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No tienen confianza en el INAH para explorar el sitio de Cihuatlán, manifiestan

Comuneros impulsan creación de zona arqueológica en Zihuatanejo

Javier Bucio sembró 14 hectáreas de mangos para proteger los vestigios prehispánicos del predio

Cuatro pirámides dan cuenta de un centro ceremonial dedicado a la fecundidad, sostiene experta

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Figurilla prehispánica hallada en la huerta Tierras Prietas, de propiedad privada, en Zihuatanejo, GuerreroFoto Hercilia Castro
La Jornada Guerrero
Periódico La Jornada
Domingo 22 de julio de 2012, p. 2

Zihuatanejo, Gro., 20 de julio. Comuneros de Azueta intentan promover la importante zona arqueológica de nombre Cihuatlán. Sin embargo, desconfían del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por supuestos saqueos que realizó en 1986.

Escondida bajo la crecida hierba en una superficie de 14 hectáreas sembradas de mangos, el predio Tierras Prietas resguarda Cihuatlán (el gran lugar de mujeres), sitio prehispánico y centro ceremonial donde convergen las culturas tolteca, olmeca, zapoteca, teotihuacana y mixteca para rendir tributo a la fecundidad femenina.

Con más de 3 mil 500 años de antigüedad (850 años antes de la cultura maya), el lugar –investigado por el INAH en 1986–, se ubica en el terreno de un campesino, que se localiza a 10 minutos del puerto de Zihuatanejo, en la colonia El Aeropuerto, la cual se formó hace más de dos décadas, aunque parece una comunidad olvidada como muchas en Guerrero –sin servicios de agua potable, drenaje y pavimentación–; ahí está la huerta Tierras Prietas.

El propietario, Javier Bucio, cuenta que el terreno lo heredó de su abuela, quien llegó a la región en 1957. “Yo tenía como seis años y mi abuela comenzó a vender, pero siempre supimos de las pirámides; siempre estuvieron ahí.

Un día vino al terreno (José) Francisco Ruiz Massieu en su helicóptero, en 1986, bien vestido y luego mandó al investigador Rubén Manzanilla López y así llegaron los del INAH a excavar, narra el campesino.

La salida del INAH

Javier Bucio explica que nunca supo cómo fue que llegaron los arqueólogos, no obstante que jamás autorizó la entrada del INAH; registraron todo, investigaron, hicieron excavaciones, pero los sorprendí saqueando; me robaron cosas de la familia.

Al retirar la tierra, quedaron al descubierto las esquinas de las cuatro pirámides; incluso en una hallaron un pasaje en línea vertical, así como monolitos y estelas.

Durante la estancia de los investigadores, Bucio les proporcionó su casa, pero después se enteró de que el gobierno quería expropiarnos la tierra. Yo no podría vivir lejos de mi casa, no los dejé seguir y los arqueólogos del INAH se fueron.

Después, el campesino cubrió los vestigios, sembró mangos y tamarindos para proteger el lugar.

Al respecto, la historiadora y promotora cultural Rebecca Beltrán explica en entrevista con La Jornada Guerrero: Se trata de un centro ceremonial dedicado a la fecundidad que se ubica frente a la zona arqueológica de La Chole (Soledad de Maciel, municipio de Petatlán), la diferencia es que ésta es más masculina por sus juegos de pelota descubiertos, y Cihuatlán no, pues aquí convergieron las culturas madre teotihuacana, tolteca, olmeca, zapoteca y mixteca.

Durante un recorrido por la zona, continúa, “la población que había era más grande, y hay varias teorías de que se fue degradando; lo que ha hecho el dueño –Javier Bucio– es preservar. Aquí se puede ver un camino que estaba empedrado, entonces se supone que la población se fue diezmando porque los conquistadores los usaban para la minería, se enfermaban y morían”.

Son cuatro pirámides, aquí se ven los montículos y arriba está la piedra central; son como las de Xochicalco, pues Cihuatlán era una plaza central con cuatro pirámides y dos estelas, de acuerdo con lo poco que se encontró. Había muchas figuritas de mujeres y falos, toda la cultura fálica, porque era un culto a la fecundidad, a la mujer sagrada, asevera la especialista.

Los montículos cubiertos de árboles y de hierba muestran el cerro del Huamilule y la zona arqueológica Xihuacan (Soledad de Maciel), así como las colindancias hacia el cerro del Vigía, en Zihuatanejo, los morros de Barra de Potosí y la comunidad del Coacoyul.

Se ha discutido mucho sobre la existencia de Cihuatlán que era el centro de la fecundidad; hablamos de la creación, de un punto donde la mujer es considerada centro de la vida, la transformación, y es de la misma relevancia que todas las zonas arqueológicas de la Costa Grande de Guerrero, resalta Beltrán.

Olga Orihuela Barrera cuenta que sus padres llegaron del Distrito Federal en 1984 y decidieron instalarse al lado de Bucio. Mi padre le compró a mi padrino y nos dejó vivir ahí; yo era una chamaca y comencé a ir a las pirámides, porque me sentía tranquila, tenía como 14 años. Siempre me encontraba ollitas y figuritas de mujeres, tenían los labios genitales muy marcados.

–¿Usted se dio cuenta del saqueo del INAH?

–Pues no. Un día vi que llegaron muchas personas y pensé uy, ya no me van a dejar pasar a la pirámide, pero iban bien rápido en los trabajos y nada más de repente mi padrino los corrió y nos dimos cuenta de que se llevaron figuras, hasta las estelas, como que tenían la idea de que había oro.

Olga asegura que los vecinos siempre supieron de las pirámides, pero jamás les causó asombro, ya que para ellos ir al terreno de Javier Bucio era algo cotidiano. Nosotros lo que deseamos es crear conciencia en la comunidad, de que esto existe en Zihuatanejo, preservar nuestra cultura y que los niños sepan lo qué es su identidad.

–¿Ustedes quieren un proyecto con el INAH?

–No. Queremos un proyecto hecho por la comunidad, porque ya vimos lo que el INAH hace.

En el lugar están a la vista pedazos de cerámica, cuarzo rojo y blanco, obsidiana y figuras que para los lugareños es normal ver sobre todo en época de lluvias.

La piedra central de la zona de las pirámides que da con los cuatro puntos cardinales de la cosmología de la cultura prehispánica de la veneración a Quetzalcóatl, Tonantzin Calli, Huitzilopochtli y Tláloc, muestra la gran cultura que las comunidades todavía desconocen, como es el caso de Zihuatanejo.