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Ver día anteriorLunes 10 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Resiliencia, no silencio

E

staba cantado el resultado, sentenció la joven #YoSoy132. ¿Por qué?, preguntó un compañero. Porque si tanto gobiernos de izquierda como de derecha construyen pisos elevados, puentes y túneles a favor del automóvil, en vez de organizar un transporte público eficiente y puntual en beneficio de las mayorías, la democracia fácilmente se puede reducir a las cuotas y patrocinios de cada partido y a su relación con los medios, no a los votos reales en las urnas. Yo aprovecho el segundo piso pero la mayoría no, y ese es el problema de las obras de relumbrón, que benefician a unos intereses y sectores, no al grueso de la población, respondió para agregar:

Esta similitud de percepciones y acciones de izquierda y de derecha en torno a aspectos medulares del desarrollo, necesariamente desemboca en una democracia inconsistente e imprecisa, en un sistema electoral demasiado condicionado por factores extraelectorales en los que el dinero asignado es más determinante que la participación ciudadana, concluyó.

Y sí, los resultados de las pasadas elecciones –senadores preterminales incluidos– obligan a recurrir a la resiliencia como otra estrategia en la elaboración del duelo poselectoral de cuantos no vimos cubiertas nuestras legítimas expectativas a través del voto.

Resiliencia es término de física y se refiere a la cualidad de un material para recobrar su forma original tras haber estado sometido a altas presiones. En ciencias humanas, resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para proseguir a pesar de acontecimientos desestabilizadores, condiciones de vida difíciles y traumas severos, así como enfrentar adversidades, aceptarlas, superarlas y transformarse positivamente o incluso salir fortalecidos de ellas. Es resistir, no resignarse, a pesar de nuestra cotidiana educación en la ignorancia de nosotros mismos y de la realidad que se nos impone.

Demasiado ruido habrá que hacer por todos los medios, y no precisamente de comunicación, para recordar a diario a las estructuras de poder que no se está de acuerdo con su torpe e insensible forma de llevar las cosas y de llevarnos al baile y al barranco, esa profunda depresión conceptual, visual, auditiva y manejable en la que quisieran hundirnos para siempre.

Ante nuevas imposiciones, resistir con la certeza de que seguimos siendo, estando, teniendo y pudiendo, en la medida en que abramos los ojos, pensemos mejor y nos unamos más.