Está codificado en los genes, explica experto de la UNAM
Martes 20 de marzo de 2012, p. 3
A muchas personas les resulta familiar la imposibilidad de despertar de madrugada
, pero les es muy cómodo mantenerse en vela hasta altas horas de la madrugada. También hay quienes son muy madrugadores, pero antes de las 10 de la noche comienzan a bostezar.
Esto tiene un origen fisiológico que se conoce como reloj biológico, el cual depende de ciertas sustancias neuronales que hacen que los individuos sientan cansancio o deseos de estar activos.
Raúl Aguilar, del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalló que el reloj biológico mantiene el ciclo sueño-vigilia en las personas, aunque las sustancias internas hacen que ese equilibro sea variable, de ahí la importancia de estudiar ese tic-tac interno.
Proceso complejo
No se puede imaginar una orquesta sin director; éste es el que dice cuándo debe entrar cada instrumento para que la música sea agradable. Sin embargo, en el organismo es mucho más complejo, pues tiene miles de células. Cada una realiza sus funciones, pero deben coordinarse; no se puede secretar ácido en el estómago antes de echarle alimento; cuando llega a pasar eso da acidez o gastritis.
En entrevista, luego de participar en un ciclo de conferencias en la Facultad de Medicina de la UNAM para conmemorar la Semana Internacional del Cerebro (que concluyó el domingo pasado), el investigador destacó que es ahí donde los relojes biológicos desempeñan un papel primordial. Permiten que haya mecanismos programados que van dado secuencia a todas las funciones del organismo.
Explicó que este proceso interno permite que todos los seres vivos ajusten sus actividades a sus diferentes horarios. Por ejemplo, ayuda a la migración por navegación solar, a la reproducción de ciertos insectos o a que el sueño ocurra en un momento específico.
El reloj biológico –en el ser humano se localiza en el núcleo supraquiasmático, en la región del hipotálamo del cerebro, según señalan algunos estudios, aunque no se ha confirmado– permite que los seres vivos puedan medir el día y la noche, aun cuando no capten señales físicas de esos estados del tiempo.
Los relojes biológicos no son necesarios para vivir, pero sí para que estemos contentos y sanos, como maquinitas bien sincronizada, calibraditas.
Despertar es uno de los procesos fundamentales regulados por el tic-tac interno. Aguilar detalló que, gracias al reloj biológico, 30 minutos o una hora antes de que la persona despierte se incrementa la presencia en el organismo de una sustancia llamada cortisol, hormona esteroidea que incrementa el nivel de azúcar en la sangre.
Todos los días, antes de despertar, manda señales para que se aumente la síntesis de cortisol, que va al tejido graso y a los músculos, libera grasa y el hígado comienza a desdoblar el glucógeno, para que la glucosa, que es como nuestra gasolina, comience a liberarse. Además, el cortisol da fuerza al corazón para que la sangre pueda llegar al cerebro, ya que al acostarse su potencia disminuye. Todo esto tiene que estar listo antes de que la persona abra los ojos y decida levantarse.
Cuando se rompen los ritmos del tic-tac, los individuos se sienten cansados y con fatiga. Esto suele presentarse en los primeros días del cambio al horario de verano (que adelanta el reloj mecánico una hora) o cuando se viaja de un país a otro, dijo.
Cada persona tiene su propio reloj biológico; esto se muestra, por ejemplo, con aquellos a quienes les es sencillo despertar muy temprano, a los que se les podría llamar alondras
, mientras en el extremo opuesto están los búhos
, pues suelen despertar tarde, pero permanecer en vela hasta altas horas de la noche.
Todos conocemos a alguien que en la mañana nada más no funciona y a las seis de la tarde empieza a ser feliz, mientras a otros les sucede todo lo contrario: llegan tempranito y en la tarde ya se quieren ir. Todo eso está codificado en los genes, en este caso en los genes reloj biológico.