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Ver día anteriorMiércoles 7 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Es Homs un eco de lo que ocurrió en Srebrenica?
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o hay paso para la Cruz Roja. No aún. Quizá en unos días, cuando el área haya sido asegurada. Los hombres y niños son separados de las mujeres. Ríos de refugiados: mujeres, niñas, niños pequeños y los viejos, entre los que hay sólo unos cuantos varones. Se habla de hombres que son hechos abordar camiones que se los llevan a un destino desconocido. Devastación. No hay periodistas ni libertad de movimiento para miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Este lugar se llamaba Srebrenica.

Los paralelismos son seductores, peligrosos, aterradores; y con frecuencia, imprecisos. Nasser fue el Mussolini del Nilo para (el entonces primer ministro Anthony) Eden, en 1956. Saddam fue el Hitler del Tigris para Bush y Blair en 2003. Hacerle frente a tiranos –a excepción de nuestros tiranos”– ha sido la gran cosa. Cuando no los enfrentamos siento un poco de náuseas y empiezo a hacer preguntas incómodas. Me viene a la mente por qué nos quedamos sin hacer nada cuando Hafez Assad asesinó a sus opositores sunitas islámicos en Hama, en 1982. También pienso en Srebrenica, desde luego. Y ahora Homs. En Libia, mientras Kadafi avanzaba hacia Bengasi todo fue ¡bombas fuera! Durante Homs, nuestros muchachos permanecieron dispersos y el llamado a las armas nunca se escuchó.

Sí, los fantasmas de Srebrenica se mueven por nuestro planeta tan rápidamente que no nos percatamos de ellos. Son espectros muy veloces cuyas sombras oscurecen las prisiones de Libia y los poblados de Siria. Quizá los fantasmas de Hama visitaron Srbrenica antes de su caída, en 1995. Llegaron a esa localidad árabe hace años, cuando aún tenía generadores que funcionaban con chirriantes molinos de río; cuando las Brigadas de la Defensa de Siria luchaban en los túneles subterráneos de la ciudad, hace 30 años y perseguían a niñas islamitas suicidas que llevaban granadas atadas al cuerpo. Los asesinatos masivos son una especie de rueda rotatoria. Ahora los vemos, ahora no. Y después nos preguntamos: ¿cómo pudimos permitir que sucediera algo así?

En Hama murieron quizá 10 mil. En Srebrenica más de 8 mil. ¿Y en Homs? Bueno, si toda Siria ha perdido a 8 mil en un año, el sacrificio de Homs debe ser mucho menor. Pero las estadísticas de Naciones Unidas no parecen incluir a los miles de caídos en el ejército sirio. Soldados del gobierno también fueron asesinados en Homs, como lo fueron en Hama. No había muchos serbios en Srebrenica. Desde luego, Bengasi pudo ser el nuevo Srebrenica si la OTAN no hubiese bombardeado los tanques de Kadafi que estaban a punto de llegar a la ciudad, el año pasado. Hasta los sirios se burlaron de la campaña en Bengasi de Kadafi llamada Zenga, zenga, que significa callejón por callejón, en una traducción aproximada. Ahora las fuerzas del gobierno sirio están haciendo su propio zenga, zenga.

Existen otros paralelismos entre Srebrenica y Homs. En Srebrenica, el comandante musulmán local, Naser Oric, quien fue misteriosamente rescatado antes de la ofensiva serbia, se dedicó a matar a civiles serbios de la ciudad desde 1990. En Homs, los hombres armados cometieron sus propios asesinatos sectarios. Las organizaciones no gubernamentales se retiraron de Baba Amr durante el sitio y contaban horrendas historias de como los soldados del Ejército Libre de Siria alardeaban de haber degollado a sus enemigos. En Srebrenica, los serbios decían combatir a terroristas islámicos –una de las declaraciones favoritas de los señores Karadzic y Mladic– y eran también terroristas aquellos contra quienes los baazistas sirios decían estar luchando.

Esos son los aterradores espejos de Srebrenica y Homs, que fue con los que comencé estas reflexiones: la Cruz Roja sin poder entrar, sin periodistas, hombres y niños separados de las mujeres, las refugiadas y sus historias sobre hombres asesinados, varones abordo de camiones. El fracaso de la comunidad internacional.

De hecho, también hay muchas diferencias; las suficientes para retirar el pie del acelerador de la indignación por un momento. En Srebrenica, los cristianos mataban a los musulmanes porque eran musulmanes. En Homs, los musulmanes matan a los musulmanes porque un bando está a favor de los chiítas alawitas y el otro apoya a los sunitas. LA ONU concedió a Srebrenica el estatus de refugio seguro. El batallón holandés de Naciones Unidas (que está entre las unidades militares más patéticas del mundo) estaba en la zona y miraba cómo los serbios secuestraban hombres. Ni la ONU ni la OTAN han bendecido a Homs con una protección defectuosa.

Más bien todo lo contrario. Nuestros valientes líderes han perdido mucho tiempo diciéndonos que rechazan de manera absoluta, total y completa intervenir militarmente en Siria. Y qué raro es el que insistamos tanto en hacer pública nuestra impotencia ante la situación en Siria mientras que no cesamos de amenazar a Irán por su programa de armas nucleares, reales o mitológicas, cuando Irán no está cometiendo matanzas. El derecho a proteger de Occidente no es gratuito. Si las víctimas están demasiado cerca de las divisiones que existen en Medio Oriente, entonces sí son dignas de nuestro celo guardián.

A los ciudadanos sirios les damos nuestra compasión a paletadas. Hay indignación. Homs, la ciudad mártir, suena bien, sobre todo porque hace honor a la verdad. Pero sentir pena sale barato, la conmiseración es fácil, el dolor es en realidad un analgésico para las conciencias culpables. Los sirios serán dejados a su suerte, como lo fueron los bosnios musulmanes hace ya tantos años. Mientras tanto, esas sanciones de usos múltiples muerden con dientes de hule a los regímenes que culpamos de todos los horrores. Sólo el cielo sabe –ascendamos brevemente a las alturas del poder y el silencio– lo que ocurriría si israelíes y estadunidenses deciden atacar a Irán mientras que nosotros desperdiciamos nuestra protección en la gente de Homs, Idlib o Deraa.

Al Qaeda sirve para todo propósito. El régimen sirio dice que Al Qaeda lo ataca. Los estadunidenses sospechan que esto es verdad, al menos en lo que respecta a atentados suicidas en Damasco, Alepo y Deraa; incluso Al Qaeda lo admite. De la misma forma, los serbios afirmaron que combatían al extremismo islámico en el corazón de Europa. El fantasma de Bin Laden es útil para todos, excepto las víctimas.

Eventualmente llegaremos a Homs, por supuesto, cuando esté rota y aplastada y su gente admita calladamente los horrores que han padecido. Estuve brevemente en Hama durante los combates de 1982 y regresé poco después. Lo más que logré que me dijera un atemorizado comerciante que llevaba maíz en una carretilla fueron estas tres palabras: Dios sabe todo. Ergo Homs, supongo.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca