Tequio o faena a la francesa
n un pequeño poblado cerca de la ciudad de Royan, al lado del Atlántico, un obrero especialista en electromecánica vivía en un viejo trailer-home a la usanza de los gitanos, pero como la ley impide a ese tipo de hospedaje quedarse en el mismo lugar más de tres años, el inquilino, desempleado y con tres hijos, iba a convertirse en un sin techo
, aunque, contrariamente a los roms, en un terreno que le es propio. Sin embargo, sus vecinos decidieron ayudarlo a construir una casa en firme y entre todos hicieron el aplanado del terreno, los cimientos, basamento de ladrillos y muros hechos con base en una estructura de viguetas de madera recubiertos de paneles de aglomerado y con un relleno aislante de fibra de vidrio. El ensamblaje y las conecciones de agua, drenaje y luz también se hicieron por equipos de voluntarios que tomaron la tarea como una fiesta.
Estos buenos franceses no sabían que durante siglos o tal vez milenios, los indígenas mexicanos han acostumbrado construir en grupo la casa del recién casado y seguirlo ayudando a lo largo de su vida, sea para modificarla o darle mantenimiento, incluso hasta que una anciana o anciano se quedan solos debido a la migración creciente de los hijos a las ciudades… Pero, en cambio, los mexicanos solidarios por ética ancestral, nunca han imaginado convertir el trabajo cooperativo en negocio o micro empresa, como suele decirse ahora.
Lo que sí saben hacer los primer mundistas, tan familiarizados con el lenguaje de la inversión y la ganancia. De modo que lo comenzado como un acto solidario y festivo se convirtió en una próspera empresa de construcción de casas de madera cuya demanda es actualmente de una por mes, aunque, parece ser, con medidas cada vez más reducidas dada la presión demográfica, por una parte, y la costumbre tan francesa de preferir las casas unipersonales. Estas casas cuestan aproximadamente $16 mil el metro cuadrado y son consideradas ecológicas y térmicas, es decir ahorradoras de energía. ¿Qué ley impide en México que se abran y regularicen con sensatez las normas para cooperativas de construcción, aprovechando el saber y la disposición ancestrales de nuestra población rural?
Yuriria Iturriaga