La otra política migratoria
a semana pasada comenté la importancia que para la comunidad de origen latino tenía la orden ejecutiva que el presidente Barack Obama extendió para que se detuvieran todos los juicios de deportación en contra de los jóvenes que hubieran llegado a Estados Unidos siendo niños y actualmente estuvieran estudiando o hubieran prestado servicios en las fuerzas armadas, con lo que de facto aprobó el Dream Act, no obstante la oposición del Congreso. Algunos amables lectores consideraron que el comentario era excesivamente optimista, tomando en cuenta que los trabajadores indocumentados fueron sometidos a una drástica política de deportaciones por el gobierno de Obama, quien, además, había fallado en la promesa de aprobar una reforma migratoria que les hiciera justicia. Concediendo que en parte les asiste la razón, vale precisar algunas cuestiones para poner en perspectiva la política migratoria de EU.
Efectivamente, las deportaciones de indocumentados aumentaron con esta administración, pero la política de expulsiones masivas no sólo ha sido avalada por la mayoría republicana en el Congreso, sino que esa fracción parlamentaria presionó para que se profundizara como requisito para iniciar la discusión de la reforma migratoria. Los hechos han demostrado que en el fondo, por razones políticas, pero también ideológicas, los republicanos no están dispuestos a discutir dicha reforma, independientemente de que la administración ceda a todas sus pretensiones.
Tan pronto Obama firmó la orden ejecutiva para suspender las deportaciones de jóvenes estudiantes, Mitt Romney, el virtual candidato republicano a la presidencia, declaró enfáticamente su postura en contra de esa decisión, acusando a Obama de oportunista político
. Agregó que, de llegar a la presidencia, vetaría la orden y extendería el programa de verificación de estatus migratorio para que nadie contrate trabajadores indocumentados.
No es un secreto que la idea de construir un muro entre México y EU provino de quienes hoy apoyan al candidato republicano. Ellos son los que con más ahínco promueven leyes contra los indocumentados, como es el caso de Arizona, Alabama y Georgia, que Romney no a ha dudado en aplaudir. Para muestra, ahí está uno de sus más singulares impulsores, el funesto sheriff Joe Arpaio, a quien Romney presentó en un acto de campaña como un héroe por cazar indocumentados. Sin cantar loas a la política migratoria de la actual administración, vale poner en contexto cuál sería esa política de llegar Romney a la presidencia.
Obama trata de cimentar su imagen entre la población de origen latino y si esta decisión beneficia a los indocumentados, sería un error no apoyarla.