios de las empresas aumentaron 40 por ciento entre 2005 y 2009, quien ofreció beneficios financieros a los empleados dispuestos a hacer deporte y comer más sano.

Pero aunque existan soluciones, el profesor Nissen notó con pesar que los grupos privados son ahora más poderosos que nunca, gracias a una ley que prácticamente eliminó los límites de las donaciones durante las campañas electorales.

Creo que los ataques contra el sistema de salud durante la campaña electoral serán de una violencia sin precedente, dijo, en alusión a las feroces críticas de los republicanos a la reforma de salud impuesta por el presidente Barack Obama.

Tenemos una batalla que dar y necesitamos armas. Creo que esta película es una, agregó.