Londres, 30 de julio. Tienen rostro de niños y un trabajo de más de una década al lado de un entrenador que tan sólo con verlos supo del talento que tenían y los comenzó a tallar como madera fina.

Iván García anhelaba ser futbolista con el equipo de sus amores, las Chivas, y también Germán para no defraudar a su padre, pero su admiración hacia la lucha libre profesional cambió el destino.

Descubiertos por la profesora de gimnasia Martha Lara en los inicios de lo que ahora es el Consejo Estatal para el Fomento al Deporte y el Apoyo a la Juventud (Code Jalisco), ambos clavadistas quedaron seleccionados en el equipo dirigido por Iván Bautista, entrenador que prefirió irse del Distrito Federal ante el monopolio ejercido durante años por los hermanos Jorge y Francisco Rueda.

Iván y Germán provienen de familias modestas. El segundo es el único varón entre varias mujeres, y el otro señala que su papá tiene un expendio de pollos en su natal Guadalajara; de ahí el mote, el cual le fascina.

Sin tener vínculo familiar, los dos se quieren y se respetan. Es como mi hermano, admitió Germán, apodado El Duva (por su gusto por el Duvalín).

Como se llevan dos años, Germán asume el papel de hermano mayor, aunque han sido pareja desde que los comenzó a preparar Bautista.

Inquietos, alegres y trabajadores –practican ocho horas en dos y tres sesiones–, su entrenador Baustista ha revelado que a veces sufre porque no se da abasto para controlarlos, como es normal con todos los jóvenes, aunque El Pollo, confiesa, es el más rebelde.

Sánchez, de 19 años, no es un inexperto. A los 15 debutó en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, mientras Iván hizo su aparición a los 16 en una justa de esta magnitud que congregó por vez primera a los jóvenes, y ganó el bronce en Singapur 2011.

Lo cosechado en los Juegos Olímpicos de Londres ha sido resultado de la perseverancia de ambos, aunada a la fe de su entrenador Bautista por hacer escuela de clavados en Jalisco, con una nueva generación de los saltos ornamentales.