Lo fundamental es escuchar y hacer justicia a las víctimas, señalan
Martes 12 de junio de 2012, p. 40
Los 10 curas que desde 2009 habían denunciado abusos sexuales contra niños y jóvenes indígenas de Oaxaca lanzan un Llamado a la conciencia eclesial
para erradicar la pederastia
y llegar a la auténtica unidad de la Iglesia sencilla, evangélica, identificada con los débiles
. Sosteniendo la tesis de que el arzobispo de Oaxaca y el Vaticano no investigaron a fondo ni frenaron las agresiones sexuales adjudicadas a Gerardo Silvestre Hernández, la decena de sacerdotes proclama: ¡Nunca jamás otra víctima inocente de quienes nos llamamos pregoneros del Evangelio de la vida y del amor!
Decididos a llevar estas ideas a asambleas de sacerdotes, señalan: “Nuestra Iglesia diocesana de Oaxaca vive momentos de crisis que a todos nos afectan. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Mucho bien tiene que venir de esta ‘pasión’ a través de la purificación. ¿Nos pide el señor ser una Iglesia más sencilla y humilde y menos autoritaria? Todos necesitamos, y siempre, la conversión al Evangelio. Hablamos mucho… ¿Será necesario escuchar más y mejor? ¿Ser más sensibles a los reclamos del pueblo? ¿A las pequeñas voces, casi silenciadas por el olvido, la pobreza, la falta de oportunidades, el ‘ruido’ de la sociedad enajenante, la prepotencia de los ‘grandes’ y la nuestra? ¿No se nos pedirá que de ‘defensores y proclamadores de los derechos humanos’ hagamos primero limpieza en nuestra casa?”
Convencidos de que es una contradicción total del Evangelio
y una expresión grosera y vil la profanación corporal, anímica y espiritual de los niños, y más si son indígenas, pues llevan cargando siglos de desprecio
, los 10 curas precisan que no son la parte acusatoria, pues ese papel corresponde a las víctimas y en todo caso a sus familias
, pero insisten en que “el asunto fundamental es escuchar a las víctimas y hacerles justicia, fuera de otras consideraciones de ‘orden eclesiástico’ o de ‘políticas humanas’ conseguidas con negociaciones oscuras. ¡Lo que importa son las víctimas!”
Establecen que tampoco son la parte investigadora: ‘Esa, correspondía en primera instancia a la arquidiócesis. Lo que ordenó se hizo a la carrera, de manera selectiva, sesgada e intimidatoria, según informaciones expresadas por algunas autoridades y ciudadanos de la Sierra Norte y familiares de las víctimas. Por esta razón, se pidió la intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que nombró visitador al arzobispo de Puebla, monseñor Víctor Sánchez, a quien correspondía la investigación minuciosa. Se hizo de manera insuficiente, por decir lo menos, porque no se buscó a las víctimas, sino que se obtuvo información de terceras personas, algunas de ellas no tenían el menor conocimiento del caso”.
Ahora, añaden, la investigación la lleva a cabo la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca y confiamos que se hará de manera objetiva, imparcial y eficiente. Si de la investigación resultara inocente el padre Gerardo nos alegraríamos, porque somos los primeros en desear que esta pesadilla no sea realidad. También seremos los primeros en continuar con nuestra voz de alerta si resultara viciada dicha investigación en perjuicio de tantos niños indígenas
.
Se asumen simplemente una voz de alerta
, pues circunstancialmente nos tocó conocer las quejas de familiares y, después, de ciudadanos católicos, de autoridades y de algunas víctimas y se procedió a buscar la solución más sensata dentro de la Iglesia para ayudar al padre Gerardo en su rehabilitación si fuera el caso, pues era lo que pedían cuantos acudieron a nosotros, esto implicaba la reparación del daño, la separación del servicio ministerial del padre Silvestre y la restitución a su ministerio en la arquidiócesis del diácono Ángel Noguera, ya que él había sido buen servidor de esos pueblos indígenas”.
Firman el llamado los presbíteros Manuel Arias Montes, Jorge Pérez García, Sergio Herrera Arias, Miguel Ángel Morelos García, Juan Ruiz Carreño, Guillermo Velázquez Gordillo, Juan Antonio Jiménez Gómez, Leoncio Hernández Guzmán y David Elías Mendoza Maldonado y del diácono Ángel Noguera. “A nosotros –declaran– no nos avergüenza pertenecer a una Iglesia pecadora capaz de arrepentirse y dar la cara a la sociedad”.