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Economía Moral

Pensar la reforma laboral en el contexto de la automatización/ II

Corolarios legislativos del fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado

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arx, Richta, Rifkin, Gorz han descrito la naturaleza y consecuencias de la revolución científica y técnica (RCT) que está haciendo posible la automatización de la producción, misma que las empresas capitalistas se ven obligadas a adoptar en su búsqueda insaciable de ganancias, generando con ello el fin de la sociedad centrada en el trabajo pagado. El mundo debe sufrir un cambio radical. Si no lo hace, vendrá un periodo de degradación social inimaginable. El cambio requerido, que significa la semilla del fin del capitalismo, consiste en poner fin al carácter del trabajo pagado (asalariado) como fuente casi única (para la mayoría) del ingreso y por tanto del acceso a satisfactores. Estos autores han visto también las consecuencias potencialmente positivas de la RCT. La automatización posibilita la emancipación humana del trabajo forzado y enajenado; del fin de la maldición bíblica ganarás el pan con el sudor de tu frente (podríamos agregar: y con la humillación de tu espíritu). Vivimos la encrucijada más importante de la historia de la humanidad. En su prólogo a El fin del trabajo, de Rifkin, Heilbroner señala:

Según David Ricardo el monto de empleo en una economía no importaba mientras renta y ganancias, de donde sale la nueva inversión, no disminuyeran. Simonde de Sismondi le respondió que entonces no habría otra cosa que desear que el rey moviendo una manivela pudiera producir, a través de autómatas, todo el producto. El libro-abridor-de-mentes de Rifkin es sobre un mundo en el cual las corporaciones dan vueltas a manivelas que ponen en marcha autómatas que proveen los bienes y servicios. Estamos empujando la relación entre máquinas y trabajo hacia una nueva relación acerca de cuya configuración sólo podemos decir que será muy diferente de la del pasado.

En una conferencia en Montevideo, Jeremy Rifkin señaló:

El siglo de la biotecnología va a terminar con el trabajo de masas. Ese es el momento antropológico en el que nos encontramos. Tenemos una RCT que puede crear un renacimiento o una gran conmoción social. Podemos dar un salto hacia adelante o podemos tener años, décadas y generaciones de inestabilidad y disturbios.

Ilustremos la gran conmoción social citando a André Gorz:

“Algunos preconizan para el tercer mundo el desarrollo en enclaves cuyo ingreso por habitante podrá llegar a ser 10 o 20 veces más alto que el de los habitantes del resto del país. El capitalismo deberá amurallarse en ‘Estados ciudades’ y ‘villas privadas’, conducir sus ‘guerras privadas’ contra las poblaciones convertidas en nómadas y guerreras”.

Ilustremos el renacimiento con el siguiente párrafo de Marx en El capital:

“Si todas las herramientas, soñaba Aristóteles, obedeciendo nuestras órdenes, pudieran ejecutar la tarea que les corresponde, al igual que los artefactos de Dédalo que se movían por sí mismos o los trípodes de Hefesto que se dirigían por propia iniciativa al trabajo sagrado; si las lanzaderas tejieran por sí mismas, ni el maestro artesano necesitaría ayudantes ni el señor esclavos. Y Antípatro [poeta griego] saludó la invención del molino hidráulico para la molienda del trigo, esa forma elemental de toda la maquinaria productiva, como liberadora de las esclavas y fundadora de la edad de oro!“.

Richta et al. (La civilización en la Encrucijada) explican la gran esperanza:

La automatización compleja va cada vez más lejos, liberando al hombre de su participación directa en el proceso de producción, de su papel de simple ‘engranaje’ en el sistema de máquinas. Podemos esperar que la RCT absorba el trabajo industrial simple tradicional, que no constituye una necesidad interna para el ser humano, sino que viene impuesto por una necesidad externa. Una vez que el ser humano cesa de producir las cosas que las mismas cosas pueden producir en su lugar, se abre ante él la posibilidad de consagrarse a una actividad creadora que movilice todas sus fuerzas, que tienda a la expansión de sus capacidades. [Yo añadiría:” a su florecimiento”]. La generalización de este tipo de actividad marcará de hecho la superación del trabajo. Cuando la necesidad externa, de subsistencia, cede su lugar a la necesidad interna, la actividad humana se convierte en una necesidad que existe para sí y le enriquece; entonces desaparece la contradicción entre el trabajo y el placer, entre el trabajo y el tiempo libre: la actividad humana se confunde con la vida.

La gran esperanza es inviable en el capitalismo, excepto con reformas radicales. Así lo percibieron personas interesadas en salvar al capitalismo y no en eliminarlo, como Theobald, precursor contemporáneo del ingreso ciudadano universal (ICU), quien señala que el interés por el ICU renació en los años 60 por la inminencia de la abundancia y por la conclusión que la transformación tecnológica impedirá dar empleo a todos los que lo solicitan, lo que obliga a transformar el sistema, que sólo funciona bien cuando el desempleo es reducido. (La gráfica muestra el estancamiento de la salarización de la fuerza de trabajo desde 1970 en México). Es decir, vieron la necesidad de independizar el ingreso del empleo. Erich Fromm dice que el ICU liberaría al individuo de las amenazas económicas: nadie tendría que aceptar condiciones de trabajo por el temor al hambre; la mujer podría abandonar al esposo; el adolescente a su familia. Con la automatización, la sociedad del trabajo, la sociedad salarial, va llegando a su fin. Es hora de distinguir, con Gorz, entre la necesidad (N) imperiosa de un ingreso suficiente y estable y la N de actuar, de ser apreciado por los otros. El monto del trabajo (no precario) contratado y pagado se está reduciendo y se seguirá reduciendo en el mundo. El derecho a un ingreso suficiente y estable ya no tendría que depender de la ocupación permanente y estable de un empleo; la necesidad de actuar, de ser apreciado por los otros, ya no tendría que adoptar la forma de un trabajo encargado y pagado. El tiempo de trabajo dejaría de ser el tiempo social dominante, dice Gorz, quien añade que el trabajo asalariado y el capitalismo deben desaparecer dando paso a una nueva sociedad, la de la multi-actividad; plantea políticas tendientes a: garantizar a todos un ingreso suficiente; combinar la redistribución del trabajo con la reapropiación del tiempo; y favorecer el florecimiento de nuevas sociabilidades. Este autor señala que el ICU debe reunir dos condiciones: ser suficiente para evitar la pobreza, y ser incondicional (debe ser ICUSI). La garantía de un ingreso inferior al mínimo vital es la postura neoliberal que busca obligar a los desempleados a aceptar salarios recortados para hacer rentables puestos de trabajo que no lo serían. El ICUSI “no debe dispensar de todo trabajo sino, por el contrario, volver efectivo el derecho al trabajo: no al ‘trabajo’ que se tiene porque a uno se lo ‘dan’ para hacer, sino al trabajo concreto que se hace sin que sea necesario el pago”, dice Gorz, para quien el trabajo es un dominio de sí y del mundo necesario para el desarrollo de las capacidades humanas.

La reforma que, desde esta perspectiva, requiere la legislación laboral (que incluiría ahora ingreso), muy diferente a la que quiere imponer el PRIAN, consiste en: 1) repartir el trabajo pagado que va quedando igualitariamente, reduciendo la jornada anual de trabajo e instituir el pago continuo por trabajo discontinuo, discontinuidad definida por cada trabajador; y 2) establecer el ICUSI para todas y todos desde la cuna hasta el sepulcro. Juntas, ambas reformas, podrían salvar al capitalismo pero lo dejarían preñado con las semillas de la nueva sociedad.

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