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En su homilía, pide a las autoridades parar muertes en las minas

El hombre actual confunde el ser con el tener, cuestiona el cardenal Rivera
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En el sermón de domingo en la Catedral Metropolitana, el cardenal Norberto Rivera Carrera dijo que urge redescubrir la dignidad común del hombre y la mujerFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de agosto de 2012, p. 18

En la homilía de la misa del domingo en la Catedral Metropolitana, el cardenal Norberto Rivera Carrera pidió por que las autoridades mexicanas hagan todo lo necesario para parar la muerte de más mineros; se refirió a los vacíos que aquejan al hombre moderno, porque está confundiendo el ser con el tener, y cuestionó que se quiera equiparar a la familia heterosexual con la homosexual.

Sobre este último punto abundó al señalar que el cuerpo humano, marcado por el sello de la masculinidad o la feminidad, está llamado a existir en la comunión y en el don recíproco. Por ello, dijo, el matrimonio es la primera y fundamental dimensión de esta vocación. Si bien trastornadas y oscurecidas por el pecado, estas disposiciones originarias del Creador no podrán ser nunca anuladas.

El prelado mencionó que urge redescubrir la dignidad común del hombre y la mujer, en el reconocimiento mutuo y la colaboración. Que hay dos tendencias en la búsqueda de la identidad del hombre y de la mujer. La primera subraya la condición de subordinación de la mujer, que para ser ella misma tendría que constituirse en antagonista del hombre, pelear contra éste, “planteando una rivalidad radical entre los sexos... La segunda corriente tiende a cancelar las diferencias entre los dos sexos. La diferencia corporal, llamada sexo, se minimiza y se considera un simple efecto de los condicionamientos socioculturales.

De ahí viene el cuestionamiento de la índole natural de la familia, compuesta por padre y madre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad, la propuesta de una sexualidad polimorfa. Según esto, la naturaleza humana no lleva en sí misma características que se impondrían de manera absoluta: toda persona podría o debería configurarse según sus propios deseos, libre de toda predeterminación biológica, concepciones que son erróneas, apuntó.

Habló de otros problemas que en su concepto aquejan al hombre y a la sociedad: Querer ser más es importante, pero a veces lo confundimos con querer tener más. Es la mentira del maligno, que hace creer que el tener es el ser. No en balde se habla ahora de la depresión en personas de distinta edad, de soledad y desunión que producen frustración interior.

También lamentó que se haya sacado a Dios de muchos campos de la vida: la escuela, el deporte, los medios de comunicación, la política, la economía, y aún más peligroso, de la investigación en favor de la vida, pero según dijo, si perdemos el sentido de Dios, perdemos nuestra identidad como su imagen y semejanza.