Tras convertirse en la primera mujer mexicana y la persona 64 en el mundo que nada la triple corona de aguas abiertas, Mariel Hawley Dávila puso fin con esa hazaña a un ciclo de su carrera, aunque continuará en el ambiente acuático en competencias másters y en proyectos personales, impulsada por las causas sociales en las que ha basado sus metas.

El nado con acciones benéficas, además del impulso propio que le genera su familia –su esposo y dos hijos–, ha llevado a Hawley a alcanzar sus sueños.

El más reciente es el que concluyó el pasado 24 de agosto con el cruce de la isla de Santa Catalina a la costa de Los Ángeles, California, con lo que completó la llamada triple corona de nado en aguas abiertas, hazaña que también integra la Isla de Manhattan (nado alrededor), la cual realizó en el maratón de 2009, y el Canal de la Mancha, reto que cumplió en 2011 de manera individual, pues dos años antes lo ejecutó en un relevo mixto de mexicanos junto con Jorge Urreta, Luis Pineyro, Omar Díaz, Alejandro Moreno y Mayalen Noriega.

La triple corona ya se la habían adjudicado dos hombres mexicanos: Antonio Argüelles, quien la logró dos veces (1999 y 2009), y Nick Olmos Lau, (2010).

Hawley estuvo bajo la dirección de Nora Toledano, recordista en el Canal de la Mancha con seis cruces completos, entre muchas hazañas relevantes.

A la nadadora de aguas abiertas Mariel Hawley satisface que sus logros aportan beneficiosFoto Carlos Ramos Mamahua

Para mí lo más importante es que atrás de esto hay mucho trabajo, esfuerzo, es un equipo muy grande. Mis mitos son mis hijos y el apoyo que he tenido de mi esposo es excepcional. Ellos me prestan sus horas para entrenar, señaló la nadadora.

Hawley integra el equipo Sport City México Quiero Sonreír, asociación que ella fundó para apoyar a niños con deficiencia auditiva y con secuelas de quemaduras, y que se extendió a otras causas, como la reciente que acompañó el cruce Santa Catalina.

Para este logro contó con el respaldo de la Formación Harp Helú, mediante el cual se realizarán 100 operaciones reconstructivas a niños con labio y paladar hendidos. La parte más divertida del equipo la tengo yo, porque a mí sólo me toca nadar, pero es un gran equipo en el que cada uno hace su parte, dijo.

Reveló que antes del cruce enfrentó algunos temores, sobre todo por lo imponente que era nadar de noche, como exige el trayecto californiano de 34 kilómetros, y que por las corrientes cubrió en 57.

La alertaron de que a la salida se encontraría con focas y al alba con delfines, pero venció el miedo, se dedicó a disfrutar e incluso terminó con cierta tristeza al saber que terminaba un ciclo en su carrera.