Proyectos políticos pasan a segundo plano, dicen analistas
Domingo 6 de mayo de 2012, p. 7
Concebidos con un esquema deconfrontación de propuestas, los debates presidenciales se han convertido en escenarios donde los yerros de un candidato o su habilidad discursiva pueden ser un factor que, eventualmente, cambie el rumbo de una campaña. En México los debates se han convertido en colección de anécdotas
, pues su formato está pactado por los partidos para correr el mínimo riesgo y los proyectos de políticos pasan a segundo plano.
El formato en México es prácticamente el mismo desde que comenzaron los debates en 1994. Es como ver un programa producido hace casi 20 años, con un esquema rígido que no permite la interacción verbal ni visual. Cada quien utilizará su tiempo para dar su mensaje y eso se convertirá en una colección de espots. El reciente debate en Francia es de otra dimensión, es un programa de 2012 con una gran interacción
, sostiene el especialista en comunicación política, Julio Juárez, de la UNAM.
Estados Unidos es la democracia donde los debates tienen mayor arraigo y han cobrado relevancia, al punto que algunos han marcado el rumbo de la elección. El más emblemático ha sido el que abrió la época de los enfrentamientos entre el republicano Richard Nixon y el demócrata John F. Kennedy, en 1960, en los albores de la televisión, que entonces demostró su potencial: el desaliño de Nixon contrastó con la imagen fresca del demócrata, revirtiendo con el lenguaje visual el debate.
Quienes oyeron el debate por la radio dieron por ganador a Nixon, los televidentes –70 millones– vieron ganar a Kennedy.
Tres décadas después, en 1992, otro republicano, George Bush padre, marcaría en gran medida el rumbo de aquella elección con un yerro monumental. ¿Cómo ha afectado la crisis su entorno familiar?
, preguntó una joven afroestadunidense. Bush, fortalecido por su victoria en la primera guerra del Golfo, no entendió la pregunta, divagó y evidenció su distancia con el ciudadano común y sus padecimientos por la crisis. Clinton aprovechó al máximo el titubeo, se solidarizó con sus paisanos que padecían desempleo, ganó el debate y la elección. Fueron los comicios de la célebre frase de campaña Es la economía, estúpido
.
“Los debates –subraya Juárez– representan la oportunidad máxima para cambiar el statu quo de una campaña para quienes van abajo, porque compacta lo narrativo y lo visual, lo cual eventualmente puede tener impacto en los electores. Si el puntero logra neutralizar los ataques, puede consolidar su ventaja”.
En Francia, durante el debate entre Nicolas Sarkozy y Segolene Royal, en 2007, con su estilo, mordaz e irónico, el actual presidente francés logró desestabilizar a su contendiente socialista: Veo que pierde los nervios fácilmente. Para ser presidente hay que conservar la calma
. Sarkozy ganó el debate y la elección.
En España, donde el primer debate se hizo en 1993, se confrontaron José María Aznar, del PP, y Felipe González, del PSOE, en dos ocasiones; la habilidad discursiva del socialista le mereció ganar el segundo debate y enfilar rumbo a la victoria. En 1996, con las elecciones adelantadas, las encuestas a su favor, Aznar ahorró riesgos, no hubo debate y ganó la elección.
Los debates en México están pactados para no arriesgar. “Los partidos prefieren anular riesgos, aunque mueran las oportunidades de darle un giro a la elección. En realidad –dice Juárez– se hacen espots, como se vio en 2000 y 2006”.
El analista subraya que partidos y candidatos apuestan más a los posdebates, lo que refleja la idiosincrasia de la política en México. Están más preocupados en darle un giro e imponer su interpretación sobre el debate que en lo que se dijo en el debate mismo
.
Un fenómeno en el que las agendas de los medios de comunicación juegan su papel potenciando mas que la propuesta, las anécdotas chuscas
del encuentro.
Otro factor a considerar será el papel de las redes sociales, la disputa que en torno al debate se tendrá en este espacio como un nuevo elemento interpretativo sobre el resultado del encuentro entre los candidatos.