No soy yo, sino autoridades las que deben tener miedo
, dice la líder del grupo desde prisión
Martes 4 de septiembre de 2012, p. 48
En una entrevista con Der Spiegel, la líder de Pussy Riot, Nadezhda Tolokonnikova, aborda las metas políticas de su grupo punk feminista, por qué cree que existen límites al poder de Vladimir Putin y cómo continuará la lucha por nuestras ideas y valores
. Advierte: No soy yo, sino las autoridades las que deben tener miedo
.
Las mil 300 internas de la Instalación de Detención número 6, la única para mujeres en Moscú, llaman La Bastilla al bloque de concreto que se alza en el extremo sureste de la capital rusa. Aquí es donde las activistas recientemente convictas de Pussy Riot esperan el resultado de sus apelaciones, luego de ser sentenciadas a dos años de prisión por grabar un video en el que cantaron Madre de Dios, quita a Putin en una de las iglesias más importantes del país. Si su apelación es denegada, las tres jóvenes serán enviadas a una colonia penal. Por el momento se les permiten visitas de miembros de su familia cada dos semanas. Según una orden del tribunal, sus abogados pueden realizar visitas ilimitadas. Nadezhda Tolokonnikova, de 22 años, es considerada la líder política del grupo de protesta. Ella contestó las preguntas de Der Spiegel por medio de uno de sus abogados.
–Nadezhda Andreyevna, ¿cómo es su vida cotidiana en prisión?
–Soportable. Claro, es una prisión rusa, con todo el encanto soviético. Ha habido poco progreso aquí; el sistema carcelario es aún una mezcla de cuartel militar y hospital. Nos despiertan a las 6 de la mañana, luego tomo el desayuno y nos sacan al patio. El resto del día escribo. O leo; hoy, por ejemplo, la Biblia y las obras del filósofo marxista esloveno Slavoj ÎiÏek. La falta de libertad de movimiento no constriñe la libertad de pensamiento.
–¿Se arrepiente de sus acciones en la catedral de Cristo Salvador, en Moscú?
–No, no me arrepiento de nada. Tomo nuestra situación como un hecho y veo factores positivos y negativos. A final de cuentas, creo que el proceso en nuestra contra fue importante, porque mostró el verdadero rostro del sistema de Putin. Este sistema emitió un veredicto sobre sí mismo al sentenciarnos a dos años de prisión sin que cometiéramos delito alguno, y desde luego, eso me alegra.
–Tiene usted una hija de cuatro años, y debió de saber, al hacer su performance en la iglesia, que la posibilidad de arresto era real. ¿No fue una conducta irresponsable hacia su hija?
–Si uno teme a los lobos, no debe ir al bosque. Yo no temo a los lobos. Lucho por que mi hija pueda crecer en un país libre. Legalmente, la Corte no debió habernos juzgado más que por una falta menor. El juicio penal es la venganza personal de Putin, y nadie puede predecir cómo y cuándo un sistema autoritario ejercerá su venganza.
–Algunos las ven como heroínas que adoptaron un enfoque creativo para desafiar al rígido sistema político de Putin. Otros consideran que su acción fue de mal gusto. Cuando estaba embarazada, usted participó totalmente desnuda en un evento sexual en el Museo Biológico de Moscú para burlarse del deseo del Kremlin de incrementar la tasa de natalidad de Rusia.
–Cada persona tiene su gusto. Nuestros performances son arte moderno y sólo los expertos pueden evaluar si lo que hacemos carece de gusto. Todo lo demás son opiniones subjetivas.
–¿Qué piensan sus padres de estos performances?
–Mi padre dejó de hablarme durante dos meses después del acto en el Museo Biológico… porque no lo invité a estar en el público. Desde entonces ha estado presente en casi todos los actos en que he participado. Y mi madre declaró hace poco que ella apoya por completo y hasta las últimas consecuencias mi lucha por la libertad en Rusia. Así que no tengo problemas con mis padres.
–Usted comenzó formando parte del colectivo de artistas Voina, que significa guerra
. ¿Contra quién era su guerra?
–Las acciones del colectivo Voina son una prueba de fuerza en el conflicto entre el gobierno y la sociedad. Fue la primera vez que artistas expresaron oposición al gobierno autoritario en una forma tan fundamental y tan pública.
