Opinión
Ver día anteriorMartes 31 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Saber comer

E

n estos días ciertos comentarios y declaraciones han puesto sobre la mesa prejuicios que impiden ver desde la igualdad y el respeto distintas formas de vida. Respecto de la rarámuris, por ejemplo, se dice que no saben comer o que sus casas evidencian una forma de vida primitiva.

Ésta ha sido la manera de analizar del mundo occidental. Quienes no son como ellos son bárbaros, salvajes, atrasados. No entienden que desde épocas remotas hubo grupos humanos que eligieron vivir en un contacto más estrecho con la naturaleza y alternar la recolección, la caza y la pesca, con una agricultura de autoabasto.

Cuando se proponen educarlos, enseñarles a comer, lo que en el fondo plantean es un camino para destruir formas culturales que no entienden y que además no van con sus intereses. En la lógica comercial, los rarámuris no son buenos consumidores de las necesidades ficticias que venden algunos. Tampoco son sujetos de crédito.

Y sin embargo los rarámuris son ricos, pues son los dueños de grandes extensiones de bosque y de los minerales que hay en su territorio. Que no talen sus árboles o exploten sus minas no significa ignorancia; su visión del mundo les hace ver con claridad que si hicieran eso, terminaría para siempre la cultura rarámuri. La pregunta es qué beneficia más a la humanidad, hacer negocio con las riquezas naturales o vivir con lo indispensable para garantizar la vida de las generaciones por venir.

En relación con la comida, hay un ejemplo revelador de lo que significa un cambio de dieta para nuestras culturas. Hay pimas en México y en Estados Unidos. Este grupo, como otros muchos en nuestro país, tiene propensión genética a la obesidad, pero los pimas de Sonora han sabido conservar su dieta tradicional y caminan largas distancias en la sierra. Los pimas de Arizona, Estados Unidos, se han involucrado en negocios de casinos, hacen una vida sedentaria y consumen comida chatarra. El resultado es que se ubican entre los grupos humanos con mayor obesidad en el mundo. (Mauro E. Valencia, Cuadernos de Nutrición septiembre-octubre 2002, vol. 25, núm. 5)

Si los rarámuris tienen hambre es porque los occidentales han invadido sus tierras y talado sus bosques. Codician sus minas y ahora se apoderan de sus tierras para siembras ilícitas. Como expresó el jesuita Javier Ávila: El hambre no se ha ausentado de la Tarahumara, yo creo que desde que llegó la otra cultura. Es gente que invade o que invadimos y que de muchas maneras les vamos quitando derechos. Les están arrebatando los bosques y barrancas que les proveen de alimento. Por ahí hay que empezar.