La prevalencia de un gran número de jóvenes que no estudian ni trabajan en México y América Latina –conocidos como ninis– no es responsabilidad de las instituciones de educación superior, sino de los gobiernos y los legisladores que siguen sin destinar recursos suficientes para darle a sus ciudadanos opciones educativas y laborales de calidad.

Así lo afirmó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, al término del encuentro Las universidades latinoamericanas ante los rankings internacionales: impactos, alcances y límites, en el cual se analizó el papel de dichas escalas de medición, cuyos análisis sobre los centros de estudios de la zona no siempre son integrales.

Entrevistado tras la clausura del foro, y ante el dato de que en América Latina hay más de 26 millones de ninis –7.8 de ellos en México–, Narro enfatizó que este problema no puede adjudicársele al mal trabajo de las universidades.

Nosotros hacemos lo que está a nuestro alcance. La cobertura de la UNAM ha aumentado de 269 mil estudiantes en 1999 a más de 320 mil; es un crecimiento muy importante y ese mismo esfuerzo lo han hecho otras universidades, pero no tenemos el presupuesto (para incrementar la matrícula). Tienen que ser el gobierno federal, los estatales y la Cámara de Diputados los que asignen recursos, indicó.

Anunció que el próximo lunes, durante la primera Cumbre Ciudadana para Construir un México Pacífico y Justo, formulará ante los cuatro candidatos presidenciales una iniciativa para destinar un mayor porcentaje del producto interno bruto al sector educativo –sin especificar cantidades–, y de esa forma duplicar el número de estudiantes de educación superior en el país.

Narro aseveró que el trabajo de muchas mujeres jóvenes que se dedican a labores del hogar, quienes frecuentemente son catalogadas como ninis, es fundamental en la sociedad y no hay que despreciarlo, pero al mismo tiempo llamó a preguntarse si queremos seguir viendo embarazos tempranos en adolescentes, si queremos que esas mujeres estén condenadas a cumplir una función que debería remunerarse de otra forma.

Una de las vías para superar este fenómeno, apuntó, sería fortalecer el acceso de universitarios a un sistema de intercambio estudiantil internacional –a semejanza del Programa Erasmus, en Europa–, para que la mayor cantidad posible de jóvenes se incorporen a la autopista del conocimiento.

En su intervención, el rector expuso las enormes ventajas socioeconómicas de América Latina, y la forma en que éstas no han logrado aminorar los niveles sociales bajos y la exclusión en la zona, donde hay 70 millones de personas en condiciones de pobreza y 177 millones en pobreza extrema, equivalentes a 44 por ciento de la población total.

En el foro, académicos y especialistas de diversos países subrayaron que los rankings internacionales que califican a las universidades latinoamericanas suelen aplicar criterios en los cuales no se toma en cuenta el papel social de dichas casas de estudio, o sus contribuciones en materia de humanidades o artes, por lo que llamaron a configurar instrumentos de medición más precisos, integrales y transparentes.