–¿Qué es lo que Pussy Riot aspira a lograr?
–Una revolución en Rusia.
–¿Y cómo es la Rusia que vislumbra?
–Una por la que afortunadamente no tendré que esperar mucho tiempo. Pero algo es seguro: quiero destruir lo que considero los mayores males. Y lo hago poniendo en práctica mis ideas de libertad y feminismo.
–¿Ama a su país?
–Amo a Rusia, pero odio a Putin.
–Putin es el hombre más poderoso en uno de los países más poderosos de la Tierra. ¿Es posible vencerlo?
–La omnipotencia de Putin es una ilusión. Que su poder no es ilimitado es tan obvio, que su maquinaria de propaganda exagera el poder del presidente. Putin depende de Occidente más o menos en el mismo grado en que Occidente tiene interés en exagerar su poder. En realidad, el presidente es pequeño y da pena. Se pueden ver sus acciones como persona y como político. Si un líder siente confianza en sí mismo, ¿cómo puede cruzar por su mente tratar de este modo a tres jóvenes activistas de oposición?
–Su performance y su arresto han captado la atención mundial hacia los derechos humanos y civiles en Rusia, mucho más que los recientes asesinatos de periodistas y la promulgación de una serie de nuevas leyes represivas. ¿Por qué?
–Porque nuestro performance no fue trivial. Abordó la confrontación entre el gobierno y la sociedad en un contexto religioso, político y social. El proceso en contra nuestra reveló el carácter represivo del régimen. El sistema de Putin se derrumba. No está a la altura del siglo XXI: es más como algo salido de las sociedades tribales y los regímenes dictatoriales del pasado. Es incapaz de explicar por qué se tiene que arrojar en prisión a tres activistas políticas sólo porque usaron la catedral de Cristo Salvador como locación de un video-performance y pronunciaron unas cuantas palabras poderosas contra el sistema.
Somos parte del movimiento anticapitalista mundial
–¿Disfrutan de las aclamaciones de Occidente?
–Nos alegra todo el apoyo que recibimos.
–Si entendemos apropiadamente sus performances, no sólo se dirigen a Putin, sino también van contra el capitalismo. En una conversación con Spiegel, el año pasado, el activista de Oleg Vorotnikov justificó robar comida con base en que existe un derecho fundamental a la subsistencia.
–Sí, somos parte del movimiento anticapitalista mundial, formado por anarquistas, trotskistas, feministas y autonomistas. Nuestro anticapitalismo no es antioccidental o antieuropeo. Nos consideramos parte de Occidente, y somos producto de la cultura europea. Las contradicciones de la sociedad de consumo nos inquietan, pero no buscamos destruir la sociedad de consumo. La libertad está en el corazón de nuestra ideología, y nuestro concepto de libertad es occidental. Esta es una lucha por la definición correcta de la libertad.
–Ustedes son feministas. ¿Qué caracteriza a la mujer rusa hoy?
–Las mujeres rusas están atrapadas en algún punto entre los estereotipos occidental y eslavo. Por desgracia, Rusia está aún dominada por la imagen de siglos de la mujer como cuidadora del hogar, y de las mujeres que crían solas a sus hijos, sin ayuda del hombre. Esa imagen sigue siendo cultivada por la Iglesia ortodoxa rusa, que convierte a las mujeres en esclavas, y la ideología de Putin de democracia soberana
sopla en la misma dirección. Las dos rechazan todo lo occidental, incluyendo el feminismo. Pero Rusia, también, tiene una tradición de un movimiento de liberación femenina de estilo occidental, que Stalin aplastó. Espero que vuelva a levantarse… y que nosotras podamos ayudar a que ocurra.
–¿Volvería a elegir un espacio religioso como locación para una manifestación política?
–Somos artistas, y los artistas no se repiten a sí mismos. No porque temamos al castigo, sino por ser fieles a nuestros principios artísticos.
–¿Puede usted entender que muchos rusos consideran heridos sus sentimientos religiosos cuando ustedes ejecutan una danza salvaje frente al altar de una iglesia?
–El videoclip y el texto que lo acompaña, el cual describe las motivaciones políticas de nuestro performance, no son algo que hiera los sentimientos religiosos. Lo que cambió la situación fue el cuadro distorsionado que presentaron los medios manejados por el Estado, en los que se nos acusó de odio religioso. Lamento que haya ocurrido así. A final de cuentas, tanto nosotros como nuestros críticos somos víctimas de la maquinaria de propaganda de Putin.
