La Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México (FCHCM) cumple una década de existencia y lo festeja con la apertura de Piedra, barro, metal en el Atrio de San Francisco (Madero 7), lugar emblemático porque fue el primer sitio recuperado por el sector privado a partir de la fundación del Consejo Consultivo para el rescate del Centro Histórico, expresa Rosalba Garza, responsable de las exposiciones montadas en el espacio a partir de 2005, las cuales ya suman 16.

Después de los terremotos de 1985, el atrio se convirtió en un terreno baldío en malas condiciones. Se hizo la plaza y se recuperó también la fachada oriente de la Torre Latinoamericana. Desde que la plaza se volvió escultórica, la avenida Madero también ha tenido varias transformaciones; la última es haber hecho el corredor peatonal, que nos ha traído muchísimo más visitantes, señala Garza.

Actualmente, el Gobierno del Distrito Federal restaura el Edificio Rul, mueble contiguo a la Torre Latinoamericana, con la entrada principal en el Eje Central Lázaro Cárdenas. El Atrio de San Francisco se adecuará sólo al final para que haya una entrada desde éste al edificio, adelanta Garza.

Se calcula que a diario alrededor de 700 mil personas transitan por el cruce de Madero con el Eje Central Lázaro Cárdenas. También se calcula que más de dos millones de visitantes han disfrutado de las muestras del Atrio de San Francisco, según el conteo que se lleva. La exhibición de Rodin en el Centro Histórico, presentada en 2006 por el Museo Soumaya, rebasó los 450 mil visitantes. En 2009 alrededor de 350 mil entraron a ver A vuelta de rueda, de Betsabeé Romero.

La FCHCM promueve programas de desarrollo social, educación y salud. “Nuestros programas culturales –continúa Garza– se basan en dos sitios, el de la calle de Regina, por medio de Casa Vecina, y en el Atrio de San Francisco. Hemos escogido los expositores de manera muy natural: son los artistas más reconocidos del país. No tenemos un comité de selección. No nos metemos con los jóvenes todavía porque empezaríamos a tener muchísimos más solicitudes, que no podemos satisfacer”.

Para Piedra, barro, metal fueron invitados a participar 12 de los artistas expositores con la obra que quisieran. De allí que no hay una temática ni una técnica uniforme, apunta Claudia Coronado, curadora de la muestra con Garza. Vicente Rojo, quien fue el primero de exhibir en el Atrio, también fue el primero en responder la petición con el préstamo de la serie Volcanes, de 20 piezas. Pedro Cervantes facilitó Cactus, obra con referencias a lo femenino, una de sus temáticas preferidas junto con la de los caballos.

De José Luis Cuevas son dos esculturas de la serie Animales impuros, que exhibió en la plaza en 2006. Sergio Hernández, por su parte, prestó el bronce Luna luna, que se muestra por vez primera. La Fundación Juan Soriano y Marek Keller proporcionó una paloma de Cuevas que da la bienvenida al recinto. Ángela Gurría facilitó el díptico marmóleo que en su exposición de 2008 se llamaba La muerte en Chiapas. Ahora cambió el título a Los guardianes, para que éstas resguarden el Atrio de San Francisco, apunta Garza.

Betsabeé Romero ha prestado una obra realizada con llantas y chaquira, Homenaje a Wirikuta. Naomi Siegmann, la escultura en acero Siete árboles, mientras Paloma Torres facilitó dos columnas en cerámica, Totem y Paisaje urbano. Federico Silva aportó Cruces de Santiago; Sebastián, Policheros, e Yvonne Domenge, Banca ofrecimiento, una cantera tallada.