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Ver día anteriorSábado 28 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Peña Nieto: una posible contribución a la democracia
A

cepto que algunos de mis artículos contienen a veces una pequeña dosis de ironía, que puede hacerlos parecer extraños o incluso contradictorios. No es este el caso: lo que aquí se plantea es una propuesta muy seria que acaso pudiera tener importantes repercusiones para el futuro y, desde luego, no puedo dejar a un lado el mérito que en ello tiene el Lic. Peña Nieto, aunque éste pudiera no ser consciente de ello.

Como sabemos, de acuerdo con la Constitución, el sistema de gobierno de nuestro país es democrático y aunque esto ha sido una verdadera quimera hasta ahora, aun después del supuesto cambio ocurrido o prometido a partir del proceso electoral del 2000, las posibilidades allí están y espero que en un día no tan lejano las podamos concretar. En lo personal, me atrevo a pensar que un mayor nivel de educación colectiva es el factor más importante para lograrlo. Por otra parte, vivimos también en un Estado en donde el poder reside en el pueblo y es el pueblo el que definitivamente debe decidir los aspectos esenciales para asegurar su integridad, soberanía y bienestar, aunque hasta ahora esto ha sido igualmente otra quimera.

Gracias al conocido y comentado evento sucedido en la reciente Feria del Libro de Guadalajara quedó al descubierto una realidad totalmente lamentable, pero de ningún motivo extraordinaria: el hecho de que alguien con bastantes posibilidades de llegar a ser presidente de México, gracias a una costosa campaña mediática impulsada por terceros, sea en realidad un individuo que de seguro no pasaría una prueba de lectura de comprensión como las que se aplican a los alumnos en las escuelas primarias, lo cual sucede normalmente entre quienes carecen de la costumbre de leer, representa una oportunidad que de inmediato nos abre toda una serie de preguntas, que hasta donde recuerdo nunca habíamos podido hacernos; una fundamental es desde luego sobre cuáles debieran ser los conocimientos, las habilidades y las competencias mínimas que debería reunir una persona para llegar a ser presidente, pero inmediatamente surge una segunda pregunta, sobre si los conocimientos y las competencias son suficientes o deberíamos pensar en que tendrían que existir también algunos valores éticos mínimos y cuáles pudieran ser estos, y luego viene también una tercera interrogante: ¿Cuáles son los riesgos reales para el país cuando una persona que no reúne estas condiciones mínimas llega a ser electo para la primera magistratura? Y después tendríamos que preguntarnos si este tipo de requerimientos sólo debieran aplicarse a los candidatos a la Presidencia o algo muy similar sería necesario para los gobernadores, para los senadores y para los diputados. ¿Sería aceptable que un candidato a gobernador diera una respuesta como la de Peña Nieto? Porque después de todo, él ya fue gobernador del estado de México, con todo y las limitantes que ahora le son conocidas.

Pero de igual manera las atribuciones y responsabilidades de un senador de la República no son menores, como tampoco lo son las de los diputados, pues ciertamente cada uno de esos cargos o funciones públicas de seguro exigen que reúnan algunos conocimientos mínimos sobre una buena diversidad de temas, así como capacidad importante de razonamiento, de juicio, de madurez emocional e intelectual y, desde luego, de responsabilidad. En estas condiciones, lo único que podemos pensar es que en realidad hemos sido extraordinariamente afortunados con el país que todavía tenemos, considerando, por ejemplo, lo que sucedería si los médicos que operan en los hospitales llegaran a sus puestos en las condiciones que lo hacen gobernadores, alcaldes, diputados y los mismos presidentes de la República.

Hoy día, las evaluaciones son elementos cada vez más aceptables en la vida pública y privada de nuestro país y, de hecho, en todo el mundo; los estudiantes del sistema educativo son sujetos de una valoración cada año, que pretende no sólo calificarlos a ellos, sino también a sus profesores, a las escuelas, a los subsistemas educativos de las entidades donde ellos viven y al sistema educativo nacional en su conjunto; ciertamente estas evaluaciones han sido objeto de críticas serias, que no las invalidan, sino las nutren para hacerlas más confiables y mejores. De manera similar, en las empresas es ya práctica común que éstas realicen evaluaciones para seleccionar a sus nuevos empleados, pero sobre todo como un requisito indispensable para ocupar los puestos de máxima responsabilidad en ellas, pues todos saben que los resultados de tales prácticas no sólo se miden en mayores utilidades, sino en los niveles de certeza y de bienestar, tanto para quienes ahí laboran como para sus dueños e igualmente para quienes requieren de sus productos y servicios. ¿Por qué no pensar algo así para quienes de motu proprio se presentan como aspirantes a estas importantísimas responsabilidades y compromisos con nuestro país y con quienes formamos parte de él?

Yo no sé si esto sea una práctica establecida en alguna nación de la Tierra, pero ello me parece irrelevante a la luz de lo que podríamos lograr con su instrumentación, y sobre todo a la luz de lo que hemos vivido en las últimas décadas y seguimos padeciendo actualmente. ¿Qué nos habría dicho una prueba aplicada en su momento al señor Salinas sobre sus inclinaciones a distorsionar la realidad, en perjuicio del mayor número posible de personas, con tal de incrementar su poder? ¿Qué se habría detectado y hecho del conocimiento público en la personalidad de Felipe Calderón en relación con el uso de la violencia o a su incapacidad para imaginar las consecuencias posibles de sus decisiones? ¿Qué efecto habría tenido conocer a tiempo la ignorancia absoluta de Fox, en cuanto a casi cualquier cosa, incluyendo el significado de la palabra cambio y de las responsabilidades personales que se contraen al llegar a ser presidente de la República?

Sé que mi propuesta es bastante simple, desde el punto de vista conceptual, y puedo asegurar que no existe en mi mente destinatario específico alguno, pero entiendo que no sería sencillo llevarla a cabo y, desde luego, requeriría de un complejo proceso político tan sólo para acotarla y regularla antes de su instrumentación, pero no tengo duda de que tendría consecuencias positivas para todos y para la nación en su conjunto.