–¿Le parece bien que personas en Rusia derriben cruces, supuestamente como muestra de apoyo hacia ustedes?
–No, en definitiva. No es algo que nos alegre. Pussy Riot jamás ha actuado contra la religión. Son los ideólogos de Putin los que nos han colgado la etiqueta de odio religioso. Nuestra motivación fue puramente política.
–En su declaración final en el juicio, usted citó el Viejo y el Nuevo Testamento. ¿Es usted religiosa?
–No creo en Dios. Pero veo la religión como parte importante de la cultura.
–Dirigentes eclesiásticos han hecho campaña pidiendo benevolencia y misericordia para Pussy Riot. ¿Aun así describiría a los patriarcas de la Iglesia como perras
, como hicieron en su performance?
–La Iglesia no pidió benevolencia hasta que el veredicto fue anunciado. Si era sincera, ¿por qué no lo dijo antes? No creemos en las intenciones honestas de la Iglesia, así como los testigos de la fiscalía no creyeron que nuestras disculpas fueron pronunciadas con sinceridad. Además, la palabra perra
no iba dirigida a los patriarcas. La usamos como palabra de relleno.
Me alegra que nuestra lucha continúe
–En el tribunal, usted se comparó con Fiódor Dostoievski y Alexander Solzhenitsin. ¿Se le ha ido la fama a la cabeza? Solzhenitsin pasó ocho años en un gulag, y Dostoievski fue condenado a muerte, perdonado a última hora en el cadalso y enviado al exilio.
–No queremos compararnos con la obra de Solzhenitsin o Dostoievski. Pero sí nos preocupa precisamente esa actitud del gobierno hacia las voces disidentes.
–Más de unos cuantos opositores de Putin consideran que ustedes fueron demasiado lejos en su performance en la catedral. Alexey Navalny, probablemente el político opositor más popular de la Rusia actual, declaró a Spiegel que el performance en la catedral le parecía una estupidez
. ¿Han ustedes dividido a la oposición?
–Navalny elogió nuestro performance en la Plaza Roja, donde llamamos cobarde a Putin. Nos parece claro que Navalny no entiende del todo la conexión entre el performance frente al Kremlin y el de la catedral de Cristo Salvador. Nuestro objetivo sí es dividir, pero no a la oposición. Queremos levantar a la parte de la sociedad que ha permanecido políticamente apática y ha preferido no luchar activamente por los derechos civiles, sino permanecer en la comodidad de sus hogares. Lo que vemos en este momento es una división entre el gobierno y la mayoría silenciosa de Rusia.
–Muchos rusos han pedido un castigo más severo que los dos años de prisión que les fueron impuestos.
–Existe una clara correlación entre el juicio en nuestra contra y las tasas de aprobación de Putin. Las encuestas más recientes muestran que su popularidad decrece.
–¿Hay algo que la haya complacido o molestado en particular en los meses transcurridos desde su arresto?
–La abrumadora reacción a lo que hicimos fue una agradable sorpresa. La reacción del gobierno era de esperarse, puesto que estamos tratando con un sistema autoritario. Pero me ha complacido el apoyo de los amigos y otros partidarios de ideas semejantes, pese a la amenaza de años de prisión que enfrentamos. Me alegra que nuestra lucha por nuestras ideas y valores continúe.
–Han presentado una apelación. ¿Espera una reducción de su sentencia?
–No me interesa.
–¿No tiene miedo de la vida en la colonia penal?
–No soy yo, sino las autoridades las que deben tener miedo.
–¿Qué harán cuando salgan de prisión? ¿Emprenderá una gira mundial, lanzarán álbumes, convertirán su fama en dinero? ¿O se dedicarán a la política?
–Mientras exista este sistema autoritario, no tiene mucho caso pensar en esas cosas.
–Nadezhda Andreyevna, le agradecemos esta entrevista.
Las preguntas a Tolokonnikova fueron planteadas por
Matthias Schepp.
© 2012, Der Spiegel
Traducción del alemán al inglés: Ella Ornstein
Traducción: Jorge Anaya
(Distributed by The New York Times News Service and Syndicate)