oscú. Se atribuye al insigne escritor ruso Nikolai Gogol la frase –según otras versiones, apócrifa– de que Rusia tiene dos calamidades: los tontos y los pésimos caminos (ahora calles y carreteras), cuya vigencia pocos ponen en duda en este año 12 del tercer milenio.

Como había incontables baches al paso del carruaje del autor de Almas Muertas, los sigue habiendo unos 170 años después, aunque hoy no se rompen las patas los fieles caballos, sino se quiebran los amortiguadores de los automóviles.

Los pasajeros, eso no ha cambiado, siguen sufriendo las mismas salvajes sacudidas que a veces causan uno que otro moretón.

Mientras, las autoridades federales, que continúan quejándose cada año del deterioro que deja en el asfalto el severo invierno, impulsan –como solución a la segunda parte de la sentencia gogoliana, la estulticia parece que no tiene cura– la construcción de autopistas de peaje, en Ekaterimburgo, en los Urales, encontraron rápido remedio a los baches.

Hace unos días amaneció de pronto esta capital de una de las regiones más importantes de Rusia, famosa por sus grafiteros, con baches convertidos en caricaturas de sus principales funcionarios públicos y acompañados de frases con sus promesas.

Por ejemplo, junto a la caricatura del gobernador de esta región, Yevgueni Kiubashev, se podía leer: La reconstrucción de carreteras es nuestra prioridad

En apenas una noche los servicios municipales arreglaron todos los baches de la ciudad, después de borrar las caricaturas de Kuibashev, el alcalde Aleksandr Yakov, el presidente de la asamblea parlamentaria local, Yevgueni Porunov, y otros dirigentes de menor rango.

Juan Pablo Duch, corresponsal