Diez militares colombianos serán liberados la semana próxima tras 14 años de cautiverio
El presidente Santos tiene la llave para abrir la puerta de la paz
, opina Jorge Enrique Botero
Domingo 1º de abril de 2012, p. 21
Bogotá, Col. Los 10 militares colombianos que serán liberados por las FARC la semana próxima, después de 14 años de cautiverio en la profundidad de la selva, cierran el capítulo de la toma de rehenes o prisioneros de guerra que la guerrilla practicó durante tres lustros con fines financieros para sostener su lucha
, según afirman en sus comunicados.
Es un hito en la historia de la guerra
, expresa el periodista Jorge Enrique Botero, único civil que los ha visto y platicado con ellos fuera del anillo de seguridad de las FARC que los ha custodiado en situaciones extremas, en ocasiones –como ahora– bajo intensos operativos de bombardeo por la fuerza aérea durante este largo cautiverio.
Se refiere a la inesperada derogación de la llamada ley 002 de las FARC, anunciada por el Estado Mayor Central el 26 de febrero, que proscribe el secuestro por el grupo armado. Los violentólogos, pazólogos y todas las variedades de analistas del conflicto armado colombiano entienden que la decisión unilateral de las FARC, no sólo de entregar a sus últimos prisioneros de guerra, sino de proscribir esa práctica que justificaron por años, es un giro de grandes proporciones en el curso de la guerra. Quizá la sociedad colombiana y los medios nacionales e internacionales no lo están celebrando así, pero es definitivo que hay un antes y un después. El presidente Juan Manuel Santos siempre dijo que negociaría con las FARC si entregaba a todos los rehenes y dejaba de secuestrar. Estas dos condiciones se están cumpliendo. Ahora Santos tiene posibilidades de usar su famosa llave para abrir la puerta de la paz, avanzando en un diálogo para la solución pacífica.
Botero, corresponsal de este diario en Colombia, quien entre sus incursiones para documentar la evolución de las FARC consiguió en tres ocasiones llegar hasta los campamentos-prisión, donde viven los últimos 10 prisioneros –en su momento llegaron a sumar 500–, recogió esta historia en 11 documentales y cuatro libros multipremiados, algunos de ellos best sellers (Últimas noticias de la guerra; Espérame en el cielo, capitán; Simón Trinidad, el hombre de hierro, y el más reciente, La vida no es fácil, papi).
Para el documentalista, los 10 hombres que la semana próxima descenderán de los helicópteros militares brasileños que realizarán el operativo de liberación no son sólo nombres y fotografías, sino personas a las que recuerda con gran dosis de afecto, en especial a uno, en virtud de la hermandad que da el ser hincha de un mismo equipo de futbol, en este caso el Santa Fe.
“Los 10 son jóvenes formidables. Bueno, eran jóvenes cuando recién fueron capturados en combates durísimos que se desarrollaron en el Meta en 2008. Todos de origen muy humilde. Y han vivido todo este calvario, una eternidad, situaciones físicas y emocionales extremas. Pero lo peor, para mi, es el olvido y el ostracismo que sufren. Me llegaron a decir: ‘No le interesamos a nadie en este mundo’”.
Para los que hacen la guerra su vida no vale nada
La última entrevista de estos militares fue hace tres años. Botero les llevó de regalo un breve libro de Gabriel García Márquez con un título larguísimo, con todo un mensaje para ellos: Relato de un náufrago que permaneció 10 días a la deriva del mar, fue rescatado, recibido por un presidente, besado por reinas de belleza y después condenado al olvido.
No sé si habrán entendido lo que quise decirles. Pero es que conociendo y siguiendo a muchos de lo rehenes que han sido liberados, puedo decirte que la vida después del cautiverio es de miedo.
Porque el periodista sigue tratando, fuera de los reflectores mediáticos, a aquellos que por años no tuvieron más contacto con el mundo que los reportajes de Botero –a quien el ex presidente Álvaro Uribe calificaba de propagandista del terrorismo
– y dos programas de radio donde religiosamente, cada mañana, las familias de los cautivos comunican todas las vicisitudes de sus vidas, confiados en que en algún remoto rincón selvático sus seres queridos recogen sus palabras: Voces del secuestro, de RCN, y La carrilero de las 6 am, de Caracol.
El regreso es hermoso, emotivo, lleno de besos y flashes de los medios, bienvenida del presidente y toda la cosa. Luego viene el choque con la realidad, enfrentar las pérdidas, divorcios, abandonos, muertes en la familia, el propio quebranto de la salud emocional, la depresión, la violencia, en ocasiones las adicciones, el suicidio. Si te contara... Son historias terribles. El Estado no ha protegido a los liberados con atención siquiátrica. Lo cual me confirma la impresión que he tenido siempre: para los que hacen la guerra, ellos no significan nada.
Claro, con sus excepciones, porque en los casos de la política Ingrid Betancourt, con su protagonismo extremo
, los tres agentes estadunidenses y un puñado de políticos connotados simplemente demostraron la visión clasista y la discriminación de nuestras autoridades y medios masivos
.
A los 10 militares próximos a ser liberados por las FARC Botero los conoció y retrató por primera vez en 1998 en el documental En el verde mar del olvido. Y es que el verde, sólo verde, le impresionó al periodista. “Llevaba yo un chaleco rojo y los presos no podían dejar de verlo, tocarlo. Llevaban dos años –¡apenas dos, y pasaron 12 mas!– que no veían otro color: su ropa, los uniformes de los guerrilleros, la vegetación, los ríos. Y en el cielo, nada.”
Le siguieron otros trabajos: Bacano salir en diciembre, documental para RCN sobre los legisladores secuestrados; Held hostage, con los tres agentes estadunidenses, para la CBS; Como voy a olvidarte, que le valió el premio Nuevo Periodismo-Cemex; todos éstos con imágenes exclusivas sobre esos enormes campamentos alambrados en lo más intrincado de la Amazonia o la Orinoquía colombianas, que en su momento culminante llegaron a albergar hasta 500 presos, la mayoría militares.
A los 10 últimos los vio hace dos años. Y ahí seguían aferrados a la esperanza, físicamente muy deteriorados, anticipando el día que, ahora sí, se les va a cumplir.
Una mancha moral en la trayectoria de las FARC
Botero ha sido también pieza cercana a las incansables gestiones de la senadora Piedad Córdoba en la docena de operativos organizados para liberar rehenes. “La decisión que toma el nuevo jefe de las FARC, Timochenko (Timoleón Jiménez), es más que consecuencia de los golpes de los últimos años contra la guerrilla, con la sucesiva muerte de sus máximos jefes, Tirofijo, Raúl Reyes, Iván Márquez, Mono Jojoy, Alfonso Cano, producto de un cambio generacional, cambio de mentalidad de un grupo armado que sigue con gran capacidad de fuego y acción.”
Reconoce que la práctica de los secuestros, que no sólo involucró soldados como parte beligerante de una guerra o a millonarios para cobrar rescates jugosos, sino a ciudadanos comunes, inclusive clase trabajadora, en las llamadas pescas milagrosas
, es una mancha moral
en la trayectoria de las FARC. Durante esta década y media se granjearon el rechazo de la población, expusieron su capital político y se autoinfligieron un gran daño, incluso material, porque ¿sabes el desgaste militar que significa mantener en la selva, huyendo de las ofensivas militares, a medio centenar de prisioneros?
Este es el capítulo de la guerra más prolongada de América Latina que está a punto de terminar. Uno más.