El académico cuenta una historia de amor que deviene tragedia
Lunes 2 de julio de 2012, p. 8
Una historia que pasa del romanticismo y las relaciones múltiples a la tragedia interna del abandono, un protagonista que es voz narrativa en primera persona y que, en segunda, le habla a otro misterioso personaje, y una ciudad de Monterrey de la década de los 80, muy distinta de la actual, presa de la violencia, son parte de 64, primera novela del analista y académico Abraham Nuncio.
Director del Centro de Estudios Parlamentarios de la Universidad Autónoma de Nuevo León, casa de estudios editora de esta obra, Nuncio cuenta en entrevista telefónica desde Monterrey, que inicialmente la novela iba a ser un ensayo que se llamaría Confesiones de un joven novelista, las cuales serían unas confesiones laicas
, aclara.
“Por lo de la juventud, pues no había ningún problema, apenas tengo 70 años. Lo único que me faltaba para contar una experiencia como novelista era ser uno. Entonces dije: ‘hay que escribir una novela. Y además cambiarle el título al ensayo, si es que se me vuelve a ocurrir esto, porque el ensayo ya lo escribió Umberto Eco’.”
Significados
El título de esta novela, temporalmente situada entre 1985 y 1986, y presentada hace algunas semanas en Monterrey, es en referencia a que 64 es el número de escaques del ajedrez, de las artes que implica para la mujer la práctica del Kamasutra, de las modalidades de la unión sexual, de los hexagramas del I Ching, de combinaciones de aminoácidos organizados en tripletes o codones del código genético, o que 64 en computación es una clave, cuyo símbolo es el @, entre otras referencias.
–En 64, ¿la ciudad de Monterrey es personaje
, presencia o escenario?
–Monterrey no deja de ser un trasfondo significativo, con lenguaje propio, expresiones, geografía y modos humanos y literarios. Como todas las ciudades. Es un hábitat donde los personajes, o ciertos personajes, sintetizan relaciones sociales, humanas, que incorporan una cierta cultura.
–Coméntenos sobre el protagonista, a la vez voz narrativa en primera persona que, en segunda persona, se dirige a un misterioso personaje.
–Ese personaje es, si no característico, por lo menos alguien que ha nacido y se ha formado en un núcleo específico de la cultura en el norte y de una ciudad en particular, Monterrey, y que es el municipio de San Pedro, uno de los de mayor nivel de ingresos en América Latina. Entonces, él tiene naturalmente que expresar esa realidad.
La novela en sí es una historia de amor, desde luego complicada, porque es con unas gemelas del Distrito Federal, en principio, porque finalmente resulta en relaciones múltiples. Al cabo se trata, como diría García Márquez, de amores contrariados. Esto permitió crear el contraste entre puntos de vista y culturas diferentes.
–¿Se puede decir que en la novela hay influencia de un relativo romanticismo, por lo de la historia de amor, pero también por la imagen de la belleza femenina como algo angelical?
–Esa visión romántica se quiebra cuando los dos personajes femeninos centrales desaparecen de la escena del personaje masculino que narra. Y de ahí en adelante es otra historia, difícil de mantener en términos de interés para el lector. Es una historia que deja de ser romántica para convertirse en otra cosa, en la tragedia que sufre quien se ve abandonado.
–Como regiomontano, ¿extraña ese otro Monterrey en el que predominaba la paz?
–En parte sí y en parte no. Sí, porque quién puede acostumbrarse a las balaceras, ni siquiera si se formara parte de las bandas armadas, que han incrementado su poder sobre el estado, en Nuevo León, en el norte y otras partes del país. Como ya se va viendo cada vez con mayor claridad el porqué de su permanencia y sus fueros, cuando se refiere el comportamiento de las autoridades en diversos estados. Pero la novela tiene que ver con un momento determinado.
Acerca del título, 64, comenta que es un motivo que surge de manera azarosa, porque el personaje recibe como un primer regalo un ajedrez.
El número 64 tiene múltiples relaciones, no sólo de carácter cultural o producto de la actividad humana, sino que está en nosotros mismos, en nuestro ADN, en la estructura genética. Por eso decidí que la novela debía llevar ese título.