La Vía Campesina busca que cada Estado sea soberano en materia de comestibles
Domingo 30 de septiembre de 2012, p. 2
A la par que las políticas agroindustriales comenzaron a globalizarse, un grupo de organizaciones de Europa, Asia, África y América decidió fundar en 1993, en Bélgica, el movimiento La Vía Campesina para hacer escuchar su voz en decisiones que afectaban sus procesos de producción y sus vidas.
La soberanía alimentaria fue marcada como el principal objetivo del movimiento porque sus integrantes están convencidos de que campesinos, pescadores, pastores y pueblos indígenas, que en conjunto representan la mitad de la población mundial, son capaces de alimentar al mundo de forma sana y sostenible
. Defienden la agricultura sostenible a pequeña escala y se oponen a las multinacionales y los agronegocios, al considerar que destruyen la naturaleza y los pueblos.
A la fecha, el movimiento está formado por pequeños y medianos productores, pueblos sin tierra, indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas aglutinados en 150 organizaciones de 70 países. Este fin de semana más de 200 representantes se reunieron en la ciudad de México en su primer Seminario Internacional sobre Políticas Públicas para la Soberanía Alimentaria, convocados por Alberto Gómez, de la región de América del Norte, a un año de que la organización cumpla su 20 aniversario.
La Jornada entrevistó a tres de esos delegados sobre el alza mundial en el precio de los alimentos y la situación de los agricultores: Henry Saragih, de Indonesia y actual coordinador general de La Vía Campesina; Paul Nicholson, uno de los fundadores del comité internacional del movimiento y ex representante de la región europea, y Chavannes Jean-Baptiste, también fundador y coordinador en el Caribe.
La globalización y la agroindustria han buscado que cada país se especialice en la producción de algún alimento, con el fin de garantizar su dependencia de otras naciones para conseguir el resto de los productos que requiere su población, asevera Henry Saragih, coordinador general de La Vía Campesina.
El neoliberalismo, advierte, pretende que la comida ya no pertenezca a los campesinos, sino que quede bajo el control de los agronegocios
. De ahí la importancia del principal objetivo de La Vía Campesina: lograr que cada país alcance su soberanía alimentaria, que produzca lo que su población requiere.
Con las reglas de productividad y competitividad, así como la apertura de fronteras que organismos como la Organización Mundial de Comercio imponen a las naciones socias, indica, pueblos y países enteros pierden; eso se refleja en el incremento de pobres en el mundo y la destrucción del medio ambiente
.
El también dirigente campesino en Indonesia considera que el actual encarecimiento de los alimentos es el más severo que ha enfrentado el mundo
, incluso por encima del de 2008, e insiste en que forma parte de la crisis sistémica del capitalismo.
Las grandes empresas trasnacionales concentran la producción y comercialización de los alimentos, con la producción especializada en pequeños países. Indonesia, por ejemplo, depende del azúcar y el maíz que produce India, que a su vez requiere del aceite de Indonesia, y la misma historia se repite entre todas las naciones, sin importar su nivel de desarrollo, apunta.
Si bien Saragih destaca que los problemas de precio y abasto de alimentos son muy graves para la población de países africanos y asiáticos, recuerda que la historia se repite en las naciones desarrolladas. Estados Unidos no tiene soberanía alimentaria; es un país donde se produce mucha comida, pero no se destina para alimentar a su pueblo, es para las compañías
.
Agrega que el cambio climático es otra de las consecuencias del modelo alimentario impulsado por el neoliberalismo, porque a las empresas sólo les interesa elevar la producción, sin preservar el medio ambiente.
Se pregunta a Saragih qué avances ha logrado La Vía Campesina para incidir en las políticas alimentarias de los países donde tiene presencia.
Responde que además de las actividades productivas que realizan sus integrantes y las redes entre campesinos y consumidores, ya hay gobiernos y organismos internacionales que han tomado en cuenta algunos de los principios de soberanía alimentaria que propone el movimiento.
En Indonesia, por ejemplo, están cambiando la ley de alimentación por una nueva que incorpora otros principios. También en Ecuador y Bolivia hay avances sobre soberanía alimentaria en sus respectivas constituciones, pero por supuesto que están bajo una presión fortísima de las trasnacionales que impulsan la siembra de transgénicos
, apunta.