iles de personas recibieron en Leicester a Isabel II en el inicio de la gira para celebrar los 60 años de ocupar el trono del Reino Unido. Es parte de las fiestas de pompa y patriotismo que culminan en junio con un gran festival naval en el Támesis, encabezado por la galera real, acompañada por mil barcos, y la Música acuática de Haendel. De remate, los Juegos Olímpicos. Esta mujer tímida, amable pero exigente, hábil a la hora de manejar los problemas de su país, nada emocional, discreta, es ya parte del paisaje británico.

Cuando en el mundo parece que sólo quedarán como reyes auténticos los de la baraja, Isabel II ha hecho perdurar una institución para muchos anquilosada en el mundo de hoy. Sin embargo, apenas 30 por ciento de los británicos es partidario de desaparecer la monarquía e instaurar la forma republicana de gobierno. Lo anterior, pese al desgaste sufrido por la reina con motivo de la muerte de la princesa Diana y del comportamiento nada ejemplar de su hijo Carlos, quien debe sucederla en el trono.

Bien distinto es lo que ocurre en la casa real española. Primero fue el divorcio de la hija mayor del rey Juan Carlos, la infanta Elena; luego el matrimonio del príncipe Felipe, heredero de la corona, con Letizia, plebeya y, además, divorciada. Enseguida, los negocios ilegales del marido de su otra hija, la infanta Cristina, a costa del dinero público en las comunidades de Valencia y Baleares. Aunque el yerno incómodo, Iñaki Urdangarin, echa toda la culpa a los demás implicados en cometer fraude a la administración, malversar fondos públicos y enriquecerse muy explicablemente, todos los hilos de la trama llevan hasta él.

La familia real española y las demás que aún quedan gozan de fama también gracias a la llamada prensa del corazón, que las coloca al lado de las estrellas del cine, los ídolos de la canción, el deporte y el espectáculo. Muy rentables para los medios que venden miles de ejemplares contando las fastuosas bodas, bautizos y funerales que se pagan con dinero de los ciudadanos.

También ocupan la atención cuando aparecen libros en los que se ofrece el lado oscuro de su comportamiento. Así ocurre ahora con los reyes de España. En uno reciente, La soledad de la reina, la periodista Pilar Eyre ofrece un retrato íntimo de Sofía, la esposa de Juan Carlos. Entre otras cosas, revela que desde la muerte del dictador Franco la convivencia es prácticamente inexistente entre ellos, debido a las infidelidades del rey. La lista de sus conquistas es larga, pero sobresalen dos conocidas en México, Sara Montiel y Paloma San Basilio. A punto de que la pareja celebrara sus bodas de oro, el libro desapareció de los puestos de venta, en un acto que muchos califican de prohibición. Mas desde que existe el fotocopiado no hay censura que valga.