Opinión
Ver día anteriorSábado 25 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

El enemigo en casa

L

as disputas territoriales entre repúblicas vecinas, la lucha por controlar los recursos naturales, los odios ancestrales entre grupos étnicos, el separatismo y la intolerancia religiosa, las enemistades crónicas en regiones colindantes, la independencia de facto de regiones respecto del país que las reclama como parte de su territorio son sólo algunas de las causas más conocidas que propician el derramamiento de sangre en la antigua Unión Soviética.

Existe otro motivo no menos preocupante que, en cualquier momento, puede derivar en conflicto armado: la guerra civil, riesgo que de nuevo cobra cuerpo en Tayikistán, que estuvo inmerso en una masacre fratricida entre 1992 y 1997 estallando las hostilidades en la misma región autónoma de Alto Badajshán.

En menos de un mes, en al menos dos ocasiones esta república de Asia central quedó al borde de una segunda guerra civil. Primero se trató de la fallida incursión de tropas gubernamentales, el 24 de julio anterior, para someter a la región rebelde, cuyas autoridades declinaron entregar a los cuatro líderes de la comunidad local, acusados por el gobierno central de haber ordenado el asesinato del general Abdullo Nazarov tres días antes.

Fracasó el ataque relámpago y, tras un día de combates con decenas de muertos por ambos lados en las calles de Jorog, la capital de Alto Badajshán, se acordó un alto el fuego y el gobierno se comprometió a retirar sus tropas.

Uno de esos líderes comunitarios, Imomnazar Imomnazarov, minusválido de 48 años por las heridas sufridas en la primera guerra civil, desempeñó un papel decisivo para convencer a sus seguidores a deponer las armas.

Y casi un mes después de los choque, cuando aún no se había cumplido en su totalidad el retiro de tropas gubernamentales, la madrugada del 22 de agosto, una granada lanzada contra su casa asesinó a Imomnazarov, proclamado héroe nacional por sus adeptos.

Para los habitantes de Alto Badajshán, el asesinato de Imomnazarov se debe a una venganza por la muerte del general Nazarov, acusación que desmiente el gobierno, a la vez que sostiene –mediante la publicación de un expediente elaborado por el Ministerio del Interior– que el finado dirigente era en realidad jefe de un clan mafioso.

Otra versión sugiere que, como parte de la corrupción en Tayikistán, Imomnazarov tenía entre sus socios a funcionarios del más alto nivel del gobierno, los cuales habrían podido ordenar su ejecución, al complicarse la situación política en Alto Badajshán, para quitarse un testigo incómodo.

Con el enemigo en casa, cualquier chispa puede hacer estallar la guerra civil. Ante esa eventualidad, el presidente Emomali Rajmon sabe que Tayikistán alberga una base militar rusa, que protege la frontera con Afganistán y, de solicitarlo su gobierno, puede convertirse en fuerza de intermediación.

Pero la permanencia de los militares rusos depende de negociaciones que durante meses no han dado resultado, mientras se especula con la posibilidad de que Estados Unidos obtenga ahí una base propia.