oronto, 5 de septiembre. Por segunda vez consecutiva el festival norteamericano más importante ha roto su tradición de inaugurar su programación con una película canadiense, optando por un estreno hollywoodense. Si Cannes lo hace, ¿Toronto por qué no? En este caso el título es Looper, thriller de ciencia-ficción dirigido por Rian Johnson, en el cual un matón a sueldo (Joseph Gordon-Levitt) deberá viajar al futuro para asesinar a la versión cincuentona (Bruce Willis) de sí mismo.
Mucho más anticipados son otros tres títulos estadunidenses en el programa: Cloud Atlas, inusitada colaboración entre el alemán Tom Tykwer y los hermanos Wachowski; The Master, la nueva realización del impredecible Paul Thomas Anderson, cuya anterior Petróleo sangriento (2007) ha sido una de las obras maestras del nuevo milenio, y To the Wonder, un regreso atípicamente veloz de Terrence Malick a la actividad cinematográfica, después de que el año pasado El árbol de la vida fue una de las películas más discutidas.
Como es costumbre, varios otros títulos redondean el atractivo de un festival que retoma lo sobresaliente de anteriores festivales como Berlín, Cannes, Locarno y Venecia, y lo mezcla con un anticipo de los principales estrenos del otoño. La numeralia indica que se ha programado un total de 372 títulos, 289 largometrajes y 93 cortos, bastante más que el año pasado. Las películas se reparten en 15 secciones, y el festival utiliza un total de 34 pantallas. O sea, el asunto es intensivo, como siempre.
Entre las novedades encontramos que la sección dedicada a los documentales, antes llamada Reel to Real, se ha rebautizado como TIFF DOCS (TIFF son las siglas de Toronto International Film Festival). Y en un festival que, en esencia, no es competitivo, por primera vez se otorgará un premio por NETPAC (Network for the Promotion of Asian Cinema) al mejor primer o segundo largometraje de producción asiática.
La programación iberoamericana ha reunido 15 títulos de los que, para no variar, el mayor número son españoles: cinco, sin contar las coproducciones de directores no españoles. Estos son: Blancanieves, película muda de Pablo Berger; Fin, de Jorge Torregrossa; el documental Hijos de las nubes: la última colonia, de Alvaro Longoria; The Impossible, coproducción con Hollywood de Juan Carlos Bayona, e Insensibles, de Juan Carlos Medina. En cambio, la participación mexicana se limita a dos: Juego de niños, de un director que se hace llamar Makinov (obviamente se trata del seudónimo de alguien conocido) y Post tenebras lux, la obra de Carlos Reygadas ya estrenada en Cannes.
También el cine argentino tiene un par de representaciones: Elefante blanco, de Pablo Trapero, y Viola, de Matías Piñeiro; lo mismo sucede con el cine chileno: la muy elogiada No, de Pablo Larraín, protagonizada por Gael García Bernal, y La noche de enfrente, película póstuma de Raúl Ruiz. Colombia se queda con una: La Sirga, de William Vega (que, como No, cuenta con participación mexicana). De países con escasa (o casi nula) producción están Polvo, del guatemalteco Julio Hernández Cordón, y 7 cajas, de los paraguayos Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. Mientras, de Portugal se presentará Tabú, de Miguel Gomes, para varios colegas la merecedora del Oso de Oro en el pasado festival de Berlín.
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