Opinión
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65 Festival de Cine de Locarno
Los bandazos de la competencia
L

ocarno. 8 de agosto. A unos días de concluir el festival internacional de cine, está visto que este año la programación de la competencia ha tenido un solo perfil. Y es precisamente el no tenerlo. No hay punto de coincidencia entre la mayoría de las películas que recorren el amplio espectro que va de lo experimental y lo vanguardista a lo más común y convencional imaginable.

Así por ejemplo, hoy compitió Somebody Up There Likes Me (Le agrado a alguien de allá arriba), que no es un remake de la biografía del boxeador Rocky Grazziano, sino una simplona y olvidable comedia estadunidense sobre un tipo (Keith Poulson) que, tras abrir una maleta mágica, consigue mantenerse joven a lo largo de 35 años. La narrativa avanza en lustros y sigue las diversas decepciones amorosas y existenciales del protagonista, mientras los demás envejecen a su alrededor. En un principio parece imitar la ironía del modo de vida estadunidense a lo Hal Hartley (¿qué pasó con ese cineasta, por cierto?). Luego enseña su verdadera escuela. Caprichosa de un modo artificial –la música y unos momentos de animación refuerzan esa intención– la película evoca el humor forzadamente absurdo de recientes sitcoms como 30 Rock, Community y Parks & Recreation. Al menos, en esos casos uno puede cambiar de canal.

Totalmente opuesta en registro, forma e intenciones es la coproducción sudcoreana-china Wo hai you hua yao shuo (Al caer la noche), tercer largometraje del chino Liang Ying, que fue producido en el contexto del festival coreano de Jeonju. La película narra una de tantas anécdotas de violación de los derechos civiles en China: por la infracción menor de llevar una bicicleta sin registro, un joven es arrestado y golpeado por la policía; en la lucha consecuente seis policías son asesinados; declarado culpable sin un juicio franco, el joven es condenado a ser ejecutado. Todo intento de intervención de su madre es inútil. Ella misma es encerrada en un hospital siquiátrico para obstaculizar sus esfuerzos.

La historia completa es descrita en la secuencia inicial, utilizando fotos auténticas del caso. Por desgracia, la película no es un documental, como pedía a gritos, sino un ejercicio minimalista más que, mediante cuadros casi estáticos y muy teatralizados, recrea la angustia de la madre (An Nai). Aún a pesar de esa desdramatización, Wo hai you hua yao shuo ha indignado a las autoridades lo suficiente como para amenazar con la cárcel a su director. China podrá ganar muchas medallas olímpicas, pero políticamente ocupa también un primer lugar en represión y negación de los derechos humanos.

No cabe duda que la estrella del día ha sido Gael García Bernal. Un periódico local anunció su presencia con este encabezado: El divo mexicano cortejado por Hollywood. En la tarde se llevó a cabo su conferencia de prensa en el Spazio Cinema que estuvo atiborrado de mujeres –no todas periodistas–. El actor se mostró afable y sonriente a lo largo de toda la conferencia, y supo sortear con diplomacia las preguntas que no venían al caso. Por ejemplo, alguien indagó lo que haría para cambiar el mundo. García Bernal simplemente contestó que esas preguntas eran más bien para plantearlas a Miss Universo.

Ya en la noche fue la exhibición en la Piazza Grande de No, del chileno Pablo Larraín, una inteligente y aguda recreación del momento en que en Chile se hizo un referendo sobre la permanencia de Pinochet en el poder; en ella, García Bernal interpreta con acierto al publicista encargado de la campaña para votar por el No, precisamente. Antes de la proyección se le hizo entrega del premio Excellence Moët & Chandon que, a principios del festival, también se le dio a la británica Charlotte Rampling. Gran ovación, por supuesto, al primer actor mexicano que ha hecho carrera internacional desde… ¿Pedro Armendáriz?

Twitter: @walyder