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Sin otra opción política se inclinan por el demócrata ante la amenaza republicana

Sindicalistas, ambientalistas, pacifistas, latinos... todos, desilusionados con Obama

Las recompensas a los donantes van desde un brindis con Bill Clinton a un desayuno con Michelle

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Delegados se unen en oración poco antes del arranque de la segunda sesión de la Convención Nacional Demócrata ayer en Charlotte, Carolina del NorteFoto Reuters
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Dinero corporativo fuera de la política, se lee en el cartel de un manifestante que participa en una marcha en las cercanías de la sede del encuentro demócrataFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Jueves 6 de septiembre de 2012, p. 29

Charlotte, 5 de septiembre. En este festejo de la clase media, una frase tan ambigua que pocos estadunidenses se consideran otra cosa, hay de todo, desde trabajadores (al parecer no tienen clase, pero sí bajos salarios) al 1 por ciento, y los que dicen representar al otro 99 por ciento (casi todos los políticos que están aquí gracias en parte al 1 por ciento) en un espectáculo que tiene como sede foros con nombres empresariales: la Arena Time Warner y el Estadio Bank of America.

Tal vez por eso dicen que es democrática la cosa; todos caben. A fin de cuentas afirman que el Demócrata es el partido de la inclusión.

Mientras cada discurso desde el podio elogia a los ciudadanos comunes, a los trabajadores, a la clase media, los ricos están aquí para donar sus miles, sus decenas de miles de dólares a la campaña de Barack Obama. Aunque su presencia no es tan ostentosa como la de sus contrapartes en la Convención Republicana la semana pasada, son igual de importantes en lo que será la contienda más cara de la historia. En las fiestas de los ricos y poderosos y sus servidores se ve a embajadores, legisladores federales, empresarios y estrellas de Hollywood. Dependiendo del monto de sus donaciones a la campaña, el Fondo de Victoria Obama, se les ofrecen diferentes recompensas como un brindis con el ex presidente Bill Clinton o, a los que dan la donación máxima de 75 mil 800 dólares, se les ofrece asistir a un desayuno con la primera dama Michelle Obama, según reportaron Politico y el Charlotte Observer.

No sólo eso, sino que obviamente se les reservaron los mejores hoteles y tendrán acceso a suites de lujo en la arena Time Warner, sede de la Convención. Los que den más de 100 mil dólares en parte a la campaña y a los Súper-PAC que apoyan al presidente, tendrán boletos para una fiesta después del discurso de Obama el jueves, que amenizarán la actriz Jessica Alba y un par de bandas musicales. Además, podrán asistir a cocteles y sesiones informativas con asesores y estrategas demócratas, y una recepción en la casa de un multimillonario local a la que asistirán el líder demócrata del Senado, Harry Reid, y la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, entre otros. Claro, ahí todos hablarán de su compromiso con los ciudadanos comunes.

Pero en los pasillos y las calles alrededor de esta convención, hay un gran mosaico estadunidense. Musulmanes y judíos, protestantes y católicos, sikh y latinoamericanos, caribeños, barbudos demasiado friendly y anglosajones bien vestidos e incómodos con todo contacto físico con otro ser humano, asiáticos e indígenas estadunidenses, y afroestadunidenses, algunos como delegados, otros políticos electos y representantes de diversas corrientes del partido. También hay pacifistas con camisetas de soy votante por la paz, activistas de derechos de las mujeres, algunas de las grandes ONG nacionales, y más.

Las tensiones dentro del partido tienen que ver con diferencias entre las diversas corrientes de la base de y la cúpula. El desencanto de los primeros cuatro años de Obama se expresa de varias maneras entre éstas, pero ninguna tiene adónde ir. No hay otra opción política electoral para ellos en este país.

Para los latinos la desilusión con Obama tiene que ver con la ausencia de una reforma migratoria y una crisis que los ha golpeado de manera severa, para los antiguerra es porque continúan las acciones bélicas de este gobierno, ahora hasta en más puntos del planeta, los ambientalistas ven concesiones en torno al control de las industrias energéticas, y poca acción contra el cambio climático. Todos están aquí, todos dicen que urge relegir a Obama ante la amenaza republicana, pero no tienen muchos argumentos que ofrecer a favor de este candidato.

Para los sindicalistas no hay avances en defensa de derechos laborales y menos sindicales, sobre todo ante la ola antisindical, principalmente en el sector público. Aunque cada vez más debilitado, el todavía más poderoso movimiento social organizado y secular en este país, los sindicatos, sigue siendo tal vez la base social más importante para el partido, tanto por los cientos de millones que invierte en las campañas como por su función como el ejército electoral más organizado y efectivo. Pero también están presentes las tensiones entre una cúpula que casi ni menciona ya los derechos laborales y menos los sindicales y bases golpeadas económica y políticamente por la ofensiva neoliberal en este país.

José LaLuz, un líder de AFSCME, el sindicato nacional de trabajadores del sector público, quien también es subdirector para asuntos latinos en la campaña de Obama en Florida, estado que será determinante en la elección nacional, comenta: somos el blanco principal de los republicanos que están atacando a los sindicatos, ante ello tenemos que relegir a Obama, pero también tenemos que poder batallar cada vez más de manera independiente, o sea, no podemos subordinarnos al partido, sino impulsar a candidatos de nuestras filas. Agregó, en entrevista con La Jornada aquí, que es parecido lo que está sucediendo con los latinos. Todos saben que la relección de Obama depende fundamentalmente del voto latino pero a la vez, no se puede dejar de impulsar la lucha por los derechos inmigrantes y civiles de nuestra comunidad, tanto dentro como fuera del partido.

La disidencia en las calles

Mientras, en las calles también hay expresiones disidentes. La Coalición para Marchar en Wall Street Sur se expresó el pasado fin de semana con una marcha de entre 800 a 2 mil (dependiendo de quién cuente) contra ambos partidos por sus vínculos con el gran empresariado, sobre todo el sector financiero. Ben Carroll y Zaina Alsous, activistas de este movimiento, comentaron que Charlotte es “el Wall Street del sur, sede mundial del Bank of America y de la división del este de Wells Fargo… ambos representan lo peor de los bancos por su papel en generar la crisis económica, el desempleo masivo, el embargo hipotecario de hogares, el complejo prisión-industrial –incluidos los centros de detención de inmigrantes–, y de financiar la destrucción ambiental” entre otras cosas.

Señalan que Charlotte tiene la segunda concentración de capital financiero después de Wall Street, y a la vez es el estado con la menor tasa de sindicalización en el país y es bastión en el sur de políticas y legislación antisindical, incluida la prohibición de la sindicalización de trabajadores del sector público.

Durante esta semana pequeños contingentes de Ocupa Wall Street y otros han denunciado todo esto, y lo que reiteran es la compra de la democracia por el 1 por ciento.

Este es el debate dentro y fuera de esta arena. Aquí no quedará resuelto.