Con frecuencia, adultos entran y los sacan con engaños, según testimonios a fundación
Los menores, en situación precaria; la mayoría son hijos de jornaleros que los dejan solos una semana
Sábado 19 de mayo de 2012, p. 30
Durango, Dgo., 18 de mayo. La presidenta de la Fundación Semilla, Janette Payán Bustamante, informó que la organización documentó al menos cinco casos de prostitución y abuso sexual infantil en el albergue indígena tepehuano administrado por la comunidad de Santa María de Ocotán, municipio de Mezquital, pero que se localiza en esta ciudad capital.
Tres niñas indígenas de entre 10 y 14 años narraron a personal de la fundación que por las noches son obligadas a prostituirse, aunque no dijeron quién o quiénes. Relataron que algunas veces son trasladadas a hoteles o casas.
Ellas no han dicho nada por miedo, le temen a quien las prostituye
, comentó Payán Bustamante. Agregó que, por lo que le contó una niña, ésta cree que ofrecer su cuerpo por las noches es parte de su condición de ser mujer.
Explicó que el problema en el albergue tiene su origen en las comunidades indígenas de la entidad, donde la fundación Semilla ha detectado casos de abuso sexual contra niñas y niños cometidos por adultos de las mismas poblaciones.
Payán Bustamante denunció que las autoridades estatales conocen de tiempo la situación en el albergue. “Los niños viven en situación precaria, con hambre y sin escuela, lo cual facilita que abusen de ellos a cambio de algún regalo. Hasta por una moneda los engañan
, dice.
Contó que el mismo día en que visitó el albergue, hace unos 15 días, un indígena adulto salió con un menor. En ese momento, las niñas de 12 años empezaron a gritar, pero en tepehuano. Pedí a una que me explicara que sucedía y me respondió que al niño que acababan de sacar se lo llevaban para abusar de él
.
Entonces, continuó, varias niñas salieron a la calle, se escucharon gritos y trajeron de regreso al menor. Cuando ella salió a ver qué pasaba, el adulto se había ido.
La presidenta de la fundación Semilla platica que a raíz de este incidente, varias menores confesaron que seguido van adultos, quienes con engaños (les dicen que les darán una moneda o una torta) se llevan niños a un lote baldío situado a 300 metros del refugio, cerca de las vías del tren, y ahí abusan de ellos.
La agrupación, fundada en 2003, recopiló también información de otros dos niños que fueron agredidos sexualmente, entre ellos una menor quien aún llevaba puesto el vestido rasgado y lleno de sangre.
Los padres de varios menores que viven en el albergue se ausentan al menos una semana, pues trabajan pizcando manzana, chile o frijol, y los dejan encargados. A veces una abuela cuida hasta 10 menores.
Cuando los niños están con sus madres, éstas salen a buscar comida o trabajan de empleadas domésticas y regresan por ellos hasta la noche. Por lo anterior, un grupo de niñas de 12 años en promedio se han constituido como las protectoras del resto de los niños del albergue y cuando detectan un adulto con intenciones de abusar de alguno dan la pelea hasta rescatarlo.
En el refugio viven entre 20 y 30 menores. Algunos salen a pedir limosna durante el día.
El albergue es propiedad de la comunidad tepehuana de Santa María de Ocotán que compró el inmueble hace 20 años para que indígenas de la región que se trasladaran a la capital a realizar algún trámite tuvieran dónde dormir.
Sin embargo, en el refugio no hay una persona identificada como responsable; basta con tener aspecto indígena y hablar tepehuano para tener cabida en el refugio.
Payán Bustamante demandó a las autoridades hacer algo para poner un alto a esta situación. La fundación Semilla lanzó la campaña Apadrina a un niño indígena, consistente en buscar apoyo mensual de cien pesos para darles educación y alimento.