La inversión en el rubro es de las más bajas entre las 40 más importantes economías del mundo
En el siglo XX México era considerado el líder científico de Latinoamérica, ahora es superado por Brasil, dice la publicación
El conocimiento no es prioridad para tomadores de decisiones
: Laclette
Sábado 30 de junio de 2012, p. 2
Los científicos mexicanos han visto con consternación cómo su país, la segunda economía de América Latina, ha descendido en los últimos años de las posiciones mundiales en gasto en investigación. Sin embargo, los candidatos a la Presidencia de la República se comprometieron a cambiar esta situación, afirma Erik Vance en el artículo titulado La ciencia está en juego en las elecciones de México, publicado esta semana en la revista Nature.
En el año 2000, señala, el candidato presidencial Vicente Fox se comprometió a elevar el gasto en investigación y desarrollo de 0.4 a 1 por ciento del producto interno bruto (PIB). Fox ganó, pero a pesar de que se aprobó una legislación destinada a garantizar el aumento del presupuesto, éste se ha mantenido por debajo de 0.5 por ciento, dice Vance.
La ciencia apenas apareció en las campañas subsecuentes a la Presidencia, pero ahora, en los debates más recientes, los tres principales candidatos han jurado cumplir aquella promesa, añade el articulista de la publicación inglesa.
Presente en los discursos
En su texto, Vance cita una declaración de José Franco, en la que el Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias señala: “Esta es la primera vez que he oído a los candidatos hacer declaraciones positivas acerca de la ciencia… Antes, la ciencia estaba ausente en sus discursos. Esta vez se está reconociendo que la ciencia, la tecnología y la innovación son motores del desarrollo económico”.
La atención que se brinda a la inversión en investigación, muestra cómo México enfrenta la competencia con otras economías emergentes. El articulista de Nature incluye las opiniones de algunos expertos internaciona- les como la de Andrew Seele, director del Instituto México del Centro Woodrow Wilson en Washington, quien ha señalado: “Brasil se ha igualado con México en el PIB per cápita, en menos de una generación… Los mexicanos están empezando a preguntarse por qué.”
Durante gran parte del siglo XX, México fue considerado como el líder en la ciencia latinoamericana, continúa Vance, sin embargo, aunque el país todavía cuenta con núcleos de excelencia en la investigación, la inversión en ciencia es ahora una de las más bajas entre las 40 más importantes economías del mundo.
Brasil, por el contrario, ha gastado desde 2006 más de uno por ciento de su PIB en investigación. Su gasto bruto en ciencia, incluyendo la investigación industrial, asciende a casi 20 mil millones de dólares al año –casi cinco veces más que México– a pesar de los recortes de este año de casi el 20 por ciento en el presupuesto (3.8 mil millones de dólares).
Vance cita también la opinión de Juan Pedro Laclette, presidente del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, quien afirma: “El conocimiento, la investigación, el desarrollo y la innovación, no han sido una prioridad entre los tomadores de decisiones en México… Si ustedes siem- bran maní, lo que se va a cosechar es maní. Lo que los políticos mexicanos han sembrado –han invertido– son cacahuates”.
En la elección presidencial de 2006, Andrés Manuel López Obrador –quien contiende por segunda vez consecutiva– quedó en segundo lugar por un margen tan estrecho, que encabezó protestas durante cinco meses, tiempo durante el cual se nombró a sí mismo presidente, e incluso creó un gobierno alternativo, lo que dañó su credibilidad, afirma Vance.
La industria contribuye con menos de la mitad del gasto en ciencia, y los científicos del país, entre ellos Juan Pedro Laclette, han lamentado desde tiempo atrás la brecha que existe entre la industria y la investigación académica.
Vance dice que gane quien gane la elección, los investigadores mexicanos insisten en que el tiempo de las promesas rotas debe formar parte del pasado, y concluye citando nuevamente a José Franco, quien afirma: Si se toma la diferencia entre lo que se da y lo que se suponía que se debería dar, se le debe la ciencia una cantidad enorme de dinero
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