Sociedad y Justicia
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Baja, la inteligencia sexual del mexicano

El erotismo, casi apagado; 76% no hace nada especial previo a una relación, señala estudio

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Periódico La Jornada
Jueves 6 de septiembre de 2012, p. 44

Poco frecuente, sin erotismo y como un tema tabú en casa. Así vive el sexo el mexicano citadino. Las fantasías, mayormente femeninas, de caricias, cena o música se quedan casi siempre en eso: 76 por ciento no hace algo especial previo a ese momento, claro, si lo tiene, porque para el promedio el último encuentro sexual ocurrió 24 días antes.

Esto lleva a decir a los expertos que la inteligencia sexual del mexicano es baja, pero está deseoso de incrementarla. ¿Cómo se puede hacer esa afirmación? El estudio Sexualidad e inteligencia erótica de los mexicanos, el primero efectuado en México, muestra con números esa insatisfacción y manda una señal de alerta a las autoridades, organizaciones sociales y medios de comunicación para dar más información, pero no aburrida. La razón: los entrevistados están deseosos de vivir con mayor plenitud esta etapa de su vida.

Después de leer el libro de la estadunidense Esther Perel, convertida desde 2007 en gurú de la teoría de la inteligencia erótica, Gabriela de la Riva, presidenta de la Asociación Mexicana de Agencias de Mercado e Investigación (AMAI), logró reunir 35 empresas encuestadoras que elaboraron este estudio sin cobrar un peso, el cual será presentado hoy en un congreso.

Durante seis meses entrevistaron a siete mil personas en la ciudad de México, Guadalajara, Veracruz, Puebla y Mérida e hicieron análisis cualitativos para medir el índice de inteligencia sexual de los mexicanos. Partieron de investigaciones de sicólogos y sexólogos, las cuales concluyen que la dimensión erótica de cada persona está determinada por su coeficiente de inteligencia sexual, que constituye una parcela de su capacidad intelectual.

Roberto Valdés, vicepresidente técnico del despacho De la Riva y comunicólogo por la Universidad Iberoamericana, explica así los hallazgos: La vida sexual del mexicano no es lo satisfactoria que puede ser, y eso afecta su calidad de vida.

¿Y cómo medir esa insatisfacción y falta de pericia en el erotismo? La tendencia de los entrevistados (de entre 18 y 70 años) es asociar el acto sexual a sus órganos genitales y dejaron en segundo lugar el aspecto del erotismo. Como señaló un varón: todo mi poder está en el pene. Una mujer dijo: lo controlo a través del pene.

El erotismo, según el estudio, se relaciona con el uso de cierta ropa, maquillaje, coqueteos, besos o caricias, así como un ambiente físico, aromas, alimentos, música.

Para la mujer, la que más se atreve a hablar de sus sueños eróticos, sólo quedan en eso. Sólo 24 por ciento tuvo un momento especial y 29 por ciento utilizó algún juguete erótico, mientras 61 por ciento no.

Las partes más eróticas del cuerpo

¿Y qué les parece más erótico a unos y otros? A los hombres, los senos (57 por ciento) y glúteos (51 por ciento) de las mujeres; a ellas, los glúteos (35 por ciento) y pectorales (34 por ciento) de ellos. Yo en un hombre me fijo en las pompis, comentó una.

El problema de los mexicanos, explica Valdés, es que se saltan las fases del erotismo. Del coqueteo pasan al contacto de los genitales y dan poco espacio a las caricias o a los besos. Por eso es difícil alcanzar placer, sobre todo a las mujeres, que a partir de esto se quejan de vivir violencia en sus relaciones.

La consecuencia es que siete de cada diez mexicanos revelaron no tener safisfacción sexual plena, entre ellos un 21 por ciento que dice sentir nada o poco. Y no aplicamos las entrevistas a sacerdotes, comenta en broma Valdés.

Son más los hombres que aseguran alcanzar el clímax (69 por ciento) que las mujeres (59 por ciento).

Asociar tanto la sexualidad a los genitales ha provocado que los jóvenes vivan la competencia no sólo por sacar buenas notas en la escuela o conseguir empleo, sino por demostrar su potencia sexual.

Con lo que más fantasean los mexicanos para salir de la rutina es con tener una ducha o baño de regadera, después con la conversación, saludar de beso, abrazar, caminar en la playa, disfrutar el aroma de la lluvia y, como últimas opciones, se plantean una cena íntima o ver una puesta de sol. Leer un poema romántico es lo último que se plantearían.

Como esto casi no ocurre en los estudios de enfoque, una mujer se queja: me gustaría tener pláticas íntimas, lástima que a mi esposo no le gustan. Me salió muy callado. Una joven añade: si soy muy sensual me confunden con prostituta. ¿Hacer juegos sexuales? No, es la madre de mis hijos, responde un hombre.

La consecuencia es que 65 por ciento no tiene encuentros sexuales planeados con su pareja, 73 por ciento los considera una ocasión normal y sólo para 27 por ciento se trata de un momento especial.

Mitos y estrés inhiben la inteligencia erótica

¿Y qué inhibe la inteligencia erótica? A los mexicanos desinformación y la prevalencia de mitos como el que la masturbación impedirá tener hijos, que la mujer debe ser sumisa o incluso llegar virgen al matrimonio o que el hombre es el fuerte.

También afecta el estrés, la falta de tiempo, el cansancio físico o el miedo a ser rechazados o criticados por su pareja y, por último, la falta de dinero.

La desinformación es atribuida a que en casa la sexualidad sigue siendo un tema tabú. Ochenta por ciento explica que recibió nada o poca información de sus padres. Y cuando acceden a información, los datos de las autoridades de salud o de educación son de flojera, los especialistas que aparecen en los medios de comunicación son pocos y lo más accesible proviene de comunidades o del comercio sexual, lo cual implica riesgos.

Con esa escasa información se inician cada vez más jóvenes en la sexualidad: 10 por ciento tenía de 12 a 14 años de edad en su primera relación; 42 por ciento, entre 15 y 17 años; 38 por ciento entre 18 y 24 años, y uno por ciento más de 24 años. Sólo 9 por ciento dijo que no tuvo.

Preocupado por los resultados, Valdés desea que la Secretaría de Salud, la SEP, organizaciones civiles y medios de comunicación den más herramientas, que no sean aburridas ni tan académicas, para que los mexicanos disfruten su erotismo.

Sicólogos y sexólogos han comprobado que a mayor plenitud sexual las personas son más sanas o equilibradas en el plano emocional.