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Benedicto XVI / La Visita

Los obispos de América Latina sí han hecho su tarea: Aguiar Retes

Pide el Papa sancionar a curas de actitudes improcedentes
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Generó expectación la misa que ofició ayer Joseph Ratzinger en el Parque del Bicentenario, en León, GuanajuatoFoto Alfredo Domínguez
Enviados y corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 26 de marzo de 2012, p. 5

León, Gto., 25 de marzo. Benedicto XVI conminó a los obispos, arzobispos y cardenales mexicanos y latinoamericanos a poner mayor énfasis en la formación de los laicos en la fe y a darles el lugar que merecen dentro de la Iglesia; a sancionar a los presbíteros que incurran en actitudes improcedentes y a cuidar con gran esmero a los seminaristas.

El pontífice hizo este llamado de atención a sus ministros en el contexto del rezo de vísperas que se efectuó este domingo por la tarde en la catedral basílica Nuestra Señora de la Luz de León, adonde acudieron los cerca de 200 purpurados presentes en esta ciudad con motivo de la 23 visita papal.

Queridos hermanos en el episcopado: en el horizonte pastoral y evangelizador que se abre ante nosotros es de capital relevancia cuidar con gran esmero a los seminaristas, animándolos a que no se precien de saber cosa alguna, sino a Jesucristo. No menos fundamental es la cercanía a los presbíteros, a los que nunca debe faltar la comprensión y el aliento de su obispo y, si fuera necesario, también su paterna admonición sobre actitudes improcedentes. Son sus primeros colaboradores en la comunión sacramental del sacerdocio, a los que han de mostrar una constante y privilegiada cercanía.

Respecto a los fieles, el Papa instó a sus obispos y cardenales a darles una atención cada vez más especial, sobre todo a los laicos más comprometidos en la catequesis, la animación litúrgica, la acción caritativa y el compromiso social.

Remarcó que la formación de los laicos en la fe es crucial para hacer presente y fecundo el evangelio en la sociedad de hoy. Resaltó que no es justo que los laicos se sientan tratados como quienes apenas cuentan en la Iglesia, pese al empeño e ilusión que ponen en trabajar en ella, según su propia vocación y el gran sacrifico que a veces les supone esta dedicación.

El Papa llamó a los obispos a sentar las condiciones para que reine un espíritu de comunión entre sacerdotes, religiosos y laicos, evitando divisiones estériles, críticas y recelos nocivos.

Carlos Aguiar Retes, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y del Consejo del Episcopado Latinoamericano (Celam), hizo hincapié en que los obispos sí han hecho su tarea y en tal sentido reportó a Benedicto XVI que sus obispos en México, así como los de Latinoamérica, han acatado las indicaciones que les dio durante la quinta conferencia general del Celam, reunión celebrada en Aparecida, Brasil, ocasión en que el Papa los llamó a poner énfasis en una nueva evangelización.

Hemos seguido su indicación cuando en Aparecida nos dijo: hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la palabra de Dios. En estos cinco años el principal factor que ha impulsado, con grandes frutos, nuestro trabajo pastoral ha sido la palabra de Dios (...) hoy podemos decirle que el fruto de Aparecida se experimenta en la Iglesia (...) la nueva evangelización está en marcha mediante la convocatoria y compromiso episcopal de la Misión Continental, que actualmente ha sido extendida con aceptación y convicción por los agentes de pastoral de nuestras diócesis.

El arzobispo de Tlalnepantla, quien emitió su mensaje antes que el pontífice, también expresó a éste que tiene la certeza de que en este año de la fe renovaremos la conciencia eclesial y resaltó que la Iglesia católica, al dejarse conducir fielmente por el Espíritu Santo cumple, con creces su misión.

Al concluir su alocución, Aguiar Retes entregó al Papa un cuadro de Nuestra Señora de la Luz, patrona de la ciudad.

Joseph Ratzinger reconoció a los pastores que ejercen su ministerio en condiciones particularmente dolorosas para la vida y la misión de la iglesia y expresó su gratitud y admiración hacia los religiosos que siembran el evangelio entre espinas, unas en forma de persecusión, otras de marginación o menosprecio.