Gabriel Quadri, candidato presidencial del Partido Nueva Alianza (Panal), consideró enigmático que los jóvenes sigan favoreciendo opciones populistas de izquierda, cuando se le preguntó su opinión respecto de que la mayoría de este sector social se inclina a votar por la izquierda en las elecciones del primero de julio, según encuestas aplicadas.

En conferencia de prensa en su casa de campaña en la ciudad  de México, el aspirante presidencial aseguró que el populismo de izquierda sólo ha traído desgracias en América Latina y creo que México no es la excepción. Pidió entender esto muy bien para darle una mejor calidad a nuestra democracia.

Insistió en que el populismo está tan arraigado en nuestra cultura política que hace que nos anclemos en etapas de desarrollo muy primarias, y puso tres ejemplos: Vemos ahora cómo Argentina está en pleno proceso de regresión económica; otra vez la inflación, el control de cambios, el desmantelamiento, la desconfianza en el sistema financiero. En fin, Argentina no aprende”.

Luego citó lo que ocurre en Nicaragua (y) vemos el caso de Venezuela, donde hay relativa democracia a pesar de que se han atropellado derechos individuales y se ha, digamos conculcado, o casi casi secuestrado al Poder Judicial, pero bueno, hay democracia. La gente prefiere aparentemente a (Hugo) Chávez y veamos cómo se ha desmantelado y destruido toda la economía venezolana.

Ante ello, planteó que es un enigma que los jóvenes sigan favoreciendo opciones populistas de izquierda, pero es algo que debemos no sólo superar sino estudiar, si es que realmente queremos avanzar en la senda de desarrollo y combatir así la pobreza.

Se le preguntó si pensaba que el presidente Felipe Calderón podría llamar a votar por la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, y respondió: No sé qué vaya a hacer realmente el Presidente (pero) además, no creo que tenga mucho efecto o mucha relevancia lo que haga estas dos últimas dos semanas previas a la contienda, sostuvo.

Quadri insistió en la necesidad de que en México se tome el tren descarrilado en que se ha convertido el país para ponerlo en la vía del desarrollo, a partir de la puesta en marcha de las reformas estructurales.