n relato sorprendente que podría parecer inverosímil, a no ser que estuviera sustentado, como de hecho lo está, en el análisis riguroso de los más recientes avances del conocimiento científico, es el que ofrece la lectura del más reciente libro de Carlos Valverde, La química de la vida: de yodo y hormonas tiroideas en la evolución de la humanidad. Se trata de un planteamiento ambicioso y provocativo en el que el autor consigue crear un hilo conductor que va desde la formación del universo hasta las explicaciones más recientes sobre la evolución humana. En el centro, como un eslabón que une estos dos extremos, se encuentra un elemento, el yodo, constituyente de las hormonas producidas por la glándula tiroides.
La obra que comento fue presentada hace pocos días en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. El autor es un prestigiado investigador mexicano, experto en endocrinología, que actualmente trabaja en el Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con sede en Juriquilla, Querétaro. Este libro es, en mi opinión, una muestra de cómo los científicos mexicanos son capaces de producir obras de calidad equivalente a las que surgen en otras latitudes. Como en este caso, además están dotadas de gran originalidad, pues, hasta donde yo he revisado, no existe una idea semejante a la desarrollada por Valverde dirigida a un público amplio.
Su planteamiento es el siguiente: las estrellas son la fuente de todos los elementos químicos del universo. Gracias a los avances de la astroquímica, se ha podido conocer la composición de estos cuerpos celestes, cuyos elementos son los mismos que se encuentran presentes en nuestro planeta y en todos los seres vivos. En otras palabras, somos una especie de polvo de estrellas –lo que nos remite de algún modo a las concepciones neoplatónicas, sólo que en este caso, a diferencia del Renacimiento, esta idea se encuentra sustentada en los avances de la ciencia moderna. Si bien los elementos más abundantes en las estrellas son los más ligeros, como el hidrógeno o el helio, la explosión de una supernova, por ejemplo, devuelve al espacio interestelar elementos más pesados, constituyentes de la materia conocida. Entre éstos, Valverde le sigue la pista a uno, el yodo.
El yodo forma parte de los elementos químicos naturales que son esenciales en todas las formas de vida conocida. En los humanos, la incorporación y desincorporación de este bioelemento ocurre en la glándula tiroides, localizada en el cuello, en la parte superior de la tráquea. El yodo es indispensable en la producción de hormonas tiroideas, que se sintetizan y almacenan en este órgano y posteriormente se liberan a la sangre. Entre éstas destaca la regulación del metabolismo, es decir, el control de la síntesis y degradación de proteínas, grasas y azúcares. En el núcleo de las células, regulan la función de varios genes, encendiéndolos
o apagándolos
. Uno de los efectos más importantes dentro del planteamiento de Valverde es su papel en el desarrollo, en particular, del sistema nervioso, pues la deficiencia de yodo se traduce en un escaso desarrollo del cerebro, como ocurre en el hipotiroidismo.
Carlos Valverde examina los orígenes y evolución de nuestra especie, haciendo un interesante recorrido por los estudios más actuales sobre nuestros más remotos ancestros. Si bien el autor acepta que se trata de un tema que no está resuelto todavía y queda en un nivel hipotético, el yodo podría haber desempeñado un papel central en la evolución humana. Resulta muy clara la distancia que marca el escritor respecto de un determinismo genético, al precisar que los genes no lo son todo, pues las influencias medioambientales desempeñan también un papel central. Así, es posible que las modificaciones en el estilo de vida y en el aporte energético y nutricional de nuestros antepasados homínidos, en las cuales la presencia de yodo y hormonas tiroideas probablemente es elevada, hayan contribuido a una mayor encefalización.
Desde luego, hago aquí una síntesis muy apretada y superficial de las ideas principales contenidas en este libro editado por la UNAM. En realidad cada paso que da el autor está plenamente respaldado por rigurosos estudios científicos y sus protagonistas.
Valverde introduce imágenes sorprendentemente bien logradas de la historia de las disciplinas involucradas, e incluso explica en detalle algunos de los experimentos que llevaron a los resultados en los que apoya su exposición. A pesar de que por momentos trata temas científicos de gran complejidad, éstos son explicados de manera coloquial y amena, pues nunca pierde de vista al lector. En suma, se trata de un libro cuya lectura es muy recomendable.