ara la mayoría de los espectadores actuales, la experiencia del cine mudo resulta tan ajena y exótica que, en parte, explica el entusiasmo crítico con que ha sido recibido El artista, cuarto largometraje del realizador francés Michel Hazanavicius. Su estreno en Cannes el año pasado fue uno de los grandes sucesos del festival, y desde entonces se la ha pasado cosechando premios por todos lados; gracias a una intensiva campaña publicitaria de Harvey Weinstein, su mañoso distribuidor en Estados Unidos, se menciona como uno de los títulos favoritos a barrer con los premios en la próxima entrega del Óscar.
Aunque uno preferiría no pasar otra vez por aguafiestas, la verdad es que he permanecido inmune a la mayoría de los supuestos encantos de El artista. Ciertamente no es novedoso el gimmick de hacer una película sin diálogos –en sentido estricto no es muda, porque cuenta con música y efectos sonoros–, pues, entre otros antecedentes, Mel Brooks tiene a su crédito haber dirigido Silent Movie en 1976, ocurrente comedia sobre un cineasta contemporáneo que precisamente intenta vender la idea de una producción silente.
El artista tiene, en cambio, un sustento más sentimental. La acción se sitúa en el Hollywood de 1927, durante la traumática transición entre el cine mudo y sonoro. George Valentin (Jean Dujardin), estrella popular por sus aventuras de capa y espada a lo Douglas Fairbanks, se niega a aceptar el cambio y, en consecuencia, su carrera se arruina. Al mismo tiempo, una de sus admiradoras, Peppy Miller (Bérénice Bejo, argentina de nacimiento y esposa del director), prospera en su carrera de actriz cinematográfica, cosa irónica, pues fue Valentin quien le dio su primera oportunidad profesional.
El también guionista Hazanavicius ha afirmado que su inspiración fue su amor por el cine mudo y, en particular, el cine expresionista alemán. Lo curioso es que la película no intenta reproducir el estilo fotográfico ni la atmósfera de las producciones de los años 20 (ni mucho menos del expresionismo). Si bien se filmó a 22 cuadros por segundo y en el rango tradicional de 1.33 –cosa que causará un desbarajuste en las salas mexicanas, sólo equipadas para proyectar en pantalla ancha–, las imágenes de Guillaume Schiffman y el estilo de actuación evocan un periodo posterior de Hollywood, el de los años 40 y 50, con referencias facilonas a clásicos como El ciudadano Kane (1941) Cantando bajo la lluvia (1952) y Nace una estrella (1954). (Para recreaciones verosímiles y reflexivas del inicio del cine ahí está La invención de Hugo Cabret, de Martin Scorsese, o incluso los delirantes ejercicios de estilo del canadiense Guy Maddin.)
Las citas son directas y literales, desde luego, sin un intento de relectura posmoderna. Así, el uso de la música compuesta para De entre los muertos (1958) por Bernard Herrmann no tiene otro sentido que aprovechar un romanticismo prefabricado.
Ahora bien, esa falta de rigor no quita que El artista sea a ratos una comedia ingeniosa y simpática. Antes visto como un James Bond sangrón y políticamente incorrecto en las dos realizaciones previas de Hazanavicius, Dujardin se beneficia de su parecido físico con Gene Kelly para hacernos creer que su enorme sonrisa es sincera. ¿Y quién puede ponerle reparo a unos nostálgicos bailes de tap, ejecutados con vigor por Dujardin y Bejo?
Sólo en Francia, su país de origen, El artista fue estrenada en cientos de salas y ha sido taquillera. Cosa natural, pues un público menos sofisticado se acercará con suspicacia a un estreno parcialmente silente y en blanco y negro. Algunos colegas extranjeros han expresado la ilusión de que el éxito de prestigio de la película servirá para que los espectadores se interesen por los clásicos. Francamente, lo dudo muchísimo.
El artista
(L’artiste)
D y G. Michel Hazanavicius/ F. en ByN: Guillaume Schiffman/ M: Ludovic Bource/ Ed: Anne-Sophie Bion, Michel Hazanavicius/ Con: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller/ P: La Petite Reine, La Classe Américaine, JD Prod, France 3 Cinéma, Jouror Productions, uFilm; con la participación de Canal +, Ciné Cinéma, France Télévision. Francia-Bélgica, 2011.
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