Ciudad de Panamá, 29 de abril. Fernando Trueba es uno de los directores más reconocidos y premiados de España –entre otras cosas recibió el Óscar a la mejor película extranjera por Belle Epoque en 1993– y, sin embargo, no le ve ya ningún futuro al cine español, según dijo en el Festival de Cine de Panamá.

Poco a poco se le ha ido cavando una tumba al cine español. Ha sido un trabajo de años. Luego vimos cómo lo echaron al hoyo y ahora lo están cubriendo de tierra; es el entierro, afirmó Trueba, quien compitió también este año por el Óscar en la categoría de mejor película de animación con Chico & Rita. El filme, ambientado en La Habana prerrevolucionaria y dirigido junto al diseñador Javier Mariscal y Tono Errando, fue presentado también en el primer festival de cine panameño.

Para el director de El baile de la victoria y La niña de tus ojos, el cine español fue enterrado cuando los canales de televisión privados fueron entregados, tanto por los socialistas como por los gobiernos de derecha, al ex primer ministro italiano y zar mediático Silvio Berlusconi, cuyo grupo televisivo, Mediaset, controla varias emisoras españolas. Las coproducciones con los canales de televisión son muy usuales en España.

Ningún país europeo ha dado sus televisiones, que son estratégicas. En España somos los mayores gilipollas del planeta. Se las hemos dado a Berlusconi, gángster que debería estar encarcelado, completó. Ahí empezó todo. Y luego ha habido una serie de políticas equivocadas, como quitar la publicidad a la televisión pública, que es lo más decente que tenemos en España, para darle ese dinero a los canales del italiano, dijo en referencia a la Ley de Financiamiento de la Corporación de Radio y Televisión Española (2009), que le impide cotizar frente a competidores por derechos sobre contenidos de valor comercial.

Ahora la crisis económica no hace más que acabar con el cine, agregó en referencia a los recortes presupuestarios que reducen 35 por ciento la ayuda a la producción.

Sin embargo, a Trueba se le pasa el enojo cuando habla de música. Melómano declarado, hizo varios documentales musicales como Calle 54, sobre el jazz latino, o El milagro de Candeal, sobre las iniciativas del brasileño Carlinhos Brown en una favela de Bahía, e incluso produjo el disco Lágrimas negras, que reunió al cantaor flamenco Diego El Cigala con el pianista cubano de jazz y creador del ritmo batanga Bebo Valdés. De hecho, la banda sonora de Chico & Rita fue creada por Valdés.

Músicos como Dizzy Gillespie, Nat King Cole y Chano Pozo aparecen animados en el filme, aunque la mayoría de sus personajes son ficticios. “Soy muy reacio a las biografías, sobre todo si se trata de gente que me gusta. No me la creo, por un segundo, por más buenos actores que sean. Me pasó con Anthony Hopkins como Picasso o con Meryl Streep como Margaret Thatcher. No voy al cine a ver números de actores, voy a ver historias.

Con la animación sí puedes introducir personajes reales impunemente y se acepta de otra manera porque el dibujo toma la esencia de todo, es como el corazón.

Aclara que no tiene un interés especial en la música latina, sino por la música en general. Oigo de todo. No le miro la época al cine ni el pasaporte a la música. Amo más las naciones en cuya cultura me he metido más y donde tengo más amigos, como Francia o Estados Unidos. Los escritores y los cineastas te ayudan a entender un país y a amarlo. Amo Cuba, pero no se trata de un amor exclusivo, apuntó el cineasta.

Cuba siempre miró a Estados Unidos y viceversa, había un intercambio continuo. La cantidad de esadunidenses que tocaban en el Tropicana en los años 40 y 50 era impresionante. El arte siempre fue internacional, nunca tuvo pasaporte ni frontera. La verdadera globalización la han inventado los artistas.

Problema de asistencia

El productor Jorge Sánchez, en foro alterno al encuentro, señaló que en México, aunque en años recientes se han producido más películas con el Estado como principal aportante, el problema radica en la escasa asistencia de espectadores.

Tenemos una producción creciente, pero una afluencia del público nada significativa, dijo.

El fundador de la Asociación Mexicana de Productores Independientes comentó que en el caso mexicano, en 2011 fueron pagadas 205 millones de entradas, pero de ese total sólo 6.5 por ciento fue para ver cine nacional.

Entonces es ahí donde habría que generar políticas públicas para recuperar el público. Hay demasiado dinero y poco pensamiento; creo que producimos una mayoría de películas que no tienen relación con el espectador, que no se ven.