Expertos se reunirán en Corea del Sur el próximo septiembre
Miércoles 29 de agosto de 2012, p. 3
París, 28 de agosto. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que se reunirá a principios de septiembre en Corea del Sur, las especies invasoras ya ocupan el tercer lugar en las amenazas a las especies en peligro de extinción.
En los lugares a los que llegan, en efecto, prosperan a costa de sus anfitriones –flora, fauna, actividades humanas– devorando a algunos, desalojando a otros o contaminándolos con nuevas enfermedades.
Las especies invasoras tienen un impacto mayor en el mundo y, en algunos países, es astronómico
, explica Dave Richardson, director del Centro de Biología Invasiva de la Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica.
A veces son introducidas voluntariamente por el hombre, que pierde el control, como el coipú, criado por su piel, que destruye diques y riberas de los ríos, o el cangrejo de río, fértil y muy resistente, que ha contribuido a la extinción casi total de cangrejo autóctono en Europa.
Aspecto inocente, pero consecuencias devastadoras
El extranjero
puede mostrar un aspecto muy inocente: la ardilla asiática transmite enfermedades, o el conejo de campo, que se reproduce a alta velocidad y devasta los cultivos, ya que ningún depredador natural lo neutraliza.
Otros, crustáceos, gusanos de tierra y simples hongos pasan desapercibidas hasta que es demasiado tarde.
Sólo en el ámbito europeo un proyecto financiado por la Comisión Europea había identificado 11 mil 595 especies extranjeras
a finales de agosto.
Un millar de especies marinas, 2 mil 400 invertebrados, más de 6 mil 600 plantas terrestres figuran en el inventario europeo. Y la lista no deja de crecer, gracias a la explosión del comercio y los viajes intercontinentales.
Incluso la Antártida, la región más aislada del mundo, está ahora amenazada. Un estudio estadunidense ha demostrado recientemente que los turistas e investigadores han llevado involuntariamente granos extraños, que podrían implantarse a costa de la flora local.
La mundialización de la naturaleza será difícil de detener
, advirtió Jean-Philippe Siblet, director del Servicio del Patrimonio Natural en el Museo Nacional de Historia Natural de París, que espera que los ecosistemas afectados se adaptarán sin ser demasiado desequilibrados.
Según una estimación de 2001, el costo global de depredaciones causadas por estas especies alcanzaría la suma de mil 400 millones de dólares.
Siempre es difícil dar una cifra definitiva sobre estas cosas (...), pero el costo puede volverse una bola de nieve en la medida en que trasplantamos otras especies a zonas donde existen en estado natural
, estimó Tim Blackburn, director del Instituto de Zoología de la Sociedad Zoológica de Londres.
Empieza la lucha
Tomando conciencia del peligro, los Estados y regiones empiezan a organizar la lucha, pero la cooperación internacional falla y en muchos casos, los tratados y convenciones no son efectivos
, señaló Dave Richardson.
Las acciones a emprender son caras y engorrosas, y requieren una importante inversión financiera y humana a largo plazo. Para colmo, introducir un depredador o un insecto para frenar un invasor es posible, pero siempre hay el riesgo de hacer más daño que bien.
El debate es arduo entre los partidarios de una guerra drástica y los que, como Jean-Philippe Siblet, abogan por una erradicación inteligente
.
Todas las especies que llegan a un territorio que no se vuelven invasoras
, indicó el biólogo, quien juzga que puede haber ido demasiado lejos en la satanización de ciertas especies
.
En algunos casos, una especie exótica puede ser un enriquecimiento
, dice Siblet, al recordar que muchas especies que ahora se consideran indígenas
, como la papa o el tomate en Europa, por ejemplo, fueron importadas.